Pole dance

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La imagen de arriba fue la inspiración para este os :) 


Caminaba hacia su sitio predeterminado a la misma hora de siempre, en la misma vereda, misma ubicación, misma ocupación. Lionel Scaloni era el encargado del gimnasio Fitbro, colaboraba con los principiantes en ejercicio, ayudaba a mantener el lugar en condiciones, corroborar si todas las máquinas funcionan o, en su defecto, hacer que los de mantenimiento las arreglen. Todo se mantenía armonioso en su control y él era sumamente exigente con su cuidado.

El trascurso del día no fue diferente a los otros mil ochocientos veinticinco días, simplemente amaba su trabajo porque a pesar de tener continuamente el mismo espacio casi monótono, este era dinámico al poder interactuar con la gente que se pasaba por ahí. El público brillaba en su variedad; había señoras mayores que, si bien iban a las clases de yoga, también le hablan de su vida, mujeres que se introducen al mundo fitness, hombres que llevan años junto con él en el gym, señores que van directos a las caminadoras y chicos/chicas adolescentes que prueban una actividad nueva para mejorar su salud o rendimiento en algún deporte.

Hoy, día viernes, eran los más solitarios. Las personas optaban por mil planes antes que venir a ejercitarse, por lo tanto, el flujo de gente era reducido y, en consecuencia, el ánimo de Lionel se asimilaba al de un sauce llorón.

Desde las 20hs que el lugar era un desierto y, siendo las 22hs vio como su compañera de trabajo bajaba en apuros hacia su cabina especial de entrenador físico.

— Leo, dejé a alguien arriba. Mi hijo se partió la pera y mí marido lo está llevando al hospital, si podes hacerme el favor de supervisar me salvarías — la preocupación de la mujer se exteriorizaba en sus expresiones fruncidas, su manera apresurada de hablar y sus ojos a punto de lagrimear.

— Sí Clau, andá no te preocupes. Espero que Lauti esté bien, mandale un saludo de mí parte — se compadeció con absoluta genuinidad.

— Ay, gracias sos un macanudo, ¡nos vemos Lio! — trotó hasta la salida con sus calzas de leopardo color rosa chillón.

Scaloni subió lentamente las escaleras hacia el salón donde daba clases Claudia, profesora de Pole dance. Esperaba encontrarse con la típica muchacha que pasaban los treinta con conjuntos de cebra o leopardo cuyas mujeres solían ser sus clientes habituales, sin embargo, al ingresar al espacio unas oscuras luces violáceas con tonalidades azules tiñó su vista y frente a él apareció una silueta de un hombre de aspecto joven con cabellera de rulos definidos, cuerpo de contextura delgado mas se lo veía marcado, cintura de avispa con una parte trasera carnosa ceñida en un slip de un color que no podía descifran ante la iluminación del cuarto. Debida a la privilegiada vista mordió su labio inferior repasando la mirada de abajo hacia arriba, sus piernas delgadas se estilizaban por los altos tacos de aguja negros y sus muslos fuertes se deslizaban por el cilindro metálico con tanta gracia como si su cuerpo estuviese aceitado por naturaleza.

En las paredes espejadas resonaba "I put a spell on you" música propia de las películas de cincuenta sombras de grey, su ritmo era perfecto para marcarlo en este tipo de danza. Scaloni estaba acostumbrado a escuchar todo el disco en bucle cuando pasaba cerca de las escaleras desde su lugar de trabajo.

La luz de tonos fríos ahora se intercambió por unos cálidos intercalándose en un naranja, rosado y rojo que dejó su duda resuelta con respecto al color de la única prenda de ese muchachito, su slip era de un bordo opaco que hacía un contraste rico con su piel blanca levemente bronceada.
Notó sus ojos cerrados mientras giraba en sí mismo, un lunar en su cachete, sus labios combinados de un rojo que resaltaban con la luz. El chico colocaba un brazo por encima de su cuerpo agarrando el palo y otra más abajo de este, forzaba sus abdominales para elevar sus piernas en forma de V para que el caño quede entre sus extremidades. Luego cruzaba una hacia la derecha y lograba un giro lento volviéndose una obra sensual.
El de cabellera rulosa bajó con cuidado al piso abriendo sus ojos en el proceso y descubriendo a Lionel mirándolo fijamente con dos orbes que lo envolvían en su oscuridad, una electricidad chocó en su espalda al encontrarse con sus ojos de gran dominancia. Había visto varias veces a ese hombre fornido en la parte de abajo tanto en su sitio de trabajador como ayudando en los aparatos y cada vez que tenía la oportunidad de observarlo de pasada pensaba en lo mucho que quería ser cogido por él.

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