Capítulo 11

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Cuando regresamos al hotel no creí que fuéramos a salir otra vez, estábamos en el cuarto de Mick durmiendo, el tenía su cabeza recargada en mi pecho y sus brazos envueltos en mi cintura mientras yo acariciaba su cabello, había sido un día pesado para el así que no podía exigir nada.

–¿Tienes hambre?– preguntó Mick de repente, volteando a verme.

–Mm...algo.– admití.

–Pues vamos.– dijo Mick parándose.

–¿Qué?– pregunté confundida pero con una sonrisa.

–No voy a dejar que te mueras de hambre, Hil.– dijo ofreciéndome su mano para pararme.

La agarré y me puse mis zapatos con rapidez al ver que el ya estaba listo, me asome por la ventana e hice una mueca al ver que estaba nublado pero decidí ignorarlo.

–Vamos.– dije sonriendo.

Seguía a Mick ya que yo no sabía a dónde íbamos en el camino la temperatura empezó a bajar y yo me moría de frío pero no quería arruinar todo.

–¿Qué pasó?– preguntó Mick preocupado.

–...tengo frío.– dije en voz baja.

–Toma mi sudadera.– dijo el rubio quitándosela.

–No, ahora tú vas a tener frío.– dije sintiéndome mal.

–Hil, no te preocupes, no tengo frío y aunque lo tuviera prefiero que tú estés cómoda.– dijo Schumacher sonriendo.

Acepté la sudadera que me quedaba bastante grande y Mick se rió al ver que tenía que acomodar las mangas porque mis brazos eran muy cortos, sentí como Mick se ponía atrás de mí y me envolvía en sus brazos.

–Para que no tengas frío.– dijo guiñando un ojo, solté una risa y le dí un piquito.

Nos veíamos ridículos caminando abrazados y probablemente mi yo de trece años se burlaría de ver lo cursi de la escena, pero que se joda mi yo de trece años ella no logró siquiera hablarle al que le gustaba.

–Mick, nos vamos a caer.– dije riéndo cuando estábamos bajando unas escaleras.

–Buen punto, no puedo dejar que mi princesa se caiga y se lastime.– dijo antes de cargarme al estilo nupcial.

No manches, no manches, no manches.– dije aferrándome a Mick con miedo a caer.

–No te voy a dejar caer, tranquila...uy!– exclamó el alemán fingiendo que me soltaba.

¡Puta madre!– grité asustada.

Mick se moría de risa al espantarme y cuando por fin termino de bajar todas las escaleras se puso a correr sin bajarme, obviamente eso solo hizo que me agarrará más fuerte.

–¡Mick!¡Me voy a caer!– lloriquee.

–No voy a dejar que eso pase.– dijo el en respuesta.

Al final me bajo y tuve que esperar unos momentos para relajarme.

–Tu no tienes vergüenza.– dije negando con la cabeza, después de haber corrido cargándome no tenía ni una gota de sudor el maldito.

–Si la tengo pero me aguanto.– dijo el rubio sonriendo.

–¿Qué quieres comer?– preguntó.

–No lo se, podemos Mcdonald's?– dije dándole mi mejor sonrisa.

–Seguro, luego podemos ir a comer en un parque.– dijo pasando su brazo por mis hombros.

Entramos al Mcdonald's y ordenamos, en lo que esperábamos nuestro pedido me había quedado abrazada a él, se que es la misma pose típica de parejas pero me daba igual, no había esperado tanto tiempo por alguien como Mick para no vivir todos los clichés de parejas, me daba igual que tan melosos fueran. No tardaron mucho en darnos nuestro pedido y en cuanto nos lo dieron nos fuimos al parque, estábamos sentados en unas bancas comiendo.

–Hil, te puedo preguntar algo?– preguntó Mick de la nada.

–Ya lo hiciste.– dije molestandolo.

–No, pero enserio.– dijo el rubio sonriendo.

–Bueno... qué pasó?– pregunté inclinando mi cabeza para verlo un poco mejor.

–Es que, se que no nos conocemos de hace mucho, pero jamás había sentido algo así, sabes? Contigo la vida es como una montaña rusa, cualquier emoción que sienta es el doble de "potente" por así decirlo, toda mi vida he tenido una idea de lo que quiero y siempre he tenido mucho control en mis emociones. Pero desde que tú llegaste a mi vida, es como si todo eso se hubiera evaporisado, se que esto es demasiado precipitado y podemos tomarlo lento si es que así lo deseas pero si soy honesto ya no aguanto seguir con este sentimiento.
Hil, me gustas demasiado, mucho más de lo que las palabras lo pueden explicar y siempre que te veo sonriendo es como si toda mi vida estuviera resuelta, como si estuviera parado en una nube. Y me dí cuenta de lo que siento por ti de la peor manera posible, porque cuando me dí cuenta de que te había dejado plantada fue como si me hubieran clavado un cuchillo en el corazón, sobretodo después de que ví que te sentiste triste y me hizo sentir mil veces peor el saber que yo había sido el causante de eso. Nunca he sido bueno para poner en palabras lo que siento pero lo que si te puedo decir es que soy capaz de cursar todo el mundo solo para verte sonriendome...me dejas ser tu novio?– preguntó Mick viéndome con nerviosismo.

El hecho de que pensara que era capaz de decirle que no me hizo reír en mi interior, este hombre me tenía a sus pies desde que me dijo hola.

–Mick...si tú supieras lo mucho que te quiero, te farias cuenta de que la pregunta es hasta innecesaria. Cuando te conocí me quedé embobada y seré honesta al principio me moría de miedo de siquiera pensar en hablarte, siempre tuve una mala imagen de los pilotos, pero Mick me has hecho sentir como si yo fuera lo mejor en el mundo...aunque para mí lo seas tu, si, mil y una veces si.– dije sonriendo.

Sentí sus labios en los míos de inmediato y yo no dude en regresarle el beso, sonreímos a la mitad del beso y cuando por fin nos separamos me quedé perdida había un brillo hermoso en sus ojos, que me hizo darme cuenta de lo mucho que lo amaba, se que somos jóvenes y no tenemos idea de cómo amar, pero estaba dispuesta a intentarlo por el.

In Your Eyes || Mick Schumacher Donde viven las historias. Descúbrelo ahora