>Six<

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{SUCESOS}

Una noche tranquila cómo otras. el señor Spreen había robado la vara del profeta, que el profeta le entregó a Juan. Había pensado una broma, bromas pesadas. El y su compañero Ocho8 habían trabajado juntos para robar la vara, reían y se burlaban.

Spreen fue a su casa, con la vara y le dijo a Ocho8 que tuviera cuidado por si el hechicero volvía, no quería que sus buenos compañeros se metieran en las travesuras que él hacía o causaba.

Estaba cansado, de la guerra con Reborn y todas las cosas que hacía, construir, atender clientes, manejar Tortillanews, entre otras cosas.

Se recostó en su cama, en su casita de tierra, muy pequeña, pero había espacio para el, pelusa y todos sus cofres. Dio un suspiro mayor y cerró los ojos.

¡SPREEN! – Un grito se escuchó fuera de la casa de Spreen. Éste se despertó de un salto.

El oso, algo confundido salió de su casa, pero se sorprendió al ver a muchos de sus compañeros dañados, mirando a un mago hechicero que estaba muy furioso, detrás de él, se encontraba el Profeta ¿Qué mierda estaba pasando?

Miró hacia un costado y pudo observar como la mitad de la pollería estaba destruida y el llamas, esto enfadó a Spreen.

– ¡¿QUÉ HACES?! LA CONCHA DE TU VIEJA PUTA.– Gritaba Spreen. Todo era muy confuso.

¡DEVUELVEME EL PUTO CETRO! – Juan estaba Loco, apuntaba a Spreen con una espada de tres puntas.

Calmate hermano. – Spreen decía tratando de tranquilizar a Juan. Volteó hacia un lado y pudo observar a varios compañeros suyos curando a Ocho8, éste al parecer fue golpeado por Juan... se arrepentía de haberlo metido a esa situación.

Devuelveme el Cetro y te perdono la vida. – Decía Juan bajando su tono. Spreen estaba furioso, dañó su pollería, dañó a sus amigos, y reclama cosas, justo como lo haría el profeta.

– SOS UN PELOTUDO ¿MIRA LO QUE HACES? – Dijo Spreen apuntado a sus amigos y a su pollería – ¿TE PENSÁS QUÉ TE VOY A DAR EL CETRO?

Spreen... dale el cetro – Uno de sus amigos le repitió lo mismo, Betra. El oso se negaba a dárselo, no se iba a rendir así de fácil.

– ¡Spreen! Dame el cetro – Insistía Juan. El Oso no decía ninguna palabra, estaba callado, es cómo si estuviera congelado. – ¡SPREEN MALDITA SEA, DAME EL PUTO CETRO! – Ese grito sacó al Oso de sus pensamientos, y al ver que éste empezó a flotar, alarmó al argentino. Rápidamente Spreen sacó el cetro de su inventario y se lo iba a pasar.... pero... fue demasiado tarde...

La espada de tres puntas de Juan, logró atravesar el estómago del Oso... Spreen había tirado el cetro antes de eso, pero la espada lo atravesó de cualquier forma.

Al momento, Juan vio que Spreen tiro el cetro, antes de que le tirara la espada. Esto le dio lástima, pero a la vez felicidad.

Sus amigos de los alrededores, vieron todo eso y sus rostros estaban aterrados, jamas habían visto una escena así.

Spreen observaba fijamente aquella espada que estaba clavada en su estómago. ¿Dolía? Si, pero no lo sentía. El nunca creyó que un amigo suyo haría eso. Aunque Juan y él discutieran mucho, eran buenos amigos, pero... jamás creyó aje algo así sucediera.

– Te la tenías merecida. – Dijo Juan y bajó al suelo. El profeta estaba en shock, nunca imaginó que Juan fuese capaz de hacer eso.

No tardó mucho a que Spreen volviese a la realidad, y mirara a Juan. Éste se reía sin piedad. Era una sensación rara, pero no dolorosa, casi ni lo sentía.

El Argentino apretó con fuerzas la espada, para luego mirar hacia sus alrededores, donde se encontraban sus amigos. Estos estaban aterrados, preocupados.

El oso soltó una risa – Y bueno... Boludo... esto iba a pasar – Dijo. No tardó mucho para que cayera de rodillas y con el, bastante sangre que caía de su estómago.

Cierra la maldita boca. – Juan esperaba que el Oso se desmayara. Estaba tan furioso, tanta rabia corría dentro de él.

Los lentes del Oso cayeron al suelo, dejándose ver aquellos ojos misteriosos, no muy llamativo, ojos grises brillosos, serios, comunes. Pero no tanto como para la gente de sus alrededores, ese misterio fue lo más bonito aje vieron.

Spreen ya había perdido el equilibrio, su cuerpo lo obligaba a descansar, pero el Oso trataba de mantenerse despierto. Su vista comenzó a cegarse y sus ojos le pesaban demasiado. Su cuerpo se estaba balanceando para caer.

Spreen utilizó sus últimas fuerzas para quitar aquella espada de su estomago, mirando fijamente ese objeto, para luego mirar a Juan, que este estaba sonriendo.

Tiró la espada para donde estaba el mago hechicero y lentamente se fue cayendo. Quedando boca abajo, con los ojos casi blancos y su mirada de cansancio.

Algunos de los amigos de Spreen, fueron hacia el, a ayudarlo, pero para eso, Spreen ya estaba inconsciente. Toda la sangre que derramó, fue la suficiente como para ya dejar sin vida al Oso.

Tanta gente viendo aquella escena, fue increíble, un enfrentamiento tan corto pero terminó siendo fatal para el casi todo en pueblo.

– ¡SPREEN! SPREEN LA CONCHA DE TU MADRE, ¡LEVANTATE!

– ¡¿Spreen!? ¡¡Spreen despierta!!

– ¡¡¡SPREEN!!!

. . .

《-Extrañamente idiota.-》- Spreen TortillalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora