Capítulo 29: Las intenciones del diablo

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Clínica de animales de Beacon Hills

Hermanos y antiguos rivales se enfrentan después de mucho tiempo, atrapados en un espacio sumamente reducido en comparación a lo que están acostumbrados.

De fondo se escucha una tos proveniente de Alexandriel intentando distender su tráquea y recuperar su respiración, Deaton se acercó para ayudarlo a levantarse.

- Salgan de aquí y llamen a los demás, trataré con él a solas – dijo Miguel sin quitar la vista de su hermano que no era conocido exactamente por jugar limpio.

Cuando estuvieron solos dejaron relucir sus gracias a través de sus ojos con el propósito de intimidarse uno al otro, que sus poderes estén incapacitados no significa que no puedan pelear.

(Nota: Para quienes no han visto la serie Supernatural, los ángeles y arcángeles obtienen sus poderes de una fuente de energía a la que ellos llaman su gracia, la cual sí es removida se convierten en humanos.)

- Lucifer, ha pasado mucho – habló calmado.

- Hi pisidi michi – lo arremedó con voz infantil, lo que hizo fruncir el ceño a su hermano – No me vengas con reencuentros emotivos – alzó los puños dispuesto a atacar a su adversario.

Tan típico de él, siempre yendo al extremo sin pensar en las consecuencias de sus actos. Miguel caminó lentamente a una esquina de la sala para tomar una silla metálica y luego se sentó frente a la mesa de operaciones.

- ¿Qué haces? Levántate, pelea conmigo –

- Siéntate y hablemos –

- No quiero –

- Lucifer, dije que te sientes –

- ¡Y yo dije que no! – el fuerte grito resonó por toda la clínica haciendo que algunos perros comenzaras a ladrar y que los gatos maullaran enojados por ser despertados.

- Como quieras, niño caprichoso, ninguno de los dos saldrá de aquí hasta que hablemos, podríamos estar atrapados por toda la eternidad, tu decides –

Lucifer tenía una expresión de rabia, no soportaba que su odioso hermano tuviera razón. Sin más remedio tomó otra silla metálica y se sentó al otro extremo de la mesa, cruzó los brazos viendo hacia la ventana.

- ¿Por qué hiciste todo este escándalo, Lucifer? –

- No sé de qué hablas – continuaba sin mirar hacia el frente.

- ¿En serio? ¿No lo recuerdas? Liberar a Alexandriel el traidor, enviarlo para despertar y cazar a los antiguos elementales hijos de los astros, prometiéndole una falsa venganza contra el mundo... –

- ¡Esta bien! Ya deja de hablar – exclamó exasperado - No lo entenderías –

- Ilústrame, hermano –

El arcángel se sentía reprimido, quería explotar toda su furia contra Miguel y llevarse al planeta entero en el proceso, pero aquí estaba encerrado entre cuatro paredes.

- ¡Mi padre siempre te prefirió sobre mí! Desde que te creó fuiste el favorito, incluso te envió con esos fenómenos para hacer no sé qué cosas de las que no paraba de decir lo orgulloso que estaba – mientras hablaba se levantó de la silla metálica y se acercó peligrosamente al otro – ahora ustedes viven felices y contentos en el trono de su majestad, mientras yo me pudro en el infierno con esos apestosos demonios –

Luego de escuchar atentamente las palabras de su hermano descubrió las razones implícitas en su reciente comportamiento.

- Ahora entiendo – se levantó para encararlo – hiciste todo este teatro para llamar su atención, eres patético –

Lucifer no aguantó más e intentó darle un puñetazo en el rostro, pero su ataque fue detenido por su hermano antes de impactar, alzó su otro puño y también lo detuvo.

Con toda la fuerza de su peso lo empujó a una pared tratando de hacerle todo el daño posible, un violento forcejeo comenzó en la reducida sala de operaciones causando que muchos utensilios quirúrgicos, documentos médicos y frascos se esparcieran por el piso.

- ¡Pierdes tu tiempo, idiota! – gritó Miguel cuando por fin pudo inmovilizar al otro arcángel.

- ¿Qué? – preguntó confundido por esas repentinas palabras.

- Padre desapareció hace décadas, llevamos buscándolo durante todo este tiempo, pero parece que nos abandonó a todos –

Lucifer se sacudió para liberarse del agarre que lo mantenía contra la pared, lo empujó por los hombros para alejarlo.

- ¡Mientes! – acusó

- ¿Por qué lo haría? –

Ambos conectaron miradas de rabia durante unos segundos, el diablo pensó en la información que su hermano le acaba de dar y pensó "Es cierto ¿Por qué me mentiría?".

Un grito de frustración salió de lo más profundo de su ser, agarró la silla metálica por el respaldo y la arrojó con toda su fuerza a la pequeña puerta que sellaba su cárcel, pero esta ni siquiera se despintó ¿De qué demonios está hecha esa cosa?

- ¡Ese malnacido! – comenzó a caminar de un lado a otro susurrando maldiciones en enoquiano. Repentinamente la puerta de la veterinaria se abrió dando paso a Deaton junto con Mieczyslaw y Alexandriel.

- Abre la puerta – ordenó Miguel, los recién llegados lo miraron confundidos, Deaton dudó en obedecer.

Miguel observó al zorro y le dio un asentimiento que fue interpretado como un "Confía en mi", este puso una mano en el hombro del druida dándole la pauta para abrir el sello.

La chapa de la pequeña puerta hizo click en señal de ser desbloqueada, los cuatro miraron atentos la reacción del adversario. Lucifer le lanzó el ultimo ceño fruncido a su hermano y desapareció en un aleteo.

- ¡¿Qué fue eso?! Creí que acabarías con su vida, ahora regresará por mí – habló Alexandriel enojado.

- Él no volverá a molestarlos, lo conozco muy bien – salió tranquilamente de la sala – y no mataré a mi hermano, aunque se lo tenga muy merecido –

Alexandriel estaba enfurecido porque el trato era otro, ahora se encuentra débil y sin posibilidades de recuperar la parte de su gracia que Lucifer le quitó.

- Pero... – intentó protestar.

- Pero nada, ahora tu vendrás conmigo y enfrentarás un juicio – caminó hacia el hombre corpulento con intenciones de llevarlo al cielo, pero antes de dar el tercer paso el chico castaño se interpuso entre los dos.

- Apártate –

- No te llevarás – su voz sonaba decidida y tenía una mirada penetrante – él ya explicó que fue engañado, nada de lo que pasó en un principio fue su culpa, así que déjalo en paz –

- ¿Y le crees? –

Mieczyslaw alzó la mirada hacia el ángel que estaba defendiendo y sin una pizca de duda respondió un rotundo – Si –

Miguel había vivido lo suficiente junto al zorro para saber que no cambiaría de opinión, dando un largo suspiro se rindió.

- Te estaré vigilando – dijo antes de desaparecer frente a los tres.

- Gracias Mieczyslaw, no merecía esto – su mirada estaba gacha, no sabía de qué otra forma expresar su agradecimiento.

- Por supuesto que si, el destino ha sido muy injusto contigo, pero ahora que eres libre ¿qué camino piensas tomar? –

- Siento que mi gracia se consume, pronto seré un humano ordinario – seguía mirando el suelo, armándose de coraje hizo una última petición - ¿Mieczyslaw? –

- ¿Si? –

- Asesíname

La boca del castaño se abrió y expresó un "Oh".

Sensible (Steter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora