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El lunes por la mañana no tenía ganas de ir al colegio. Pero no era opción, por lo que su hermana lo jaló de las piernas para sacarlo de la cama.

-Levántate, Niko, llegarás tarde -Lo regañó.

-Nooo quieeeroo iiiiir -Se quejó, aferrándose al colchón.

Al final, Sonya le ganó, y tuvo que levantarse por las malas a arreglarse al colegio. Según Nikolai, no era justo porque su hermana era mayor que él y tenía más fuerza.

-¿Dónde están papá y mamá? -Preguntó, sentado en la mesa esperando a que la chica le sirviera el desayuno.

-Salieron a trabajar temprano -Contestó Sonya-, así que quedé a cargo de levantarte.

-Qué bien, me encanta que me obligues a levantarme -Se burló el albino.

-Graciosito. Mira la comida, y vete a la escuela.

Sonya tenía ya dieciocho años. Era su única hermana.  A veces podía ser todo un fastidio, pero la quería mucho. Sabía que podía contar con ella para lo que fuera. ¿Si se rompía un brazo? Sonya estaba ahí para él. ¿Si perdía una materia? Sonya intervenía para que sus padres no les pusieran un castigo muy severo. ¿Si tenía una pesadilla por la noche? Sonya estaba ahí para burlarse de él. Cosas de hermanos.

Pero, ambos estaban creciendo y cambiando. En ocasiones no alcanzaban a hablar,  estaban muy ocupados con sus respectivas tareas del colegio o la universidad. Aún así,a sabían que si se necesitaban para algo, ahí iban a estar.

-Ya me voy -Avisó Nikolai-. Nos vemos después. 

-Bai bai, Niko -Se despidió ella.

Empezó su camino a casa de Sigma, y se sorprendió al no verla esperando por él a la entrada. Frunció el  ceño y sacó el celular para escribirle, cuando vio el mensaje que le había mandado la noche anterior.

"Mañana no voy al colegio. No te molestes en venir por mí"

Si ayer dijo mañana, mañana era hoy, ¿no?

Eso significaba que Sigma no iba a ir al colegio ese día. Gogol dejó escapar un suspiro y miró la puerta de entrada a los apartamentos en que vivía la chica.

-Lástima -Murmuró-. Justo hoy te iba a dar un regalo... Tendré que guardarlo para mañana.

Siguió caminando calle abajo y tomó el tranvía. Sinceramente, se sentía deprimente caminar solo dirección al colegio. Ya se había acostumbrado a la cómoda sensación de andar junto a Sigma. No hacía falta hablar, siempre se entendían. Era como telepatía.

De hecho, era por eso que le gustaba Sigma. Sabía hacer del silencio una conversación diplomática. Todo de ella le gustaba: su voz, su sonrisa, pero lo mejor de todo, su inteligencia, porque Sigma era brillante, realmente brillante.

Era divertida, amable e inteligente. ¿Qué más podía pedir? Era la persona perfecta.

Y ahora le hacía mucha falta. ¿Por qué habría faltado?

Al llegar al colegio, no pudo evitar reprimir una sonrisita al ver qué sucedía afuera del salón. Shirase, Yuan y otro par de chicos de Sheep habían sacado la mesa que habían rayado con burlas a Sigma y la estaban limpiando. Ranpo los vigilaba, mientras se comía un caramelo.

-Buenos días, profe -Saludó Nikolai. Ranpo le guiñó un ojo.

-¿Qué tal, Nikolai? -Dijo- ¿Dónde está Sigma?

-No ha podido venir hoy.

-Ya veo.

Miraron de reojo a los chicos en su labor de limpieza. El maestro sacó un cuaderno de su maletín y golpeó a Shirase en la cabeza.

Adolescencia  //BSD//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora