Sorpresas en la fiesta

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Capítulo dieciocho

Dafne necesitaba a Ulises, por lo que este tuvo que dejar a Nadia con Nathaniel y Yamila.

—Creo que ustedes dos me deben una explicación —dijo Nadia a su hermano y su amiga—. ¿Desde cuándo están juntos? ¿Por qué no me contaron?

—No queríamos que se supiera todavía por qué no estábamos seguros. Si nos peleábamos se volvería incómodo para ti, ya que los dos somos muy cercanos —dijo Nathaniel a Nadia.

—Lo lamento tanto Nadia. Fue mi error ocultarlo. No te enojes con Nathaniel —dijo la muchacha como si sintiera culpa.

—No sean así —dijo Nadia y los abrazó a los dos—. ¿Cómo podría enojarme con ustedes?

—¿Lo dices en serio? —preguntó Yamila sorprendida.

—Me alegro de que estuvieras aquí —dijo Nathaniel a Nadia—. No, considero que nos animáramos a contarlo sino fuera así. Esto hizo todo más fácil.

—Me parece que les daré algo de espacio —dijo Nadia al ver cómo los dos se miraban.

Después de que Nadia saliera, Nathaniel se puso de rodillas.

—Mañana debo volar a Milán por trabajo. Hace meses que llevo esto en mi bolsillo y no lo había sacado porque no querías que Nadia supiera lo nuestro —dijo Nathaniel sacando un anillo de su bolsillo.

—Nathan —dijo Yamila poniéndose a llorar.

—Yami, soy feliz a tu lado. No quiero pasar otro día sin despertar a tu lado —dijo Nathaniel mientras notaba como el peso que había llevado en sus hombros caía con esas palabras—. ¿Tú quieres?

Yamila estaba tan feliz que solo abrazó a Nathaniel.

—Amor, debes darme una respuesta —dijo este tratando de no caer al suelo por la fuerza del abrazo de Yamila.

—Sí, sí, sí quiero —dijo ella y él le colocó el anillo para luego besarla.

—Seré tuyo por siempre —le dijo Nathaniel mientras secaba las lágrimas de su amada prometida.

Mientras tanto, Ulises había ido hasta la bodega con Dafne. Esta estaba muy nerviosa.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Ulises sin entender.

—Una clienta dijo que nos denunciaría, ya que la comida le hizo mal. Empezó a gritar en la inauguración diciendo que si no hablaba con usted en ese mismo instante llamaría a la policía. No supe que más hacer, por el hecho de que no estaba dispuesta a que la recibiera en la oficina —dijo Dafne preocupada.

—No accedas a todo lo que los clientes te pidan. La próxima vez has que esperen —dijo Ulises apoyando su mano en el hombro de Dafne para que esta se tranquilizara—. La próxima vez que griten, yo me haré cargo. Ahora ve a ayudar a tus compañeras. Hablaré con la cliente y le pediré que me acompañe a la oficina para que estemos más cómodos.

—Gracias, Ulises. Lo lamento —dijo Dafne más tranquila. Esa mujer la había puesto muy nerviosa.

Dafne se fue, aunque aún le temblaba el cuerpo. La actitud de la clienta la había dejado muy angustiada.

—Disculpe, si no le molesta es mejor que vayamos a conversar a la oficina —dijo Ulises a la mujer que estaba de espaldas a él.

—Hola, Ulises —dijo Cicca.

—¿Cicca? —Ulises estaba sorprendido.

—Hola, cariño —dijo ella y lo abrazó para luego tratar de besarlo—. Delante de tu hermana no quise molestarte, pero quería hablar contigo.

—Suéltame —dijo Ulises apartándola de sí—. Tú y yo no tenemos nada que hablar.

—Claro que sí. Le dije a tu abuela que nosotros nos acostábamos —dijo ella sonriendo.

—Sabes bien que eso es una mentira —dijo Ulises furioso.

—Creo que es hora de que reconozcas tus errores —dijo Cicca mientras le mostraba su teléfono celular.

En él había un video donde Ulises estaba recostado en una cama, parecía estar ebrio. De repente Cicca aparecía desnuda y comenzaba a hacerle oral. Luego, mientras él seguía dormido, se subía sobre él y tenían relaciones.

—Eres una demente, prácticamente abúsate de mí —dijo este más enojado que antes.

—Puede ser. Pero esto prueba que no eres de confianza para tu linda esposa —dijo ella mientras le quitaba el teléfono de las manos y rasgaba su ropa.

—¿Qué haces? ¿Qué mierda quieres Cicca? —Ulises empezaba a desesperarse. Esta mujer estaba loca.

—Te quiero a ti. Quiero ser tu amante. Sé de buena fuente que no estás teniendo relaciones con tu mujercita por lo del bebé. Así que puedes tomarme aquí mismo —dijo y se sentó en una silla y abrió las piernas. Llevaba falda, pero debajo de esta no había ropa interior.

—Estás demente. No te tocaría, aunque fueras la última mujer sobre el planeta. Entiende que no te quiero y ni siquiera me gustas. Amo a Nadia y no la engañaría con nadie.

—Eso es lo que crees —dijo Cicca sonriendo—. ¿Te gustó el vino?

Ulises estaba mareado, pero pensó que era el cansancio, por tanto, trabajar y casi no dormir en casa por ayudar a Nadia con la bebé.

—Estuve atenta a ti toda la noche. Incluso te mandé mi vino especial. Dentro de unos minutos solo desearás satisfacer tus deseos y no te importará quien esté delante de ti —dijo ella mostrando sus pechos.

—¿Qué me hiciste? —preguntó Ulises, ya que no podía respirar bien.

—Te drogué con el afrodisiaco más fuerte que existe en el mercado negro. Si no lo haces sentirás cómo su piel quema y el dolor empezará a hacer que desees estar muerto o dentro mío —dijo ella acercándose a él.

—Rompiste mi ropa. Estabas tan desesperado por estar conmigo que abusaste de mí —dijo la mujer mientras termina de rasgar su camisa.

—Apártate. No te tocaré —dijo Ulises mientras se quitaba la corbata para tratar de respirar bien.

—Mírame cariño. Deséame —dijo ella sosteniendo el rostro de Ulises—. Bésame como lo hiciste esa vez en tu coche. Sentir tus dedos en mi interior. Nunca fui más feliz, creo que después de ese día me enamoré de ti.

—Te dije que te alejes de mí —dijo Ulises apartándola y tratando de salir de la bodega. Necesitaba encontrar ayuda.

—No sabes cuánto anhelo tenerte en mi interior. Incluso podrías hacerme un bebé, ya que no me estoy cuidando. Eso sí, me gustaría, llevar una parte tuya dentro mío por nueve meses —dijo la mujer mientras se interponía en el camino de Ulises para que este no pudiera ir a las escaleras.

—Aléjate de mí, loca —dijo Ulises con la poca fuerza que le quedaba.

Cicca le quitó el saco y la camisa mientras este subía las escaleras. Después de que lo dejara en cuero, la puerta se abrió. Dionisio y Nadia estaban ahí.

Autora: Osaku 

Una niñera para el CEO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora