XVII

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- ¿Sabes cómo usar una pistola?.

Jennie me preguntó mientras apartaba las cortinas para mirar por la ventana.

- No.

- Obviamente puedes usar un cuchillo para salvar tu vida, ¿verdad?

- Supongo.

Abrió los muebles de la cocina, los que estaban abastecidos con frascos. Extendió la mano y sacó
una pistola. Un arma de una gran jarra de galletas vacía.

La miré horrorizada.

- ¿Qué? Guardo mis armas donde nadie pueda encontrarlas.

Me entregó un cuchillo de
carnicero.

- Toma esto y ve a mi habitación. Quédate escondida hasta que te diga lo contrario.

- Pero...

- Si no vengo porti dentro de diez minutos, permanece escondida - instruyó.

Sus expresiones me dijeron que esto era un asunto serio.
Quienquiera que estuviera fuera de la puerta podría ser peligroso.

Pensándolo bien, Jennie siempre había sido la reina de amenazar, matar y acosar a las personas.

¿Qué tan mala puede ser la
persona que está afuera
Comparada con Jen?

Rápidamente me metí en el
dormitorio, cerré la puerta detrás de mí y me arrastré debajo de la cama, apretando el cuchillo en mi
puňo con fuerza. Mis manos
estaban literalmente temblando.

No había sonido procedente del exterior y eso me estresó hasta el final.

¿Por qué Jennie no estaba
hablando con alguien?

¿Ese intruso golpeó silenciosamente a Jen en la
cabeza y se la llevó?

¿Qué pasa si Jennie está herida afuera y el intruso viene por mí?

¿Qué hago entonces?

¿Usar el cuchillo para matar a una persona?

En mi carrera como enfermera, ayudé a los médicos durante las cirugias y nunca me molestó ver
la sangre. ¿Pero literalmente
matar a alguien?

Me estremecí ante el pensamiento y esperé que Jennie no se hubiera
metido en problemas.

La puerta del dormitorio se abrió un rato después.

Contuve la respiración por unos minutos y de repente una mano se envolvió alrededor de mi tobillo.

Grité tan fuerte que los pájaros abandonaron su nido.

- Relájate, soy yo - Jennie dijo
mientras me miraba.

- ¿Estás intentando darme un ataque al corazón ? - pregunté mientras me arrastraba fuera de la cama.

Su rostro era ilegilble.

- Te sugiero que no veas esto. No te gustará.

- Tengo que verlo.

- No podrás manejarlo - ella
advirtió.

-¿Quién era en la puerta?

- Nadie. La persona solo dejó un paquete.

¿Por qué Jennie no estaba
explicando todo en detalle en lugar de que yo le hiciera todas estas preguntas?

- ¿Qué hay en el paquete? - temía la respuesta que oiría.

- ¡Por el amor a Dios, Lis! ¿Podrías simplemente dejarlo pasar?

-¡No, no lo haré! - dije saliendo de la habitación.

𝐌𝐞𝐧𝐭𝐚𝐥 𝐀𝐬𝐲𝐥𝐮𝐦 ➙ 𝐽𝑒𝑛𝐿𝑖𝑠𝑎Where stories live. Discover now