El camino hacia su cuarto me lo sé de memoria, fueron muchas las ocasiones que estuve ahí. Sé cuántos escalones hay, cuantos pasos tengo que dar, cada rincón de esta casa lo conozco como si fuera la mía. Llego a la puerta y la abro con lentitud. Aún se escucha el ruido de la madera grujiendo.
Ya adentro visualizo, en medio de la oscuridad, la cama en donde ella se encuentra recostada. Cierro la puerta con seguro y me aproximo hacia esta. Con cada paso que doy veo como ella se retuerce logrando que sus ataduras le marquen la piel. Enciendo la lámpara que está situada a un lado de la cama permitiendo que mi presencia ya no se una sombra, más bien ahora soy ese monstruo al que tanto le teme.
En la habitación hay una silla así que tomo asiento sin dejar de mirar sus ojos.
Ella esta pálida y temblorosa. Por su frente caen gotas de sudor y gracias a la luz de la lámpara puedo apreciar sus heridas. Moretones y rasguños en su rostro, brazos y piernas. Su delicada bata de dormir en satín y color beige ahora tiene pequeñas salpicaduras de sangre.
Hace un rato intentó escapar y por supuesto que la detuve. No quería lastimar su cuerpo frágil, pero ella no me escuchó. Claramente le dije corre y no dejes que te atrape. Ahora está atada de pies y manos para que no lo vuelva a intentar.
Descubro mi rostro dejando la máscara sobre la cama. Le sonrío y me mira con mucho miedo. Ella sabe lo que le sucedió a su hijo, él y su esposa, han muerto y me regocijo con su dolor. Jamás pensé que la gran Madame me tendría tanto miedo después de todo ahora su vida está en mis manos.
Intento acariciar su rostro y de inmediato ella se aleja de mí. Eso me enfurece así que sujeto su cuello con fuerza. Mi mano con el guante negro hace un contraste con su piel blanca.
Ella se retuerce mientras le quito la cinta en su boca.
—Dilo anciana —Me acerco más a su rostro—. Quiero que me supliques por tu vida, vamos suplica.
Ella se retuerce con más fuerza.
—Jamás, ahora que mataste a mi familia no pienso seguir viviendo, prefiero que me mates también.
Me rio. No sabía que esta bruja sería tan leal con su familia.
—No, así no es divertido, quiero que me supliques, así que te daré un motivo para hacerlo —Llevo mi boca hasta su mandíbula y con mi lengua limpio el rastro de sangre que sale de un costado de su frente producto de su caída por las escaleras, bueno, aunque en realidad yo la empujé—. Tu nieta Eunji... aún sigue con vida.
Quito mi mano de su cuello en el cual queda una marca roja por la fuerza que he ejercido. Su mirada llena de sorpresa me causa satisfacción.
—¿Es eso cierto?
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El Verdadero Rostro Del Mal [#2] PAUSADA
Misterio / SuspensoLibro que sigue a LA SONRISA DEL MAL Cuando el mal acecha; las personas débiles se esconden, los ángeles valientes luchan y los astutos demonios solo lo disfrutan. La unión de Eunji con el perverso Yuntae, solo fue el comienzo de una batalla que se...