VIII

612 46 24
                                    

Cuando llegaron al monasterio, solo los ninjas bajaron del Bounty, entrando al lugar encorvados y devastados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando llegaron al monasterio, solo los ninjas bajaron del Bounty, entrando al lugar encorvados y devastados.
En cuanto lo notaron, el sensei Wu y Misako salieron a recibirlos con grandes sonrisas en sus rostros. Pero, al ver el desánimo de parte de los jóvenes, esa alegría se desvaneció.

—¿Qué pasa? —cuestionó el sensei.

—Es Cole —dijo Nya —. Él... él...

No terminó de decidir la frase cuando se soltó a llorar y cubrió su rostro con ambas manos.

—Se ha ido —concluyó el rizado, haciendo una mueca llena de tristeza.

—Cayó en la oscuridad —explicó Kai en un suspiro afligido, mordiéndose el labio inferior al notar como el sensei y Misako se miraron de soslayo, con sus ojos tan apagados y tristes.

—¿Y el Cristal del Reino? —al sensei se le quebró la voz, logrando que el corazón de Lia se escogiera por la culpa.

—Lo destruimos pero eso no los detuvo —respondió Lloyd, aún más desganado y volviendo la atmósfera todavía más tensa.

—¿Y qué hacemos ahora? —intervino Misako.

—Por fortuna, me tienen a mí —Garmadon apareció en la escena, con la Armadura Dorada en manos y una sonrisa arrogante que ensombrecía su rostro aún más. El lugar se sintió más deprimente de lo que ya era.

—¿Garmadon? —su mujer lo miró, consternada de que el hombre estuviera frente a ella.

El nombrado se acercó lentamente, firme y sin expresión alguna en el rostro.

—Misako... el antiguo yo habría dicho algo conmovedor y tierno. Pero, realmente, ya no soy un hombre. —dijo con frialdad —. ¡Y tú! Quita esa expresión de tu rostro y haz algo con ésto. —se refirió a su hermano, lanzándole la Armadura Dorada, misma que fue atrapada por el de barba blanca.

—La armadura del maestro dorado.

—Sí logramos fundirla y forjamos las armas del Spinjitzu, podríamos tener una oportunidad —informó Nya, preocupada por todo lo que había pasado en tan poco tiempo.

Todos la miraron, de acuerdo con la idea. Si inicialmente habían logrado vencer con ellas, tal vez ahora era momento de volver a combatir con ellas en manos.

—Preparen la fragua —ordenó Wu después de admirar la armadura en sus manos.

—Será mejor que me prepare, ¿no es así? —indagó el maestro del fuego, sabiendo que era su turno de actuar.

Los restantes asintieron, era el único que sabía dominar la herrería.

Entonces, los hermanos Smith entraron al cuarto donde se encontraba la fragua, lugar al que los otros ninjas no entraron, pues no había el espacio suficiente para todos en la habitación.

𝙱𝙴𝚂𝙾𝚂 | Lloyd Garmadon [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora