2.El monstruo del ropero.

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"No debí golpearlo, no debí empujarlo..." murmuraba Pete con la cabeza fija en el suelo, "Simplemente tenía que esperar a que descargara su enojo conmigo... pude buscar algo para que vendiera o darle mis ahorros, no debí golpearlo, ¿Ahora qué voy a hacer?"

"Pete", la grave voz de Vegas interrumpió los balbuceos sin sentidos de Pete, "Mirame, quiero que escuches bien mis palabras y mires bien mi rostro, lo que sea que decidas hacer, yo te ayudo, pero quiero que entiendas que no hay vuelta atrás, una vez que aceptes mi ayuda, vamos a estar juntos en esto".

La sinceridad de Vegas estaba claramente escrita en su rostro, sus palabras no eran las falsas promesas de apoyo que te ofrece un amigo, era un voto de acompañamiento, un juramento de lealtad de por vida y Pete entendió rápidamente la clase de ayuda que le estaba ofreciendo.

Pete selló su destino con una sola pregunta,"¿Qué hacemos con el cuerpo?".

"Mañana después de la escuela nos encargaremos de eso, necesito pensar cómo hacerlo sin que nadie se de cuenta, ahora lo que tenemos que hacer es buscar un lugar dónde esconderlo temporalmente, ¿Se te ocurre algún lugar?" preguntó Vegas tratando de pensar con la mente fría.

Pete comenzó a escanear toda la casa en busca de escondites lo suficientemente grandes y a medida que descartaba opciones se le ocurrió el lugar perfecto, "El ropero,si lo acomodamos sentado lo podemos meter en su ropero".

"Saca toda la ropa que tenga dentro y ponla sobre la cama, no podemos arriesgarnos a llenarla de sangre", respondió Vegas al ver la disposición de la habitación donde se encontraba el dichoso ropero.

Cargar un cuerpo era totalmente distinto a cargar cualquier otra cosa. El rostro sorprendido de su padre invadía a Pete de un miedo inexplicable, parecía que los ojos de ese cadáver sostenían una mirada acusatoria que se negaba a perdonar a su asesino que sostenía sus pies. Cada paso venía con un esfuerzo increíble y avanzar era el siguiente requería de mucha fuerza de voluntad, pero la distancia hasta el escondite de esta atrocidad no hacía más que acortarse.

Después de lo que parecían interminables segundos por fin llegaron al mueble que se encargaría de guardar temporalmente el secreto de lo que había ocurrido. El ropero los esperaba con las puertas abiertas como un par de brazos que esperan regalar un cálido abrazo.

Finalmente con movimientos diestros y la energía característica de la adolescencia lograron sentar al padre de Pete dentro del ropero vacío. El cadáver del hombre tenía las rodillas pegadas al pecho y de alguna forma parecía un niño jugando a las escondidillas.

El cansancio de Vegas se hizo evidente al terminar de maniobrar el cuerpo, "Mañana lo sacaremos de ahí, no puede permanecer mucho tiempo ahí"

"Te fijaste en sus ojos, sabe que fui yo quien lo mató, vendrá por mí..." dijo Pete con la respiración entrecortada.

"No digas tonterías, lo que pasó fue un accidente, si alguien tiene derecho a buscar venganza ese eres tú, ese maldito te golpeó tanto que me sorprende que el muerto seas tu", Vegas trató de tranquilizar a Pete pero no logró encontrar en su repertorio palabras aptas para esa situación, así que opto por las más simples, "Todo va a estar bien, ya es hora de que me vaya, nos vemos mañana en la escuela, no te preocupes, no pienses en nada, yo me encargo de todo".

"Nos vemos mañana en la escuela", respondió Pete estoicamente mientras veía a Vegas dirigirse hasta la salida de la casa.

Pete permaneció unos minutos sentado en la misma posición y cuando logró encontrar un poco de calma se puso de pie. Frente a él se extendía un camino de migajas, solo que en este cuento de hadas las migajas no eran de pan, sino de sangre, pequeñas gotas de líquido escarlata habían encontrado su camino hasta el suelo y ahora revelaban la ruta que habían tomado el y Vegas mientras movían en cuerpo de la sala.

En lugar de seguir el camino de migajas Pete se movió en dirección opuesta y entró a su refugio, a su habitación. Ahí su cama lo esperaba felizmente ignorante del asesinato que había ocurrido unas horas atrás y al acostarse lo invadió la sensación de que sería una noche larga.

"Tengo que descansar, mañana...mañana pasarán aún más cosas que hoy", pensó Pete mientras trataba de consolarse a sí mismo.

El escritorio al final del salón [VegasPete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora