20. Todo.

54 9 3
                                    


"Si  esperé una semana puedo esperar una hora", Pete usaba esta frase para tratar de convencerse a sí mismo de que no era un gran problema el haber llegado muy temprano a la cita que había hecho con sus amigos, pero la verdad era que el tiempo parecía transcurrir más lento que nunca.

Muchas cosas antecedieron a ese momento, todo comenzó desde un día antes cuando Pete no lograba conciliar el sueño pensando en cómo debería comportarse, a eso le siguió que cuando por fin logró conciliar el sueño el perro de su vecino enloqueció ladrando y lo despertó una hora antes de que sonara su alarma, para finalmente llegar una hora antes de lo acordado a una calle llena de tiendas abarrotadas de parejas.

El punto de encuentro para el grupo de amigos era el corazón de la ciudad, especialmente una calle llena de cafés, tiendas y restaurantes que solo buscaban atraer a las parejas jóvenes con comida barata en un lugar perfecto para una cita.

Pronto Pete se sentó en una banca metálica que le permitía ver a la gente caminar, quince minutos después vio a la distancia una figura que se asemejaba mucho a la de Vegas unos segundos más tarde confirmó que en efecto era él.

“¿Qué haces aquí tan temprano?” Las voces de Vegas y Pete se combinaron pronunciando la misma pregunta.

Vegas sonrió ante la coincidencia, “Tu primero”.

“Me despertó el perro de mi vecino”, dijo Pete burlándose de sí mismo, “¿Y tu?”

“Creí que sería muy maleducado de mi parte llegar tarde, pero calculé mal el tiempo y parece que llegué mucho antes”, Vegas se rió en voz baja mientras hablaba, “¿Quieres hacer algo para matar el tiempo?”

La pregunta de Vegas llegó a los oídos de Pete pero no alcanzó a ser procesada completamente, su cerebro estaba demasiado ocupado analizando la apariencia de su compañero de escritorio, esta versión de Vegas era una completamente distinta, una fuera del ambiente escolar o de la tensa situación en la que lo conoció, simplemente era un adolescente en pantalones de mezclilla, con una camisa que bien podría haber sido comprada en la playa, nada le quedaba mejor que la naturalidad de su personalidad.

Vegas interrumpió todos los pensamientos de Pete repitiendo su pregunta, “Pete, ¿Me estás escuchando? ¿Quieres hacer algo para matar el tiempo?”

Pete salió de su ensimismamiento y contestó, “¡Claro!, podemos caminar y ver que compramos en lo que llegan los demás”.

Vegas asintió y comenzó a caminar hacia la tienda más cercana con Pete acompañándolo a su lado, ambos se quedaron parados frente al gran ventanal que exhibía la mercancía dudando si debían entrar. Los clientes del negocio parecían ser mujeres en su mayoría pues las cosas que vendían eran bastante tiernas, tenían desde llaveros de amistad hasta kits para hacer pulseras y peluches de suficientes especies de animales como para armar un zoológico.

Pete buscó la mirada de su compañero de escritorio buscando una negación o una confirmación, solo para darse cuenta de que Vegas ya había dado el primer paso al interior de la tienda.

“Bienvenidos, tenemos toda clase de regalos”, la joven chica que atendía el mostrador saludaba a todos los clientes con una amplia sonrisa y Pete le devolvió la cortesía tímidamente.

Los pasillos del lugar estaban cubiertos de espejos en dónde los clientes podían examinar cómo les quedaban los accesorios y en esta ocasión reflejaban las figuras de dos adolescentes caminando uno detrás del otro, uno de figura esbelta con apariencia fría y el otro de rostro inocente con una expresión despistada.

Cada vez que Vegas encontraba algo que le llamaba la atención se lo probaba y le pedía su opinión a Pete, "¿Cómo me quedan?"

Pete vio a Vegas probarse unos lentes de Sol negros que lo hacían lucir como el modelo de una marca extranjera y decidió bromear "Con esos lentes puestos pareces el hijo de un mafioso"

Vegas se bajó los lentes lo suficiente para dejar ver sus ojos y le dió un guiño juguetón a Pete al escuchar su insinuación.

Para cuándo terminaron de recorrer la tienda Vegas tenía una canastita llena de accesorios que Pete había dicho que le quedaban bien, era como si se negara a ignorar cualquier sugerencia que le hiciera su compañero de escritorio, simplemente quería complacerlo en todo y por ello terminó comprando un montón de baratijas.

Cuando llegaron a la caja Vegas se sorprendió al ver que Pete también planeaba comprar un conjunto de llaveros con las iniciales de cada integrante de su pequeño grupo de amigo, había uno por cada letra y uno extra que parecía no encajar con los demás,  una figura de un zorro con los ojos tiernamente cerrados que sonreía dejando al descubierto dos pequeños colmillos.

"¿Son llaveros de amistad?" alas salir de la tienda Vegas lanzó la pregunta como si no conociera la respuesta con antelación.

"Mhm, uno para Arm, otro para Pol, este es tuyo y ese es mío", Pete le dió el llavero metálico con la "v" a Vegas y tomó el suyo.

Vegas examinó su regalo a contraluz y lo guardó en su bolsillo, "¿El otro llavero para quién es?"

"¿Esté?" Pete alzó la figura en forma de zorro frente al rostro de Vegas,"Este también es para ti, quería regalarte algo con mi primer salario de la tienda de discos, no sabía que darte, pero cuando ví este llavero pensé en ti".

Vegas murmuró para sí mismo con la esperanza de no ser oído por nadie, "Creí que se lo darías a una chica…"

"¿Porque se lo daría a alguien más?" Pete alzó la ceja izquierda en tono burlón mientras veía a la distancia como se acercaban sus amigos.

Si le preguntaban a Pete que recordaba de ese fin de semana que salió con sus amigos seguramente sí pensaría en la diversión de comerse una crepa, de examinar cómo se comportan las parejas, pero sin lugar a duda lo más memorable fue el tiempo que pasó a solas con Vegas, esos instantes juntos sin mayores preocupaciones con risas tontas y una complicidad innegable eran toda la felicidad que podía desear.

Al final de ese día la respuesta a su ensayo para el concurso de inglés era obvia para ambos, no había forma de que el amor y la amistad fueran lo mismo… al menos no para ellos

Amistad era querer compartir la felicidad, era la familia que escogiste y amor era querer compartir todo, ser parte de cada momento, cada instante, cada pequeñez de la vida de la otra persona.

✨✨✨✨

Comienza la cuenta regresiva, quedan 3 capítulos.

Byebye.

El escritorio al final del salón [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora