-Los Montoya-

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Ross sacaba ropa y más ropa de su valija, y con sumo cuidado la ordenaba en su nuevo closet. Se sentía realmente contenta de haber aceptado acompañar a su padre al campo. No pensó que le iba a hacer tan bien. Andy entró algo agitado a la habitación. Ella lo miró extrañada.
—Al parecer hay problemas por allí —le contó y volvió a salir al balcón.
Ross frunció el ceño y dejó las cosas para salir también. A lo lejos observó las caballerizas. Sonrió al recordar aquel lugar. Luego iría a darle un vistazo.
Entonces divisó a Gina caminando con un muchacho que venía acompañado de un señor que lo llevaba casi colgado. Al parecer estaba herido o algo así.

— ¿Habrá pasado algo malo? —preguntó ella. Andy se encogió de hombros.
—No lo sé —dijo él —Pero allá va tu padre en un caballo.

Ross miró en la dirección que su amigo le había indicado. Y si, aquel hombre era su padre montado en un caballo. Al lado de él había otro hombre. No podía distinguirlo bien ya que se estaba alejando a toda velocidad.

— ¿Qué habrá pasado? —inquirió la chica.
—Podemos bajar a preguntarle a Gina —dijo Andy contento e ingresó de nuevo a la habitación.
Ross se quedó unos segundo más, observando como su padre y aquel hombre se perdían en el horizonte. Por lo que sabía en aquella dirección quedaba la estancia de los Montoya. Tuvo que haber pasado algo malo para que su padre se fuera sin decirle nada. Soltó un suspiro y entró. Andy ya estaba parado en la puerta.
— ¿Qué te sucede? —dijo ella divertida.
— Vamos, beauty, necesito saber que pasó —dijo él.
— Eres tan… chismoso.

Salieron de la habitación y podría decirse que Andy casi la hace correr por el pasillo hasta llegar a las escaleras. Bajaron a las risas, pareciendo dos niños más que dos personas grandes. Corrieron una carrera hasta la cocina y entraron rápidamente. Se detuvieron al verlos a allí. Gina los miró algo sorprendida. Ross posó su mirada en el chico de ojos avellana.

— ¿Qué pasó, Gina? —preguntó Andy mientras se acercaba un poco más a la mesa.
—Nada, muchachos, tranquilos —les dijo ella. Ross seguía mirando al chico. Este también la miraba fijamente.

— ¿Niña Rossy? —inquirió
.
Ella levantó la cabeza para encontrarse con el hombre de cabellos casi blancos. Lo observó bien, tratando de reconocerlo. Hasta lo que lo hizo.
— ¿Cameron? —preguntó sin poder creerlo.

El viejo se quitó el sombrero y la miró como si ella fuera de mentira. Ross se acercó sin dudarlo a él y lo abrazó. Aquel hombre era como un abuelo para ella. Cuando era pequeña él era siempre el que le contaba las mejores historias de hadas y duendes que habitaban por allí. Era como si de a poco su niñez la envolviera. El anciano le devolvió el gesto con algo de inseguridad, pero al final la abrazó.
Luego de unos segundos ella se alejó para mirarlo a la cara. El hombre tenía varias lágrimas en los ojos.

—Pensamos que se había olvidado de nosotros, niña —le dijo él.
— ¿Olvidarme? —Inquirió —¿Estás loco, Cameron? ¿Cómo iba a olvidarme yo de mi abuelito de campo?
—Estás más bonita de lo que recuerdo, mi niña —le dijo con ternura.

Ross sonrió algo emocionada y giró para mirar a su amigo.

—Andy, él es Cameron… es el trabajador más antiguo de estos campos. Es como… el guardián.

El castaño se acercó a Cameron y le tendió la mano.

—Mucho gusto, señor. Soy el mejor amigo de Ross… casi como hermanos.
—El gusto es mío, joven —dijo Cameron.

Ross se acercó de nuevo a Gina que estaba muy concentrada limpiando la herida del chico.
—¿Y quién es él? —le preguntó. Jungwon la miró.

Él creía saber quien era esa chica… o eso creía. Una vez, hacía bastante tiempo, había encontrado una foto de ella, cuando era más niña, en la habitación de Heeseung, casi lo había asesinado por andar revisando sus cosas y luego había guardado la foto en algún lugar que él no supo encontrar más.

—Él es Jungwon, mi sobrino —dijo Gina. Ross le sonrió y le tendió la mano.
—Mucho gusto Jungwon, soy Ross.
—Ross es la hija del señor Jeon —le aclaró su tía.

Algo inseguro Jungwon tomó la mano de la muchacha. Ella le sonrió levemente.

—Es un placer conocerla, señorita —habló algo tímido.
—Okay —dijo Andy mirando a todos alternativamente — ¿Alguien va a decirnos que pasó? Porque no por nada ese muchacho tiene una herida en el brazo y no por nada Hanni se fue en caballo a toda velocidad no sé a donde.

Gina sonrió divertida y sin querer le apretó un poco el brazo a Jungwon. Este se quejó y la miró mal.

—No me mires así, jovencito —lo regañó. Él dejó de mirarla —Hubo un pequeño problema con los hijos de Montoya…
— ¿Con Jay y Niki? —inquirió Ross .
— Si, con esos mismos —asintió Gina.
— Agh —resopló Ross —Siempre me cayeron mal esos dos.
—Cuando yo era niña no hacían nada más que molestarme…
—Te digo que no han cambiado mucho —le aseguró Cameron—Siguen siendo los mismos inútiles de siempre. Con la diferencia de que ahora se creen los dueños y señores.
—¿Y cuál fue el problema? —quiso saber ella.
—Jungwon está enamorado de Luna…
—¡Tía! —exclamó él sin poder creerlo.
Ella lo miró divertida.
— ¿Qué? —le preguntó —Solo les estoy contando como son las cosas.

Ross se sentó al lado de Gina para mirar a Jungwon.

— ¿Estás enamorado de la pequeña Luna? No la recuerdo mucho porque su padre no la dejaba salir a jugar cuando era una niña.
—Emm, yo no lo sé. A decir verdad… ella es linda, pero no porque su padre y… agh, no lo sé.
—Aaw —Andy también se acercó para sentarse al lado de Ross —Me muero muerto, una historia de amor como en las novelas.
Jungwon se puso de todos los colores y Gina soltó una estrepitosa carcajada.
—Como les estaba diciendo… Jungwon está enamorado de Luna y al parecer ella también lo está de él. Cosa que puso como loco a Marco, desde que lo supo no la ha dejado salir ni por asomo. La pobre ha estado escapándose a cada rato de su casa. Por eso mismo han mandado a construir esa nueva valla.
—Maldito loco —murmuró Ross —Pobre niña, debe ser horrible tener un padre así.
—Si —musitó Jungwon —Lo odio.
—Y al parecer Jungwon se acercó a sus tierras… y los Montoya salieron a los tiros. Agradezco a dios que solo la bala lo haya rozado.
—Y por eso su padre ha decidido ir a hablar con el señor Montoya. Esta situación no puede seguir así —agregó Cameron. Ross volvió la mirada a Jungwon.
—¿Cuántos años tienes? —le preguntó.
—19 —contestó él algo extrañado.
—Pareces más pequeño —aseguró. Él la miró con el ceño fruncido.
—Tú pareces más pequeña…
—Jungwon —lo regañó Gina.
Ross rió por lo bajo.
—¿Por qué lo regañas, Gina? — preguntó Andy —El muchacho tiene razón. Ross tiene 22, pero parece apenas una niña de 17.
—Cállate —le dijo la chica ruborizada —Que sea bajita no significa que parezca de 17.
—En realidad si —asintió Gina.

Todos rieron en la cocina y Gina terminó de curar bien a Jungwon. Lo mandó a acostarse y descansar, ya que había perdido bastante sangre. Andy se disculpó y se retiró a su habitación para dormir un poco antes de que la cena estuviera lista. Cameron salió para mandar a los demás trabajadores a sus casas. El día ya había terminado.
Ross se quedó con Gina en la cocina, ayudándola con la comida. Luego de unos cuantos minutos decidió salir a tomar un poco de aire.
—Ten cuidado, niña. Mira que por aquí hay muchos mosquitos —le advirtió Gina.
Ross le sonrió.
—Solo iré a ver a los caballos… tendré cuidado.
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Wild Horses - Lee Heeseung ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora