4. El día en el que te conocí.

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Sí una cosa distinguía tanto a luzu y quackity como pareja, sería explícitamente su forma de vestir. Los colores de quackity desprendían alegría, pasteles y suaves tonos, usaba aretes de vez en cuando y sus zapatos eran blanco crema, a veces usaba negro y claro que usaba sus ropas holgadas, pero amaba que ajustarán a su cuerpo, y amaba las faldas, por muy femenino que sonara.

Luzu en cambio, todo su ropero era negro o un color viejo, como sí no quisiera salir de su zona de comfort, usaba cuero, chaquetas que parecían felpudas, peludas bufandas, guantes sin dedos y amaba las muñequeras, o el accesorio exagerado, sus botas eran altas pero siempre tenían plataformas.

Incluso con la diferencia de estilos, y de su personalidad; compartían tantas cosas, departamento, vidas, y collares de ranita junto con pulseras de un sol y una luna, siempre las llevaban, aunque el mundo se acabará, por ello, cuando uno de los dos se sentía mal, podía ver esas joyas y simplemente sonreír.

Y se amaban, eso era razón suficiente para mantenerse unidos, aunque a veces pelearán.

–¿¡por qué la música es tan altaaa?!– exclamó el dúo que se encontraba fuera de la increíble mansión de la fiesta, se cubrían los oídos mutuamente.

Jschlatt vio la escena detrás de sus espaldas burlándose descaradamente –Los dos son tan niñitas, sí me lo dijeran, pensaría que los dos son omega.

–¡jschlatt!– quackity se dio la vuelta viendo su sonrisa ladina y sus ojos cerrados, se puso de puntitas antes de abrazarle con delicadeza.

El mayor se sentía confundido del afecto, sin embargo, no se opuso, abrazó al omega oliendo el shampoo de su cabeza –Me alegra que vinieras, ya tenías que salir a divertirte alguna vez, nevadas.

–¡PFF! no me vuelvas a llamar así– exclamó el menor golpeteando su cabeza, su rostro estaba rojo de la vergüenza. Sin embargo, sonrieron al conjunto.

Luzu miraba la escena con las manos en los bolsillos, sus ojos rodaron con estrés, no le agradaba aquel hombre que había apodado por inercia "cabra", pero no le molestaba ponerle nombres de burla si se trataba de ese hombre que fingía no ver a quackity como algo más. Odiaba el día en el que su novio se lo presentó sólo como alguien que se encontró en el supermercado, odiaba sentirse tan tóxico.

Odiaba a jschlatt, ni siquiera sabía porqué, pero algo en el pecho le ardía, no quería ver a su novio pegado como gatito en celo orbitando sobre aquel sujeto, apretó la mano casi queriendo enterrar sus uñas por encima de su carne, se mordió el labio inferior volteando la mirada varias veces con la intención de no prestarle atención, no quería explotar y decepcionar a quackity, que era la única persona que creía que él era puro de corazón. Se sentía tan imbécil, no podía evitar ser así de celoso, con miedo de que se le arrebatara su omega, tal vez solo necesitaba más terapia.

–Luzu...¿estas bien?– sin saberlo, se había quedado desconectado de la realidad una vez más, suspiró fingiendo una sonrisa asintiendo lentamente.

–¿Roier ya vendrá?– insistió quackity.

–Oh, sólo...le voy a llamar, voy a estar por el jardín.

–No, pero puedo...

Luzu se había alejado dándole la espalda, quackity quería correr detrás de él pero su mano fue tomada por jschlatt, una sonrisa mostró el de traje divertido, jalandole hasta su sitio, estaba tan cerca que se sentía un poco incómodo, podía oler su edor a alcohol por encima de una muralla de 34 metros, pero estando presente se hacía mucho peor para su sensible olfato.

–Vamos, patito, te mostrare las instalaciones mientras te hablo de mi vida– insistió, y aunque quackity volteó; luzu no estaba ahí.

Finalmente cedió –Claro.

ⁱ ᵈⁱᵈ ⁱᵗ ᶠᵒʳ ˡᵒᵛᵉ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora