2: Descubierto

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Kyle no había reparado en la presencia del menor pues se corrió en su mano en medio de un placentero jadeo que parecía ser el nombre de su pelinegro amigo.

La voz de su hermano fue lo único que le hizo regresar en sí ¿En esos momentos que más podía hacer bajo la mirada inocente de su hermanito?

— ¿Qué estás haciendo?

Preguntó incrédulo el pequeño, borrando en el acto la sonrisa que hasta ese momento adornaba su carita.

— ¡N-Nada! — contestó el ojiverde sobresaltado, tapando ávidamente su miembro con una mano mientras que con la otra cerraba la página que para su fortuna el vídeo había llegado a su fin y con ello la pantalla permanecía en negro. — ¡Carajo! ¿Cuántas veces te he dicho que toques antes de entrar a mi habitación? ¡Vete! — ordenó ocultando el rubor de su rostro agachando la cabeza.

En medio del grito Ike salió corriendo del cuarto, cerrando la puerta detrás de sí.

— ¡Puta madre! ¡Demonios!

Fue la única expresión de Kyle al verse descubierto ¿Que iba a hacer si Ike se lo contaba a sus padres? No quería ni imaginarse lo histérica que se pondría su madre si se enteraba. Dios, se sentía tan culpable y el verse la mano deteniendo el semi flácido miembro mientras el semen escapaba de entre sus dedos no ayudaba en hacerlo sentir mejor.

— Soy tan marica.

Aquel suceso lo dejó pensativo, el guardar sus sentimientos hacia su mejor amigo le había afectado bastante, hasta el punto de tener que esconderse para masturbarse y gritarle a su hermanito en consecuencia de sorprenderlo en pleno acto. Debía terminar pronto con ello aunque eso significara encarar a sus padres si Ike abría la boca.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que no se percató que ya se encontraba bajando las escaleras para ir al comedor, no sin antes haber lavado muy bien sus culpables y pecaminosas manos.

Entró en el comedor sigilosamente, lo último que quería era resaltar, mientras los Broflovski disfrutaban de la cena platicando alegremente los sucesos más relevantes de su día hasta ese momento, únicamente la presencia del ojiverde interrumpió su conversación.

— Kyle, ya casi terminamos de cenar y tú no bajabas ¿Que hacías? ¿Es que no tienes hambre?

Preguntó su madre con un tono dulzón. Los ojos del chico repasaron las caras y los platos casi vacíos de los integrantes de la familia, deteniendo su mirada en Ike, quien trataba de disimular no haberse percatado de su presencia.

Tomó valor para hablarle, si sus padres les veían ignorándose tarde o temprano preguntarían que sucedía y no pagarían de indagar hasta llegar a la raíz del problema. Debía disculparse y pronto, con suerte y el pequeño no habría visto gran cosa o quizá ni entendía el que estaba haciendo.

— Ike, siento mucho haberte gritado, verás lo que pasó fu...

El niño negó con la cabeza, tenía la mirada fija en las verduras que aún no terminaba, haciéndolas rodar de extremo a extremo en su plato.

— No te preocupes, hermanito. Entiendo que quieras tu privacidad para hacer ciertas cosas.

Respondió haciendo un ligero énfasis en esas últimas dos palabras.

La cara de Kyle palideció más casi al instante, pudo sentir cada músculo de su cuerpo tensarse y denotar una a una las gotas de sudor que recorrían su frente. El niño comenzaba a hablar de más, quizá lo hacía en venganza por gritarle o porque se le antojaba joderle. Las expresiones en los rostros de los mayores cambiaron radicalmente al punto de dejar de comer para mirar al pelirrojo.

— ¿De que está hablando tu hermano, Kyle?

Interrogó su padre.

— ¿Que está pasando aquí? ¿Hay algo que quieras compartir con nosotros, hijo? — Prosiguió Sheila.

La boca del chico estaba seca. No sabía cómo liberarse de esta, sentía como su lengua se hinchaba y por más que intentaste las palabras no salían. Antes de tan siquiera poder decir cualquier cosa la vocecita de Ike interrumpió.

— Kyle tenía una mano en su salchicha, mami.

Una desagradable sensación de frío recorrió la espina dorsal del pelirrojo, su corazón latía fuertemente y al mismo tiempo parecía detenerse. Estaba paralizado, ahora cualquier cosa que dijese podría ser usado en su contra, debía pensar bien antes de hablar.

— ¿Q-Qué, qué, qué? ¿Es cierto eso, Kyle?

Sheila se levantó ruidosamente de su asiento, empujando la silla y jalando un poco el mantel. Por su parte, los ojos de Gerald iban desde su esposa a su hijo, ni por un minuto se alteró por el comentario de Ike, después de todo ese era el trabajo de Sheila.

— Tranquila mujer, sé que todo esto tiene una buena razón de ser. Cuéntanos que sucede, Kyle.

Definitivamente estaba jodido por dónde lo viera, quería explicar que todo era un malentendido y su hermano solo decía para molestarlo aunque muy en el fondo sabía que ni él se creería un cuento así. Mentalmente maldijo una y otra vez a Tweek y Craig, de no ser por ellos y sus pláticas de maricas él no estaría metido en ese problema. Claro que también tocó reprenderse, después de todo nadie le había obligado a jalarsela pensando en Stan.

— B-Bueno, y-yo...

— Es cierto, mami. — Ike volvió a interrumpir, esta vez su mirada se posó en el ojiverde y una amplia y burlona sonrisa que no pareció notar nadie más que él se dibujó en el rostro del menor.

Definitivamente no había salida. Nervioso, tragó saliva preparándose para lo que vendría después.

— Hermanote ¿Mi intromisión provocó que te golpearas con algo?

— ¿Uh?

Fue la elocuente respuesta del pelirrojo.

Aunque era muy pronto para confiarse, pudo sentir como le regresaba el alma lentamente al cuerpo y los latidos de su corazón se regularizaban. Al menos sabía que no moriría de un infarto, sin embargo aún se encontraba a merced del infante, quien si lo deseaba podía contar más detalles.

En el estado que se encontraba Kyle, alentaba al niño a continuar su relato.

— Es cierto, fíjense, yo entré a la habitacióm y vi los cuadernos y libros en el suelo, y a Kyle con la mano en su salchicha, apretando. Parecía como si le doliera de verdad, se quejaba mucho.. — en este punto la vocecita de Ike comenzó a quebrarse, secando una lágrima que resbalaba por su mejilla. — Lo que no me explico es porqué me gritaste, Kyle ¿No tiene nada de malo ver a alguien quejarse por golpearse en la salchicha, verdad mami? Lo siento hermanote.

Los ojitos acuosos de Ike buscaron a su madre, quien negó enternecida.

— No mi amor, no tiene nada de malo.

Respondió abrazando y depositando un beso en la frente de su hijo más pequeño.

— Kyle, para la próxima no le grites a tu hermano. Si te golpeas no es culpa de nadie más que solo tuya. — regañó. — Ahora siéntate y come tu cena.

No abundó más en el tema, se sentó en silencio mirando a su hermanito de reojo, notando ese desagradable gesto triunfante. De más estaba interrogar al pequeño sobre que le provocaba tanta gracia, aquella expresión solo podía significar una cosa “te he jodido" aunque era una venganza por demás estúpida e infantil.

Satisfacción Solitaria. | StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora