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05:Intentando no enloquecer.
-¿¡Entonces está saliendo con alguien!?- dice exaltadísimo.
-Uf, Dios- suspira Cristian cansado.
-¡Y no me dijiste nada!- lo mira indignado.
-Superá, pa. Dejá de joderme a mí- dice Cristian acostado en el río.
-¡Pero..
-Da' Enzo, no seas pelotudo- acota Nicolás quejándose. -¿Qué esperabas que el Cuti te lo dijera así nomás? Siendo que Lisandro es amigo de Julián, no seas bobo- niega jugando a tirar las propias piedras del río.
-Mal, aparte, no te incumbe mucho que digamos. Vos lo hiciste mierda al pibe- dice Montiel buscando algo en su mochila.
-Sí, banco- asiente Leandro recostado sobre su mochila.
-Menos mal que son mis amigos- se queja Enzo sentándose con el ceño fruncido.
Sin duda lo había descolocado el saber que Julián estaba con alguien más. Le enojaba también el hecho de que su amigo supiera de esa incipiente relación y no le contase nada. El silencio reina en el lugar porque todo el grupo está de acuerdo en que Enzo no merecía, o no debía, saber que Julián estaba con alguien más. De todas formas, ¿A él qué le importaba si el chico empezaba a salir con otro? Si él le había roto el corazón.
-¿No van a decir nada?- pregunta como al aire.
-¿Qué querés que digamos?- dice Cristian un tanto irritado.
La paciencia no era el fuerte del cordobés.
-Y, no sé- responde haciendo que el otro voltee sus ojos.
-¿Ves que sos gede porque sí?- dice chasqueando su lengua. -Soltar y seguir hermano, soltar y seguir- asiente.
-No sé, pa' charlas filosóficas no estoy ahora- suelta Otamendi levantando su mochila del pasto. -Me voy a mi casa ya, tengo que ver qué voy a hacer con Ale- asiente hablando en un tono diferente, más apagado.
-Suerte, mi corazón- bromea Leandro para animarlo y logra sacarle una risa.
Todos lo despiden deseándole lo mejor, y esperando en su interior que la pareja se reconcilie. El río queda en silencio, en sus cabezas resuenan cosas diferentes y aprovechan para pensar en ello. Algunos maquinaban sobre el futuro, otros sobre el presente, las relaciones, el estudio, mientras que el mundo de Enzo gritaba un nombre y un apellido que todos conocemos, pero que a él le cuesta admitir. ¿No era que Julián no le importaba? ¿Por qué ahora se estaba persiguiendo tanto con que el otro estuviera en una relación? ¿Acaso era algo serio o solo pasajero? Tenía muchas preguntas y pocas respuestas, cosa que no le servía en lo absoluto. Y lo peor de todo, era que cuando Enzo se proponía pensar algo podía pensarlo días, y días, hasta que no lo hablara con alguien y él mismo se diera cuenta del por qué estaba pensando tanto en aquello. Capaz necesitaba una de esas charlas de noche de verano, en malla, medio tomado y sentado en una silla de plástico.