Prólogo.

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—Etto... no sé por donde comenzar.— dijo una chica adolescente mientras jugaba con unos mechones de su cabello apenada.

—Yo... ¡yo no tuve nada que ver! ¡Fue idea de Sabito!— reprochó un chico de cabellos azabaches, atados en una coleta medio desordenada.

—¡¿Ahora si me culpan?! ¡¡Pero antes bien que accedieron!!— se quejó con notable furia un chico de cabellos melocotón.

Aquel trío de jóvenes se encontraban sentados en una sala de dirección escolar, en aquella sala estaban un hombre adulto con la cabellera blanca y corta, llevaba ropas cómodas y un haori tradicional azul claro con figuritas en forma de nubes, también dos adultos más que aparentemente eran los padres de uno de aquellos, ahí también estaba una chica veinteañera que llevaba una linda trenza de peinado adornada con un lazo rojo, acompañados por el director y la consejera escolar.

—¿No tienen algo mejor que decir?— preguntó el director dando un sorbo de su café.

—Discúlpenos por lo que hicimos, Sato-sama. No era nuestra intención causar caos en la cafetería... ¡pero aquellos chicos también se pasaron!— la chica suspiró y habló, señalando con una mirada fulminante a otro trío de chicos presentes en la sala.

—Señorita Sugawara, ¿es eso una excusa para disfrazar el hecho de que golpearon a uno de sus compañeros y amenazaste con dejar calva a otra persona?— preguntó con seriedad la consejera.

—Ese chico ni siquiera es digno de ser llamado compañero nuestro, ¿sabe lo que hizo? Lleva días insinuándosele a T/N y no de una buena manera, ¿eso tiene justificación?— continuó el de cabellos azabache, fulminando ahora con su frívola mirada y sin temor alguno a la consejera.

—Sí, además, esa chica también merecía la amenaza, estaba encubriendo al pedazo de escoria que acosaba a T/N.—completó el de cabellos color claro, mientras miraba con asco a los otros chicos.

—¡Podía habérnoslo dicho!— dijo la consejera retando con la mirada a ambos chicos que defendían fielmente a su amiga.

—¿Disculpa? Esta escuela está llena de corrupción. Se lo dije a la jefa de grupo y a uno de los profesores, pero, ¿qué hicieron? Sólo hicieron oídos sordos y dijeron que era parte de la adolescencia... ¡¡por favor!!— la chica de cabellos [color de cabello] reclamó con furia mientras sostenía con fuerza la tela de su falda escolar entre sus manos, mientras la molestia la consumía.

—Hablarle así a personal educativo va contra las normas.— respondió evitando lo mencionado la consejera.

—¿Ah sí? Entonces, ¿no altera el orden también, y va contra las normas de esta escuela que profesores tengan relaciones sexuales en pleno horario escolar?— esta no se quedó callada y miró con seriedad al director y a la consejera, delatándolos rápidamente.

Nadie dijo nada, todos se quedaron en silencio.

—Mjum... lamentamos haberlos llamados hasta acá, Señor Urokodaki, señor y señora Sugawara, señorita Tomioka, pueden retirarse.— interrumpió aquel silencio incómodo el director, aclarando su garganta y levantándose de su asiento para sacar a todos los demás de la habitación.

—No puedo creer que sucedan cosas como estas en una escuela prestigiosa.— reprochó con total molestia el progenitor de T/N.

Todos salieron de la habitación, las burlas por parte de los otros alumnos rebeldes no hicieron falta y, el director sentía más furia que antes, la consejera sólo sentía que estaba por llegar a las ruinas.

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—T/N, cuando lleguemos a casa quiero que me cuentes todo sin temor alguno, te prometo que te sacaré de esta terrible escuela pronto, pero tendrás que esperar a que termine el ciclo escolar...— habló la progenitora de la mencionada, mientras tomaba a esta por los hombros y le dedicaba una cálida sonrisa.

—No te preocupes, madre. Te contaré, aunque ya pasó, estoy bien.— respondió evitando pensar en todo lo demás.

—Bueno, nos tenemos que retirar al trabajo. Suerte.— el progenitor de esta le dio un beso en la frente para después, despedirse junto a su esposa e irse de aquella escuela con un mal sabor de boca.

La menor los vio irse mientras lo que habían ocasionado se le regresaba a la mente y reía inconscientemente.

Por otro lado...

—Muchacho, usted y yo tendremos una gran charla al regresar a casa.— el mayor de cabellera cana dijo fulminando con la mirada a uno de los chicos, cabellos melocotón.

—A-Aaah...— suspiró con pesadez el chico.

—Pero, sorprendentemente, ya eres todo un caballero.— rió dándole palmadas de aliento en la espalda al chico.

En otro lado de ahí, se encontraban la misma chica veinteañera de cabellera azabache y el menor que ella.

—Ay, Giyū. ¿Qué haré contigo? Desde que mamá y papá se fueron a trabajar en otro país, te has vuelto muy rebelde, muchachito.— dijo sermoneándolo entre risitas al chico, quien sólo estaba sonrojado y cabizbaja.

—Perdón, hermana...— respondió apenado.

—No importa, igual ya vimos que tu escuela es una mierda.— respondió como si nada, a lo que el chico la miró sorprendido.

—Tú...— este dijo.

—Jaja... yo ya soy una adulta así que no me reproches... igual no te hagas el santo que también dices groserías. En fin, me tengo que ir pequeño emo. ¡Regresaré a la universidad! ¡¡Ánimo, y saludos para T/N-chan y Sabito-kun!!— dijo mientras se alejaba sonriente.

—¡¡N-NO SOY UN EMO!!— replicó molesto y avergonzado.

𝐌𝐢𝐬 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨𝐬, 𝐌𝐞𝐥𝐨𝐜𝐨𝐭ó𝐧 𝐲 𝐔𝐯𝐚. SABITO Y GIYUU x LECTORA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora