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Shirase, al ver a Chuuya alejarse del equipo, frunció el ceño. Se cambió la ropa a toda prisa y fue a buscarlo.

Cuál no sería su sorpresa al ver al pelirrojo frente a un Dazai con el brazo roto, mirándolo con rabia como si quisiera hacerlo desaparecer de la faz de la tierra.

—¡Caramba! ¿Qué pasó aquí? —Preguntó. 

Fyodor, quien estaba arrodillado junto a Dazai, lo miró furioso.

—¡Y a ti qué te importa! —Gritó.

—Shirase, por favor, vete —Pidió Chuuya, mientras se acercaba lentamente al castaño—. Dazai, por favor, perdona... No era mi intención...

—¿En serio? ¡No me digas! ¡Estaba claro que no era tu intención, porque eres demasiado idiota como para pensar mientras actúas!

—¡Deja de insultarme!

Fukuzawa apareció. Al parecer, desde la ventana de la oficina le había parecido ver una pelea, y quiso acercarse a asegurarse de que nada malo había sucedido. Deslizando su mirada de Dazai a Chuuya, frunció el ceño.

—¿Qué sucedió aquí?

Antes de que nadie pudiese decir nada, Shirase contestó.

—Fue Chuuya —Soltó inmediatamente—. Atacó a Dazai y le rompió el brazo.

Chuuya lo miró sin terminar de creer que en serio lo hubiera delatado. Suspiró y miró al adulto a los ojos.

—Yo no quería... Lo lamento mucho —Quiso excusarse.

Fukuzawa, preocupado, se inclinó a Dazai.

—¿Te encuentras bien?

Él miró a Chuuya de reojo. No contestó. Fukuzawa suspiró.

—Dazai, te acompañaré a la enfermería...

—¡Iré yo también! —Exclamó de repente Fyodor.

—No, no lo harás.

—¡Pero...!

—¡No lo harás! —El mayor fulminó a Dostoyevski con la mirada— Ninguno de ustedes lo hará. Chuuya, dirígete a mi oficina de inmediato. El resto de ustedes debe ir al salón, de lo contrario los llevaré a detención.

El grupo de amigos y Shirase se miraron entre ellos. Fyodor ayudó a Dazai a levantarse. Pretendía decirle algo, pero el castaño se dio vuelta y camino, un poco tambaleante, hacia la enfermería. Sigma despegó su mano se la de Nikolai, y él se cruzó de brazos. Todos ellos regresaron a la aula de clase. 

Chuuya se sentía peor que fatal. Odiaba su incapacidad de controlarse cuando alguien decía algo sobre su familia o sobre él. Se enfurecía con demasiada facilidad. Y él sabía que cuando Dazai se sentía mal consigo mismo, trataba de justificarse criticando las vidas de los demás, y le encantaba echar leña al fuego. No significaba que estuviera bien que hiciera eso, pero Chuuya no debía de seguirle el juego.

Su cabeza empezaba a doler un poco, pero no se comparaba con la presión que sentía en su pecho y en su corazón, causadas por la mirada que le dedicó Dazai.

Cuando llegó el director Mori se perdió la mitad de lo que le decía, pues estaba pensando en otras cosas. Regresó a la realidad cuando Fukuzawa cruzó la puerta junto con Dazai, quien ya llevaba el brazo vendado.

Se levantó de inmediato.

—Dazai... —Susurró, pero él ni siquiera lo miró.

Mori carraspeó.

—Bien, sé que es complicado —Empezó, buscando las mejores palabras para expresarse—. Dazai, sé que ha sido una semana difícil... Para ambos, eso claro está... Pero no significa que tengas que desquitarte con tus amigos.

Adolescencia  //BSD//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora