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Amelia y los demás ninjas estaban amontonados en la sala de estar, acompañados de Pixal, algunos sentados en el sofá y otros en el suelo, acolchonando el piso con montones de almohadas y cobijas

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Amelia y los demás ninjas estaban amontonados en la sala de estar, acompañados de Pixal, algunos sentados en el sofá y otros en el suelo, acolchonando el piso con montones de almohadas y cobijas. Sería una de las únicas noches de tranquilidad que tendrían, conviviendo como amigos y sin preocupaciones de que algo malo fuera a pasar. ¿Qué vendría? No lo sabían y preferían no saberlo.

Cuando todos estuvieron lo suficientemente aburridos como para continuar haciendo bromas de mal gusto, de repente, Jay saltó de su lugar en el sofá, casi como si un foco encendido apareciera sobre su cabeza tal y como en las series animadas, llamando la atención de todos.

—Hay que jugar a algo —propuso con una radiante sonrisa, recibiendo otras igual de grandes por parte de todos los demás.

—¡Genial! —exclamó Kai, elevando los brazos —pero ¿a qué jugaremos?

—¡Oh, oh! —fue ahora Cole quien saltó, levantando la mano como si fuera una clase en la que tuviera que hacer tal acción para poder hablar —¿"Monopoli"?, ¿"Adivina quién"?, ¿"Calabozos y dragones"?, ¡¿"UNO"?!—gritó con extremo entusiasmo, mostrando las cajas de los juegos mencionados. Al parecer de Jay, era como si se los hubiera sacado del culo y lo miró con repulsión.

—Yo propongo que juguemos "verdad o reto" —interrumpió el rizado, obligando al moreno a guardar los juegos de mesa mientras aún le dirigía una mirada asqueada.

Los ninjas se miraron entre ellos y asintieron con la cabeza al final, todos excepto Amelia.

—No veo porqué no —dijo Zane, encogiéndose de hombros, a lo que Kai y Cole se le unieron con con otro asentimiento de cabeza.

—Yo tampoco —Nya ladeó la cabeza con esa expresiva sonrisa tan propiamente suya.

—¿Qué dices tú, Lia? —preguntó Lloyd a la pelirroja con suavidad, dirigiéndole la mirada, pasiva y llena de alegría.

La mencionada se limitó a morderse el labio inferior antes de contestar.

—No lo sé... —dudó —¿No creen que es un tanto... infantil? Digo, en la primaria siempre jugaba a eso, lo cual ha sido hace más de seis años.

—Vamos, Lia, será divertido —la incitó Jay, rodeando sus hombros con su brazo —. Habrá confesiones y ridiculeces muy divertidas —le susurró al oído en un canturreo.

Amelia, o como le llamaban sus amigos: Lia, tardó en por fin acceder. La verdadera razón de que no quisiera participar en ese juego no era porque fuera infantil, aburrido o anticuado; nunca iba a pasar de moda o dejar de ser divertido, sino que temía que una pregunta relacionada con el amor o algo aún más específico a lo que ella pensaba se le presentara y tuviera que responder con la verdad, pues no sabía mentir ante ellos. No sobre eso que tanta vergüenza le causaba.

—Bien, pero que sea breve o, si no, el sensei Wu nos llenará de sermones —advirtió con severidad, a lo que todos los restantes asintieron alegremente.

𝙱𝙴𝚂𝙾𝚂 | Lloyd Garmadon [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora