CAP 18

297 31 7
                                    

—Esto no está pasando, Apo —dijo, y borró de un soplo mi sensación de victoria, como si fuera la pelusa de un diente de león.

—Te equivocas —respondí.

—Pocas veces me equivoco.

—Pero también eres un engreído. Eso me gusta en un hombre. —Me incliné hacia delante para rozarle la oreja con los labios mientras hablaba—.

Solo quiero follar —aclaré, y sentí que mis labios se curvaban para dibujar una sonrisa cuando se le puso la polla dura en respuesta a mis crudas, aunque muy sinceras, palabras—. No te pido un anillo de casado. No te pido la eternidad. No te pido ningún compromiso. Joder, ni siquiera te pido una cita.

Solo deseo esto —dije mientras lo acariciaba—. Solo quiero terminar lo que empezamos.

—No es una buena idea —respondió, y percibí en su voz la tensión de su esfuerzo por controlarse.

—Creo que es una de las mejores ideas que he tenido jamás —murmuré —. ¿Qué fue lo que dijiste cuando saliste corriendo del ático? ¿Sobre esa promesa que habías hecho a mi tío? Te preocupa demasiado cumplir tus promesas. Bueno, pues ¿sabes qué, Mile? A mí también me has hecho una. A lo mejor no con palabras, pero... —Dejé la frase inacabada para que mi lenguaje corporal la terminara mientras me contoneaba sobre su regazo, sintiéndome salvaje.

Sintiéndome indomable. Tenía razón, no debíamos hacerlo. Sin embargo, ¿Cómo iba a parar si eso era lo que deseaba desde hacía tanto tiempo?

¿Cuándo lo deseaba de forma tan desesperada?

Le rocé los labios con la boca. Me sentía poderoso, estaba seguro de que la victoria era inminente y no pensaba retroceder ni un ápice.

Me eché hacia atrás con los ojos clavados en su mirada.

—Deseo lo que me prometiste.

—Maldita sea, Apo...

—¿Dices que no eres un buen partido, que no apueste por ti? —Seguí presionando, decidido a rebatir todas las protestas—. Me da igual. Nadie va a Las Vegas a ganar. Algunos solo van a divertirse.

—A mí me gusta ganar. —Su voz ronca me hizo estremecer.

—Entonces yo soy tu premio. No —rectifiqué, presionándole los labios con un dedo antes de que pudiera decir otra palabra—. Quiero volverme loco contigo, Mile. Quiero volar contigo. Una vez. ¿No podemos arriesgarnos una vez?

—Es una locura —sentenció, mientras me deslizaba la mano por la espalda para agarrarme por el cuello.

—A lo mejor.

—Te arrepentirás —murmuró mientras que con la otra mano me acariciaba el muslo desnudo.

Yo jadeaba.

—No.

—No seré amable. Si me suelto, no pienso contenerme.

—No te pido que lo hagas. —La sensación de triunfo se acrecentaba en mi interior mientras tragaba saliva. Tenía los pezones tan erguidos que me dolían, y me palpitaba el sexo, exigiendo todo lo que Mile prometía—. ¿No lo entiendes? Lo quiero todo. Quiero volar.

—¿Volar? —preguntó mientras su mano subía cada vez más, y cada centímetro que iba recorriendo disparaba una ráfaga de chispas por todo mi cuerpo.

Ya no había vacilación en sus palabras, solo pasión y una fuerza tan vibrante que no me cabía ninguna duda de que cualquier control que yo creyera estar ejerciendo había quedado sepultado bajo el dominio de ese hombre.

EL DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora