Aunque no lo creas

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Capítulo treinta y nueve

Nadia fue a ver a un terapeuta para que la ayudara a aceptar que Ulises era la misma persona que antes del accidente. Pero sin importar que fuera lo que le dijeran, había algo dentro de ella que seguía sintiéndose raro.

—Hola —dijo Ares al verla salir de una clínica. Nadia lo miró, pero no dijo nada—. Vas a mojarte si sigues así.

Él llevaba un paraguas, aunque era una llovizna. Había ido a recogerla, ya que quería que ella lo perdonara por haber sido tan rudo durante la luna de miel.

—¿Por qué viniste? —preguntó ella mientras subía al coche.

—Debo pedirte disculpas. Me comporté como un cretino. He pasado por mucho, no quise preocuparte. Pero es muy estresante para mí no poder recuperar la memoria —dijo él tratando de llegar a conmoverla. Era obvio que no la conocía enojada.

—Eso no te da derecho a hacerme eso en nuestra luna de miel —le recordó Nadia.

Sin embargo, Nad... Tú estabas muy... Me pedías que no me detuviera. Pensé que quizás lo hacíamos así antes —dijo él y al darse cuenta de que ella seguía sin prestarle la atención que buscaba usó otra carta—. Si me das otra oportunidad puedo demostrarte cuando puedo amarte y mimarte con suavidad.

—Quizá deberíamos hacer algún tipo de tratamiento para que recuperes la memoria, hay hipnotistas —dijo ella, pero Ares no la dejó seguir.

—Sabes que no quiero que me vean esos loqueros —dijo él, molesto.

—¿Y si pudiera ayudar? —preguntó ella. Ambos buscaban cosas distintas.

—Entiendo, Minina. Pero es posible que yo ya no vuelva a ser el de antes. Aun así, te prometo que haré que te enamores de mí una vez más —dijo y Nadia se quedó mirándolo.

Para Nadia, él estaba poniendo todo su esfuerzo. Sin embargo, no podía perdonarlo aún.

—Te amo, eres lo más importante en mi vida —dijo él tratando de parecerse a Ulises lo más posible. Ser él mismo no estaba funcionando. Sé que ya me has dado demasiadas oportunidades, pero solo te pido una más.

En ese momento llegaron a su casa. Él bajó primero del coche y le abrió la puerta. Una vez que ella bajó, él la agarró de los hombros y le pidió que lo mirara.

—Mírame a los ojos y dime que me darás otra oportunidad, por favor —dijo él y Nadia al hacerlo se dio cuenta de que eran los mismos ojos enamorados llenos de brillo que tenía antes del accidente. Él la amaba, ¿por qué eso no le bastaba?

—Está bien, eres mi esposo y te amo —dijo ella tratando de sonar sincera. Ya ni eso le salía decirle—. Lo haré solo si tomamos una terapia de pareja.

Ares estaba feliz de haber conseguido eso, al menos eso. Por lo que le dio un tierno beso en los labios. Uno que ella no continuó como otras veces. Aun así, él estaba seguro de que ella sería suya para siempre. Ahora tenía que convencer a su abuela de que le permitiera quedarse. Cuando tuviera el poder de la empresa de Nadia podría negociar mejor las cosas.

Autora: Osaku

Una niñera para el CEO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora