X. Tras el Muro

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Llegaron a Guardaoriente tras unos pocos días más. Tormund fue el primero en darles la bienvenida y nuevas noticias acerca de los caballeros que se quisieron unir a la expedición. La Hermandad Sin Estandartes —liderada por Beric Dondarrion— llegó al lugar antes que ellos por las supuestas señales del Señor de Luz.

—¡Jon, amigo! —exclamó Tormund cuando llegó hasta los recién llegados— Vamos a ser bastantes más de los que creíamos. ¿Cuántos llevas?

—Estos son ser Davos Seaworth, mi asesor; ser Jorah Mormont, asesor de Daenerys Targaryen; Gendry, un herrero de la capital; y Evan, uno de los mejores soldados de las filas de Mayleen Stark.

Los mencionados se acercaron al ciudadano del pueblo libre para ser reconocidos y saludar con un movimiento de cabeza o una sonrisa —en el caso del amante de May— y adentrarse en las murallas del castillo que defendía el Muro.

—Nosotros contamos con Beric Dondarrion, Thoros de Myr y no vas a creerlo.

—¡Ese es Sandor Clegane! —gritó Gendry apuntando al hombre con el dedo. Se conocieron años atrás cuando ambos fueron atrapados por Beric.

—¿El Perro? —la extrañeza de Jon estaba justificada. Ese soldado siempre había pertenecido a la casa Lannister. Incluso el lema de la casa Clegane iba enlazado a esa familia— ¿Podemos confiar en él?

—Parece que está dispuesto a luchar contra esa reina malvada de la que habláis todos.

El grupo de nueve hombres y Fantasma no perdió mucho más tiempo en ponerse de nuevo en marcha. En el inicio, todos iban juntos, escuchando el plan de Jon acerca de atrapar a un Caminante con vida.

El pelotón marchaba con los ánimos altos, en parte gracias a Tormund, quien procuraba conocer a cada uno de los nuevos integrantes. Empezó con Sandor. Su cicatriz en la cara el había llamado la atención.

—Así que tú eres al que llaman Perro —Evan y Gendry que caminaban juntos escucharon al pelirrojo y sintieron la necesidad de unirse a la conversación.

—Vete a la mierda.

—Me han dicho que eres malo, que odias a los salvajes o algo así.

—No, solo odio a los pelirrojos.

—Pues en mi opinión, son personas muy hermosas —se sumó Evan. Él había visto a varias guerreras pelirrojas cuando luchó Más Allá del Muro—, las llaman basadas por el fuego. Como a ti.

—¡No me señales con el dedo, niño!

Aguantando la risa, los más jóvenes se miraban mientras escuchaban al salvaje hacer innumerables preguntas al otro hombre acerca de su apariencia, si cayó al fuego cuando era un niño, su estado de ánimo y que no parecía tan malo como se decía. Al final, cansado de su insistencia, a Sandor se le acabó la poca paciencia.

—¿Quieres chuparme la verga?

—¿Verga? —preguntó el pelirrojo mucho más que sorprendido ante una palabra que no había escuchado en su vida.

—¡La polla, tío! —respondió Gendry entre carcajadas mirando a Evan, cuya risa parecía no acabar nunca. Su cara se volvió roja y el sonido transmitió, de alguna manera, que algunos de los que iban cerca, sonrieran.

—Umm... verga, ¡me gusta!

—Ya me parecía —mascullaba el Perro reanudando la marcha intentando volver a tener el ritmo de los más jóvenes. Tormund aceleró en cuanto se dio cuenta de que se quedaba atrás.

—¡Para nada! Yo ya tengo a mi amada esperándome en Invernalia. Es rubia, ojos azules, casi tan alta como tú...

—¿Estás con Brienne de la puta Tarth?

Realm || Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora