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Si le pagaran según la cantidad de remordimiento que sentía, Dazai ya sería multimillonario.

Fyodor no regresó a verlo durante los siguientes tres días, y no podía dejar de pensar que todo lo malo que había estado sucediendo en el año había sido culpa suya.

Le remordía haber sugerido a Fyodor intentar algo aunque todavía estaba enamorado de Chuuya, y le remordía el doble el hecho de que consideró usar a su amigo para olvidarse de él.

Sinceramente, este podría ser calificado como el peor año de su vida. 

Odiaba la adolescencia. Odiaba los cambios en su cuerpo, y en su forma de pensar. Odiaba que su voz se hiciera más grave, que sus hombros se ensancharan, que se irritara por todo, que le dieran celos al ver a Chuuya con Shirase, y que le doliera tanto al mismo tiempo.

Odiaba eso de sentirse vulnerable, de querer encajar con los demás y luego darse cuenta de que eso era lo que una persona "típica" haría, y prefería ser el "raro", aunque al mismo tiempo los "raros" ahora son la mayoría de personas, y por lo tanto lo "normal".

¿Cuándo iba a dejar de sentirse tan mal? ¿Cuál era su lugar en el mundo? ¿Valía la pena vivir, tan siquiera?

Pensar le dolía, pero cuando no pensaba se sentía idiota.

Con todo, hacía lo que podía con lo que tenía. Y tenía a Fyodor. Incluso cuando creyó que se había comportado de una forma tan estúpida como para pretender usarlo para reemplazar a Chuuya, el ruso no lo abandonó. Y se sentía un poco culpable, pues notaba la tristeza de su amigo, pero no sabía que decir o hacer para hacerlo sentir mejor.

Cuando regresó dos semanas después, lo primero que hizo fue entregarle una carta a Chuuya sin decirle palabra alguna, y luego huyó a su puesto y se hizo el idiota. 


Chuuya

Perdón por ser un imbécil. No quiero que dejemos de ser amigos.


—¿Qué es eso? —Preguntó Shirase, pretendiendo tomar la nota.

Chuuya la alejó de él.

—No te incumbe. Déjalo.

Miró a Dazai desde su puesto y suspiró. Kunikida ya había llegado al salón, así que no tendría tiempo de hablar con él, por lo que tendría que esperar al descanso para poder resolverlo.

Bajo la mesa, Nikolai y Sigma chocaron puños, y Fyodor le dio unas palmaditas a su amigo en el hombro.

Nadie entendió nada de nada de lo que dijo Kunikida sobre razones y potenciaciones de radicaciones, pero ya se sentían un poco más tranquilos. En cuanto terminó la clase, Chuuya se apresuró a alcanzarlos y le tomó el brazo a Dazai.

—Lo siento mucho —Dijo—. Mierda, en serio lo lamento mucho. Sé que lo de Oda fue muy duro para ti, y yo también fui un idiota. No está bien golpear a todo lo que me hace cualquier comentario. Lo siento.

—Y-yo también lo siento —Contestó Dazai. Por un momento, pareció que las palabras no iban a salir de su garganta, pero con una mirada, Fyodor lo animó a seguir—. No estuvo nada bien que te hablara así de tu madre, cuando en realidad yo no sé nada de eso. No es mi intención ser chismoso. Y no debí desquitarme contigo... Ni con nadie... Sólo porque me sentía mal.

Chuuya le sonrió.

—¿Amigos?

Esa palabra le dolía a ambos, pero los dos forzaron una sonrisa.

Adolescencia  //BSD//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora