VII

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Lia se encontraba de pie en la cubierta del barco, estaba desorientada, no tenía conocimiento alguno de en qué lugar estaban Lloyd y Garmadon

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Lia se encontraba de pie en la cubierta del barco, estaba desorientada, no tenía conocimiento alguno de en qué lugar estaban Lloyd y Garmadon.
Se preguntó si estaba alucinando.

—Es la estación de noticias de Ninjago —dijo Nya de repente —. Voy a acercarme a la azotea, ustedes sáquenlos antes de que la gran nube devore todo el edificio. No tenemos mucho tiempo.

Jay, Kai, Zane y Cole asintieron y bajaron a cubierta, soltaron las escaleras de cuerda para que Jay y Cole bajaran a ayudarlos.

Entonces, la oji-marrón comprendió que estaba de nuevo en el momento en que Cole había caído a la oscuridad. Pero no se preguntó por qué volvía a vivir aquello.

—Rápido. Rápido —suplicaba Lia desde arriba, no quería ver cómo la oscuridad se tragaba a sus amigos y a gente inocente, no obstante a su preocupación, no quiso ayudar como la vez anterior, no si iba a terminar igual.

Solo miró cómo los ninjas azul y negro ayudaban a las personas a subir al Bounty.

Contrario a lo que quería —salvar a Cole—, sin que ella lo hiciese por voluntad propia, las enredaderas emergieron de la escalera para atarla a la azotea del edificio y otras más crecieron a los pies de Jay y Cole, quienes se sostuvieron de ellas sin pensarlo.

—¡No, no! ¡No suban a ellas! —imploró en un gemido, aterrorizada por lo que sabía que iba a pasar unos instantes después.

Ambos mayores la miraron y le sonrieron con ternura, como si agradecieran su ayuda.

De nuevo, en contra de su voluntad, las enredaderas comenzaron a crecer, haciendo subir a ambos ninjas.

—A tu señal, Lia —dijo la voz de Kai, esperando junto a Zane para cortar las escaleras de soga.

A la nombrada se le cerró la garganta, dejándola incapaz de respirar con normalidad.

El pelinegro, como ya lo había previsto la joven, se soltó y aferró a otra ramita, dejándola paralizada de cómo volvería a verlo morir. No se movió, no podía, era como si sus pies estuvieran pegados a la cubierta del aerobarco.

—¡Cole! —gritó Jay al ver al chico colgando de la pequeña y frágil ramita

Las enredaderas continuaron creciendo y, como era de esperarse, Cole cayó por segunda vez, viéndose reflejado en las pupilas de Lia, quien tenía los ojos bien abiertos, culpándose de lo ocurrido, de nuevo.

—¡Cole! —lloriqueó ante ese dolor en su pecho por no haber hecho nada. Se dejó caer de rodillas al suelo, cubriéndose el rostro mientras lloraba amargamente —Lo lamento tanto, Cole...

𝙱𝙴𝚂𝙾𝚂 | Lloyd Garmadon [ ✓ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora