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Aún no sabías cómo; pero esa noche terminaste bailando arriba de la barra en aquel pub en Inglaterra. Obviamente habías llamado al atención de todos ahí, sobre todo porque era un lugar donde solía ir gente de plata y no se veía ese tipo de cosas.
Tu mejor amiga no tuvo mejor idea ese día que llevarte, le costó convencerte porque los tragos eran demasiado caros y ni en pedo te gastabas toda la plata en eso, pero ella tenía una ayudita por ahí.
Básicamente conoció a un chico por Tinder que tenía toda la guita encima, le dijo de ir a ese lugar y sin dudar un segundo ella te llevó casi que arrastrando, convenciendote de que la ibas a pasar bien y así fue.
Así que ahí estabas, con ese vestido negro ajustado, subiendotelo cada dos segundos para que no terminarás en bolas al frente de todos. El alcohol te ponía muy caliente, te daba la confianza que necesitabas para hacerte la linda con todos y hablarle a quien sea.
Sheila bailaba con vos, pegando sus caderas al ritmo de la música, después de varios intentos de decirte que te bajarás, su cita la animó a qué bailara también. Ya te caía muy bien.
Estaba de más decir que se había armado una ronda alrededor de ustedes, sobre todo de tipos grandes mirándolas con morbo, era evidente que iba a pasar. Todos acercándose y pidiéndoles su número o ofreciéndoles pagar algún trago, cosa que claramente no aceptaste de ninguno.
Mientras seguías meneando tu cuerpo de un lado hacia otro, tus ojos se cruzaron con dos chicos que te miraban a lo lejos. Te dió bastante curiosidad, porque entre toda la gente que había ahí sentiste una cierta tensión.
No perdiste más tiempo y clavaste tu mirada en ellos mientras seguías bailando, casi seduciendolos e invitándo a qué se acercarán un poco más para poder verlos bien.
Y así fue.
Los dos vestían ropa bastante cara y tenían pinta de no pasar los 25 años, con cara de serios y atorrantes.
Te mordiste el labio inferior mirándolos, el más alto con el pelo platinado te sonreía de forma descarada. En cambio su amigo, no paraba de examinarte por completo, con una ceja levantada y una mirada penetrante.
El más alto estiró su brazo entre toda la gente para que pudieras bajar. Pensaste dos veces si deberías hacerte la difícil pero no fue buena opción estando en pedo, así que tomaste su mano y bajaste tratando de no caer.
Lisandro te ofreció la otra y finalmente estabas abajo con ellos dos. Los tipos terminaron yéndose de la ronda y tu amiga había desaparecido con su cita de Tinder, lo cual no te importó mucho.
—Enzo, un gusto—Uno se acercó a vos, sosteniendote de la cintura y depositando un beso húmedo sobre la comsiura de tus labios.
Bueno, sabías perfectamente quienes eran, el sitio solía llenarse de jugadores de fútbol y esta vez no fue una excepción. Los habías visto varias veces en la selección, haber salido con alguien que trabajaba en el cuerpo técnico te dió la oportunidad de conocerlos a todos, aunque estabas segura de que ellos no te recordaban a vos.