CAP 6

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—El tiempo lo cura todo —dijo Kat, y luego me dio un fuerte abrazo.

—Eso dicen.

—Nos vemos mañana —añadió—. Iremos a comer cupcakes, ¿De acuerdo?

—No lo dudes —respondí, porque ¿Quién podría rechazar unos cupcakes acompañados de la compasión de su mejor amiga?

No localicé ni a Tyler ni a Cole, pero como había accedido a que me sacaran de allí cuanto antes, seguí caminando hacia la puerta, suponiendo que los vería en un par de días en el despacho del albacea de mi tío. Todavía me quedaba pasar el trance de la lectura del testamento. Quizá después podría empezar a recuperarme.

Oí a Mile antes de verlo: su inconfundible voz grave, vibrante y tersa como una pluma. Me asaltó el deseo de desviarme del camino.

Por desgracia, él estaba justo en la salida.

—Lo entiendo —estaba diciendo—. Pero este no es el lugar apropiado.

—Es que sin la puta licencia para vender bebidas alcohólicas, no conseguiré suficientes beneficios, y no me darán la licencia sin...

En ese momento sí que lo vi y lo miré mientras atajaba a un hombre robusto y con cara de comadreja poniéndole una mano en el hombro.

—Este no es el momento. Pero te prometo que me encargaré de ello.

—¿De veras?

Percibí un ligero tic muscular en la mejilla de Mile.

—¿Estás dudando de mi palabra?

El tipo con cara de comadreja se mostró aterrorizado ante la posibilidad de haber ofendido a Mile.

—Claro que no. No quería decir que estuvieras...

—No hay problema. —El tono sereno de Mile contrastaba de forma rotunda con el nerviosismo de su interlocutor—. Me deben un par de favores.

Ya lo arreglaremos.

La comadreja asintió con la cabeza.

—Te lo agradeceré. Sé que lo harás.

Percibí el momento en que Mile fue consciente de mi presencia. Apenas un leve desvío de su mirada, que pasó de la comadreja a mi cara, y luego volvió al punto de partida.

—Mañana —añadió Mile—. Ya hablaremos. —Luego se volvió hacia mí, y así se despidió de forma definitiva de la comadreja, que salió escabulléndose por la puerta, dejando caer los hombros con un gesto de aparente alivio.

—Apo. —Su voz me acarició como una mano fuerte y firme, y sentí que el cuerpo me ardía por el recuerdo de su tacto. Desplazó la mirada con gesto rápido hacia Kevin—. Agente Warner.

—Bonito discurso —comentó Kevin. Tendió la mano para estrechársela —. Eres un hombre muy elocuente.

—En mi profesión es conveniente saber convencer a las personas — respondió Mile.

Por un instante creí que iba a ignorar la mano tendida de Kevin. Pero él también la tendió, y entonces descubrí que tenía los nudillos rojos y en carne viva. Me pareció increíble no haberme dado cuenta antes, y lo achaqué a la falta de visibilidad en la oscuridad. Y al hecho de que solo me había fijado en la proximidad de su cuerpo, en su tacto y en la revolución de mis hormonas.

—¡Mile! ¿Qué te ha pasado?

—¿Un enfrentamiento callejero, señor Phakphum? —preguntó Kevin con la intención de bromear, aunque a mí me pareció fuera de lugar.

EL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora