<< Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser
será, y sucederá naturalmente. >>
FACUNDO CABRAL
<< Cada mañana tiene dos asas, podemos tomar el día
por el asa de la ansiedad o por el asa de la fe.>>
HENRY WARD BEECHER
Estoy jugando con mi miedo,
no me queda más opción.
El conoce todas mis trampas,
sabe abrir las cerraduras
de mis habitáculos mas seguros.
Pero yo también conozco sus grietas,
y se que si lo abandono me abandonará,
porque hasta el mismo miedo
puede sentir, miedo y huir para siempre.
Antes no sabia que hacer con él,
me despertaba con su garra tapando mi cara,
ahogándome en delirios abstractos,
tocaba a mi puerta, entraba sin permiso
con el gesto cobarde del maltratados.
Me escupía en medio de un paseo,
y cuando yo sonreía de repente me abofeteaba,
diciendo que no había nada ahí,
que las cosas que tocaba eran la mentira
que el espacio y el tiempo se disputan.
A veces me olvidaba de el,
y de repente aparecía aplanando cada imagen,
la invertía obligándome a claudicar,
buscando las cosquillas de mi suplica.
Me desplumaba, para verme desnudo
pegando mi cara contra el espejo,
exigiéndome reconocer todo lo que hacia mal.
No me permitía ser humano,
quería en mi una maquina perfecta.
En su juego la victoria era imposible.
Pero yo también se jugar,
y les muestro mis cartas,
apagando todas mis luces y mirándolo de frente,
hasta que mi calma lo enfurece,
y acaba acallado, cansado, echándose atrás.
Así, poco a poco yo voy saliendo de ese circulo de dolor
que el dibujo en los muros de mi mente,
dejando que se pudran en el cajón eses pastillas
que el me tiraba con malicia a la cara.
Yo también se jugar,
tratándolo como ese visitante aburrido,
como a niño caprichoso que no merece atención,
haciéndole caer al precipicio de mi subconsciente
mientras yo salgo y me divierto.
Mirándolo ausente mientras me escupe,
sintiendo su duda, su debilidad, su prisa.
Aceptado sus ataques sorpresa,
castigándolo con mi indiferencia,
convirtiéndolo su montaña rusa en un colchón,
dejándole andando detrás de mi,
susurrándole y diciéndole que no existe
porque el único que existe
soy yo.
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NACH Hambriento
PoesiaA Isabel Olmo. Sin ella no existiría este libro, sin ella no existiría mi pasión por la palabra sin ella no existiría.