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– ¿Señor pollero?¿Está usted aquí? – Mayichi se presentó en las repisas del restaurante, buscando respuestas del Oso, quien al parecer estaba ocupado en otras cosas.

– ¿Qué pasó Mayichi? – Dijo el Argentino secándose las manos con un trapo. Como siempre, su acento sonaba como si estuviera agrediendo a alguien.

– Señor pollero ¿Tiene de la azul? – Pregunto con una cara de malicia. Esto hizo que el oso resaltará por el tono utilizado en aquella frase.

Mayichi, acá no se puede hablar de eso, esto es un restaurante. – Dijo mientras miraba a la muchacha intimidante.

– Lo lamento Señor pollero...– Apenada, se encogió de hombros. Su cara parecía de temor o más de vergüenza

– Y ahora, no tengo, pero después te hablo cuando consiga. – Dijo susurrando. Esa tal azul parecía ser una sustancia ilegal consumida por varios.

~▪︎~

Juan Guarnizo se encontraba en el santuario, como siempre, cuidando todo lo que vendría a ser trofeos, reliquias y sobretodo, el cetro del profeta, anteriormente robado por Spreen. Era la reliquia que más cuidaba, ya que no quería que alguien la volviese a robar, sería asesinado al igual que el Oso. Todo su santuario estaba tranquilo, no había nadie que lo molestara, no estaba aquel Oso pardo que llegaba sin permiso y molestarlo o hacerle bromas. Estaba feliz por lo visto.

Su sonrisa de alivil cambió al escuchar un sonido muy peculiar de chispas perdiéndose... una TNT iba a ser explotada en algún lugar del santuario, Juan corrió a verificar donde estaba esa TNT, pero lamentablemente no llegó a tiempo y aquel explosivo explotó en una parte del santuario. La entrada de aquel.

– ¡Hijos de puta! – Gritaba el mago con toda la furia que llevaba. Todos los días era lo mismo, alguien misterioso venía y explotaba parte de su santuario. Todos estaban enojados con él por lo que hizo, pero a Juan no le importaba, quería protejer su santuario, pero por esos chicos que venían a destruir el santuario, era imposible protegerlo.

Juan cada vez se estresaba más, no podía descuidarse un segundo porque alguien vendría y le explotaría todo el maldito santuario. Claramente, el Mago no querría que eso sucediera, de tanto que le costó construirlo. ¿Por qué todos están tan enojados con el por haber matado a Spreen? ¿Qué importancia tiene ese Oso que tanto lo quieren?

– ¿Qué mal yo hice Dioses? – Repetía una y otra vez. El peso que llevaba encima era demasiado, y más teniendo que aguantar a todos sus compañeros. Pero..  algo le hizo sobrepensar... – Maté a Spreen....– La muerte de Spreen hizo que todos desarrollaran odio al Mago, algo totalmente razonable, Spreen es alguien importante para el pueblo, todos lo aman, todos le tienen respeto.

Pensó, Él tiene una vida difícil, es el hijo del profeta, alguien quien odian mucho, es dueño de un santuario y los Dioses están a su favor, es difícil. Pero la vida de Spreen... era aún más difícil, Tenía una empresa de revistas, un restaurante, ¡e Incluso una ciudad! Era un hombre muy ocupado, y aún así el planeaba construir un estadio de fútbol, también debía aguantar a todos sus compañeros que se burlaban explotando sus construcciones, y con el tema de su guerra con Reborn era peor. El era un hombre bastante ocupado... Y él lo asesinó sin piedad.

– Wow Spreen... No se como podías vivir así - El Mago observaba el cielo de amanecer, olvidándose que su santuario había sido explotado por sus compañeros. Esa sensación de arrepentimiento se hizo presente en la mente de Juan.

– p-Perdón Spreen... - Decía en voz alta. Maldiciendo el día en que clavó una vara en el estómago de Spreen.

Esa escena sangrienta fue muy traumática para muchos... Pero Juan jamás de dio cuenta de eso, hasta ahora. Un cetro filoso en la punta atravesó el estómago de Spreen, dejando un agujero allí.. al mismo tiempo Spreen se miraba seriamente, Juan estaba furioso, esperando la caída del Oso. Luego de unos segundos, Spreen miró a Juan... Se arrodilló, apretando fuertemente la grieta que le había hecho Juan, hasta que no aguantó más y cayó en el suelo, totalmente Inconsciente.

Todos los amigos de Spreen se acercaron a él para ayudarlo, gritarle para que se despierte, pero era imposible, Spreen estaba en el quinto sueño o casi muerto. Trataban de ayudarlo, lo levantaron y presionaron la herida para que no sangre, pero fue casi imposible, Spreen tenía sus pupilas transparentes, y miraba sin expresión al Mago.

El Mago, no tenía sentimiento de arrepentimiento, solamente soltó unas risas malévolas ante la caída del Oso. Aquellas lágrimas que sus amigos habían derramado... todo por culpa de Juan... Mientras el mago reía, los otros lloraban y gritaban, tratando de llamar la atención de Spreen, algunas esperanzas de que este recupere la consciencia... jamás pasó... sangre salió de la boca del Oso, lo cual asustó a los de su alrededor. Gritaban su nombre con las últimas esperanzas que les quedaban... pero solo pudieron notar como Spreen cada vez respiraba más lento... al parecer ya no tenía fuerzas.

– Tranqui bros....– Las últimas palabras que pudo decir Spreen, con las últimas fuerzas que le quedaban. Un último suspiro se hizo del Oso, para cerrar los ojos como última acción de la noche... Luna llena por cierto...

– ¿Spreen? ¡¿SPREEN?! ¡CONTESTAME LA CONCHA DE TU MADRE! – Gritaba su amigo Carre, ya con lágrimas escapándose de su rostro. El Oso ya no respondía a nada, ni tampoco respiraba, estaba muerto. Sus otros grandes amigo, Carola y Mayichi estaban presentes ahí, también intentando despertar a Spreen, pero fue imposible.

El Mago, reía, como si hubiesen contado un chiste. La risa que irritaba a todos los habitantes del pueblo. Carola, miraba con odio y desprecio al mago, como si fuese una masa de Mierda, que para él, lo era.

《-Extrañamente idiota.-》- Spreen TortillalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora