ⁱ ᵈⁱᵈ ⁱᵗ ᶠᵒʳ ˡᵒᵛᵉ.

6. No creo merecerte incluso si finjo.

Argentina 9:00 am. Dos semanas después.
Spreen apenas tenía fuerzas para levantarse en la mañana, en la tarde o en la noche, no importaba la hora, tenía tantas ganas de seguir durmiendo, de pretender que estaba muerto, había sonado la alarma de su teléfono para entonces.

–Bleeehh...– no tenía ganas de moverse, estaba buscando algo, una razón para levantarse e ir a estudiar.

Trató de buscarla en su familia, no, los odiaba, entre sus amigos? Nah, ellos no lo necesitaban, roier. Roier no lo necesitaba tampoco.

Pero él lo necesitaba, necesitaba salir de su país e ir a Inglaterra para ser escritor y quedarse con roier. Se levantó a duras penas apoyándose en la orilla de la cama, su cuarto era un desastre, lo único que hizo fue caminar hasta el baño que se conectaba con los pasillos del "hogar".

Se lavó la cara y limpió los dientes, desinfectó sus lentes de contacto antes de introducirlos en sus ojos como cualquier otra estúpida mañana. Se peinó el cabello usando un peine especial para cuidar las puntas curvas que tenía por su corte de pelo, y sobre todo ni siquiera estaba vestido pero tapar sus ojeras extremadamente visibles se cubrió con sus lentes negros, que literalmente siempre utilizaba para cada momento.

Antes de irse, abrió el gabinete del mueble del lavamanos sacando de ahí un par de píldoras redondas pequeñas y blancas, tomó las necesarias junto a un vaso de agua tragandoselas de inmediato, se sentía tan miserable, aún así levantó el mentón, la mirada fría, y también su corazón.

"Seis meses...¿pasó tan rápido?" tenía una sonrisa genuina en el rostro, no sabía porqué pero casi nunca lograba reír, esta vez era especial, su teléfono le indicó; un mes más sin recaer, sin cortarse ni una vez. Dio un saltito dejándose caer de espaldas en la cama, sé sacó los lentes por un segundo volteando hasta su celular.

Estaba decidido a hacer algo para celebrar, tenía que celebrar, pero.

No lo merecía.

Estaba tan indeciso, sabía que estaba mal el hecho de hacer a roier a un lado, simplemente no lo soportaba, se mataba en la duda, no quería encariñarse tanto como para que le doliera la realidad, no quería amarle a tal grado, no es que no lo quisiera, era complicado.

Incluso sí él fue aquel quien se le declaró.

Nunca pudo saber cómo ser un buen novio, siempre se decía a sí mismo que cambiaría y roier sería feliz, pero no lo conseguía, en el fondo, sabía que roto nunca conseguiría nada de lo que realmente deseaba, como sea tenía que concentrarse en su nuevo logro, prendió la pantalla de su celular y.

No tenía ningún mensaje de roier.

Eso lo rompió, como si fueran pedacitos, ¿finalmente se había aburrido de su trato indeciso? No quería pensar de más, no quería cortar su piel, suspiró. Tal vez, debía hablarle primero, tal vez así se arreglaría todo, volvería a ser lo mismo, eso debía hacer feliz a roier, debía convencerlo otra vez.

Marcó a su teléfono celular.

Se estaba poniendo tan ansioso cuando el tono se extendía, no contestaba, no había nadie detrás de su teléfono, el sonido lo estaba estresando, nunca se había tardado tanto, ¿había pasado algo? Seguramente fue el imbécil de luzu, que por alguna razón lo detestaba.

Aunque él también se detestaba.

El buzón de voz había aparecido, le frustró tanto que quería lanzar el teléfono fuera la ventana, se mordió el labio haciéndolo sangrar –Agh– odiaba el sabor a metal.

Estaba tratando con tanta fuerza no agarrar la punta de una hoja, o el cuchillo de un sacapuntas, el filo de una tijera, se agarró las muñecas con presión, acelerando sus latidos con frustración, antes de que sus oídos se deleitaran con una notificación. Roier estaba llamando, la pantalla lo asombró, de inmediato contestó.