Un nuevo comienzo

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Abrí los ojos y la habitación estaba a oscuras.

La televisión se encontraba encendida y me pareció extraño, Anna solía apagarla antes de irse. Miré el reloj que estaba a mi lado, pero este no se hallaba en su lugar. Tratando de recordar si alguien lo había tomado por alguna razón, me senté en la cama y de inmediato me di cuenta de que estaba libre de aparatos, ni siquiera el tubo de suero tenia conectado a la piel de mi brazo.

Asustada por lo que sucedía traté de llamar a alguien, pero pronto noté que una persona ya estaba ahí, sentada en el sofá junto a mi cama. Alguien que nunca imaginé que estaría allí. Sin saber que reacción tener, lo observé fijamente y en el mismo instante, él sonrió.

-¿Qué...qué estás haciendo aquí? -pregunté anonadada.

Él río

-Lo mismo que tú.

Mal momento para bromear.

-¡No estés jugando conmigo, Myers! -comenté enfadada-. Quiero saber que está pasando. Que estás haciendo aquí o que estoy haciendo yo aquí... si tú o yo...

Sonriendo, se levantó y caminó hacia mí.

-¡No! -lo detuve-. No te acerques más hasta que me digas, ¿fallecí? ¿Por eso estoy aquí? ¿Contigo? -cuestioné entre balbuceos-. No. No. No. Seguro ya me estoy volviendo loca, sí, seguro es eso. Tu partida me dejo tan mal que todavía no la supero y cada vez estoy peor que ya estoy imaginando cosas, como esto, por ejemplo.

Fred río de nuevo, sentándose al borde de la cama.

-¿Por qué te estas riendo? Tu estas...

-Muerto, lo sé.

Frustrada, miré alrededor.

-Espera, estoy soñando, ¿no?

-Si así lo crees -susurró.

Suspiré.

-Genial. Ahora además de pensar en ti todo el día, también tengo sueños raros.

Sonrió.

-Amaba tu sentido del humor -comentó.

-Eres fastidioso.

-Y también amaba cuando te enfadabas.

-¿Sabes? -lo miré-. Quiero besarte y golpearte tan fuerte que jamás seas capaz de olvidarlo.

-Guau, eso es nuevo. Creo que nunca te había visto tan enojada.

-¡Claro que no! -Se me quebró la voz-. ¡Por qué nunca me dijiste lo que sucedería!... ¿Cuál fue el precio? ¿Perderte?

-Catherine...

-¿Esto es un sueño, no? ¿Puedo golpearte por hacer tal estupidez?

Él se encogió de hombros

-Puedes intentarlo.

Tomando una respiración profunda, lo rechacé.

-¿No lo harás? -me preguntó.

-No... no quiero hacerlo.

Acercándose, continuó sonriendo y me tocó la cara. Me sobresalté al sentir su toque y por un segundo creí que aquello era real.

-Sigues siendo hermosa.

Cerré los ojos para no llorar.

-¿Por qué me abandonaste?

-Yo no te abandoné -contestó.

Me atreví a observarlo, encontrándome con esa tierna mirada que me adormecía.

-Confié en ti cuando prometiste que estarías a mi lado.

-Y estoy a tu lado, ¿no?

Fruncí el ceño, confundida.

-Esto quiere decir que... ¿estoy muriendo?

-O solo podría ser un sueño. Lo que prefieras.

-Maldición. Nadie me dijo que cuando te estas muriendo empiezas a alucinar.

Sonrió divertido.

-Entonces, ya que estoy muriendo y tú estás aquí, ¿tienes algo que decirme? -comenté-. Probablemente no tendré otra oportunidad porque seré ese tipo de fantasma que aparece para asustar a los demás.

-Sí, hay algo que quiero decirte.

-¿Qué es?

Nuestros ojos se conectaron.

-Fuiste a quien más amé en toda mi vida.

Sin saber que decir seguí mirándolo por unos segundos. Fred puso su mano sobre la mía.

-¿Serás capaz de vivir sin mí? -me preguntó

-Usaré tu pregunta como afirmación -le respondí.

Me besó la frente con cariño.

-Puedes vivir sin mí.

*

-Cath, ¿puedes oírme?

Abrí los ojos y durante un rato no vi nada, me dolían los ojos, el pecho y todo me daba vueltas. Parpadeé varias veces hasta que me acostumbre a la luz y cuando esto sucedió, vi a mi lado al doctor Walter, acompañado de Anna y otros médicos.

No estábamos en mi habitación, sino en otro tipo de sala postoperatoria.

-¡Hola! -Anna me saludó.

No le respondí de inmediato, todavía estaba un poco confundida.

-Está todo bien. Aun tienes el efecto de la anestesia, pero pronto pasará -dijo Walter con convicción-. ¡Bienvenida de nuevo, Catherine!

Segunda oportunidad (YA EN FÍSICO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora