-Bien, ahora, ¿qué hacemos?-
-Pues jugar, ¿qué más?-
-¡AAAH SÍ! ¡¡Vamos chicos, por algo estamos en el parque!!-
Y así, aquel trío de niños se fueron a divertir en el arenero.
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UNA HISTORIA DE SABITO Y GIYŪ TOMIOKA X LECTORA FEMENINA.
Distintas...
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Bien. Hoy es el día. ¡Finalmente me declararé! Lo estuve pensando mucho tiempo y me siento diferente cuando estoy con ellos, siento las dichosas "mariposas" en el estómago. No puedo evitar sonrojarme con la cercanía... me siento tan cómoda con ellos, y desde hace tiempo comencé a pensarlo, no los veo como sólo unos amigos, los veo como la persona que me gusta.
Es extraño, ¿es posible que te gusten dos personas a la vez? No lo sé, pero puedo confirmar que conmigo sí es posible. Sólo... solo espero que todo salga bien.
Si no son mutuos... estará bien, al menos lograría el cometido. Sabito Urokodaki, Giyū Tomioka. ¡Ahí voy, yo, T/N Sugawara! .
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—¿Has visto a Giyū o a Sabito?— preguntó la chica de cabellera [color de cabello] con una sonrisa.
—Oh, lo siento, T/n-Chan. Pero no los he visto hoy. ¿Es importante? Podría ayudarte a buscarlos.— respondió la chica a quien le preguntaba la fémina.
—Bueno... un poco, sí. ¡Lo agradecería, Suzuki-Chan!— respondió con una sonrisa y brillo en sus bellos ojos [color de ojos].
—T/n-Chan, te he dicho que no es necesario me llames por mi apellido, ¡Mi nombre es Hana!— dijo con una expresión graciosa.
Las chicas emprendieron una búsqueda por la escuela. Recorrieron pasillos, revisaron salones, preguntaron a los demás alumnos, pero no los encontraban. Hasta que, una chica les dijo que los había visto practicando básquetbol en la cancha, por lo que ambas fueron hacia allá.
Al llegar al lugar, se dieron la grata sorpresa de que sí, allí estaban ambos.
—Bueno, supongo aquí me despido yo, fue un placer pasar tiempo contigo.— dijo Hana, despidiéndose de ____.
—Igualmente, ¡adiós Hana-Chan! Gracias.— contestó, y finalmente se acercó a los chicos para citarlos y poder confesarse.
—¡Giyū-kun! ¡Sabito-kun!— llamó la chica, con esperanzas de que voltearan ambos.
Y así fue, ambos chicos voltearon de inmediato al reconocer la voz que los llamaba. Se giraron con una sonrisa y un notable rubor en sus mejillas. La fémina se acercó a ellos para poder citarlos en un buen lugar para confesarse, y por lo tanto también tenía un notable rubor en sus mejillas.
—¿Qué pasa, T/n-Chan?— preguntó el de cabellos melocotón, limpiando su frente con una toalla por el sudor.
