Lo que quieras

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Pablo se encontraba viendo un partido de fútbol un domingo a las 17hs hasta que su papá lo interrumpe con un reclamo a algo que viene postergando hace mucho.

— Pablo César Aimar vas ya mismo a lavar el auto hace dos semanas que lo vengo diciendo! —

— Está jugando River - Boca pá, te prometo que cuando termine voy —

— No hijo, vas ahora porque el dueño cierra cuando se le canta el ojete y el partido termina a las 19 ¡¿qué te pensás que soy boludo?! — el padre se acerca para agarrar el control de la televisión pero Pablo le gana de mano.

— Pará, te juro que aunque sea re tarde yo lo voy a llevar a lavar te juro pero déjame ver el partido, dale viejo es el superclásico —

— Confío en vos hijo eh no me falles, llega a estar el auto sucio mañana cuando voy a trabajar con ese mensaje choto de "lavame sucio" en el parabrisas y te cuelgo del obelisco ¿me escuchaste? — lo amenazó muy seriamente.

— Sí, sí te prometo que lo llevo — Pablo no era consciente de las consecuencias de sus palabras, en ese momento quería sacarse de encima a su padre y gritar la victoria del millonario.

El partido terminó 1 - 2 ganado el equipo Xeneize con gol de Palermo y Toresani, Pablo estaba de un humor de perros, sin embargo, debía de cumplir con su promesa de todos modos.

Enrabiado se subió al auto cerrando la puerta de un portazo estruendoso, prendió las luces para iluminar el camino en la amarga noche y masticaba un chicle Topline de esos de paquete negro canalizando toda su furia en cada mascada. Cuando hubo llegado a la dirección que su padre le había pasado hace dos semanas apagó las luces del frente, bajó del coche, tiró su chicle a la vereda que se iluminaba con un tenue farol de luz callejero y tocó la puerta corrediza metalizada poniéndose una máscara de simpatía para hablar con el trabajador que iba a atenderlo... o no.

— Está cerrado pibe es domingo, volá — la voz gruesa le cerró la puerta en la cara no dando espacio ni a rogarle por favor.

Lionel vio por la ventana como su padre rechazó y le dio un portazo a un lindo muchacho más bajo que él se sintió atraído al momento, no iba a perder la oportunidad de aprovecharse de la situación.

— La puta madre mi viejo me va a colgar — susurraba parado en frente de la puerta de su auto consternado.

— Hola lindura, soy Lionel — Lionel saludó coqueto a su presa.

— ¡Que me importa!, Rajá de acá tarado de mier- — una mano enorme en su boca irrumpió sus insultos, Lio sintió su aliento mentolado chocar contra su palma.

— Epa tanta carita de ángel y con esa boca sucia. Soy hijo del dueño, ¿queres que te ayude o me mandas a la mierda también? — le sacó la mano para escuchar la respuesta que él quería.

— ¡Sí! Por favor ayúdame te pago con lo que quieras

Con la emoción que tenía esto último lo dijo de inocente pero su receptor era de todo menos eso.

¿Lo que quiera? — lo miró como el malpensado que es.

Pablo comprendió lo que el chico insinuaba y quizás su noche ya no estaba tan arruinada, al fin y al cabo el chico que tenía en frente parecía un modelo de Calvin Klein.

Lo que quieras — ahora ambos estaban en la misma sintonía y a la misma temperatura.

— Espérame dos minutos precioso —

Lionel se dio la vuelta y entró a su lugar de trabajo, agarró una caja de forros y un lubricante a base de agua sabor a menta de una caja que tenía guardada en un hueco del lavadero, salió nuevamente encontrándose con su chico esperando en el mismo lugar y con cara de circunstancia. Pablo observó todo lo que el más alto traía pero no se iba a echar atrás, haría lo que sea para cumplir con su palabra y de paso sacarse las ganas con el de ojos negros.

Hots OS ScaimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora