CAP 9

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Su mirada se ensombreció, y temí haberlo presionado demasiado. Temí que todo cambiara de golpe y que de pronto solo fuéramos dos personas en la pista de baile de un antro de mala muerte, sin ese calor ni ese deseo que nos unía. Entonces me agarró con las dos manos por la nuca y me pegó más a su cuerpo. Lancé un suspiro ahogado, inspirando el perfume de la excitación, tanto la suya como la mía. Inclinó la cabeza y se me puso la piel de gallina cuando me mordió el lóbulo de la oreja.

-Te lo juro por Dios, APO, eres como la criptonita: destruyes todas mis defensas. -Se echó hacia atrás y me agarró la cabeza con las manos, al tiempo que deslizaba los dedos entre mi pelo mientras me sujetaba con fuerza para mantenerme inmóvil.

Empecé a jadear, presO de la impaciencia. Separé los labios de forma casi imperceptible e intenté inclinarme, atraídO como un imán por la energía de ese hombre. Me agarraba con firmeza, y supe que cualquier ventaja que tuviera sobre Mile Phakphum era insignificante. Él podía girar las tornas en cuanto quisiera. Joder, sí que era peligroso. Y en ese momento era mío.

-He hecho un montón de tonterías -confesó-. Pero esta puede ser la peor de todas.

Intenté negar con la cabeza, pero él seguía agarrándome con fuerza.

-No me lo creo -dije.

-Sí que lo es. -Deslizó una mano hasta la base de mi cuello y me mantuvo inmóvil mientras me acariciaba con suavidad el labio inferior con el pulgar de la otra mano. De forma automática, abrí la boca y empecé a jadear, estremecido de pies a cabeza. Ya no le ocultaba nada, no quería esconderme.

El aire que corría entre nosotros estaba cargado de calor y lujuria, y aunque llevaba un traje, jamás me había sentido tan desnudo.

La punta de su dedo pulgar seguía atormentándome el labio. Me metió el dedo en la boca, solo un poco, y aunque una parte de mí, mi rebeldía, quiso actuar como si nada ocurriera, fue imposible no reaccionar. Cerré los labios alrededor del dedo, saboreándolo con la lengua, chupándolo con los labios.

Cerré los ojos, solo sentía el peso mi cuerpo y el deseo de mi sexo palpitante. Gemí, me parecía increíble estar tan excitado cuando el único contacto físico que teníamos era su dedo pulgar en mi boca y su mano en mi pelo.-

Si supieras lo que deseo hacerte ahora mismo, saldrías corriendo. - Habló con una voz grave y cortante como un cuchillo; que me desgarro.

Intenté responder, pero no logré articular ni una palabra. Con una increíble fuerza de voluntad, volví a intentarlo y, no sé cómo, conseguí hablar.

-No he salido corriendo.

Su mirada era sombría, apasionada. Sus emociones se debatían en combate. Las sombras se cernían sobre su rostro, lo que le daba una apariencia incluso más peligrosa. Por un momento, no estuve seguro de si quería que ganara o perdiera esa batalla contra los sentimientos.

Aunque daba igual, porque me agarró con más fuerza por el pelo y me obligó a pegarme a él una milésima de segundo antes de que su boca me devorase los labios. Nos rodeaba una algarabía de gente bailando, riendo y chillando, pero la sangre palpitándome en los oídos me impedía oírlos.

Separé los labios, y su lengua penetró en mi boca, reclamándome. Mile sabía a lujuria, como el más refinado de los chocolates o el más intenso de los licores. Me agarré con fuerza a él y hundí los dedos entre las sedosas ondas de su pelo, con mi cuerpo apretado contra el suyo.

Me sentía más ligero que el aire y me alegré de que él me sujetara con tanta firmeza porque, de haberme soltado, habría salido flotando hasta el techo.

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