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NARRA HARRY

—¿Ron, quién gritó? —le pregunto, con voz grave, mientras entramos al cuarto para dejar nuestras cosas. Estoy tan concentrado en lo que pasó en el tren que apenas he prestado atención a mi entorno, pero esa sensación, esa presión extraña, sigue acechándome.

—Harry, te lo dije en el tren y te lo repito aquí: nadie gritó. Debió ser el golpe —responde Ron, sin mirar más allá de lo que acaba de decir. Su tono es casual, como si ya hubiera dejado atrás el asunto. Pero yo no lo he olvidado, y esa voz, esa angustia en el grito... No puedo dejar de pensar en ello.

—Ron, te lo juro, con mi vida, una mujer gritó —le insisto, casi suplicando que me crea, pero parece que las palabras no alcanzan. Mis dedos se crispan mientras intento recordar con precisión el sonido del grito. Era tan real, tan desgarrador.

Ron frunce el ceño, está a punto de responder cuando de repente, la puerta se abre de golpe. Seamus Finnigan entra al cuarto con su energía característica, como si nunca hubiera habido una tensión en el aire.

—¡Hola, chicos! ¿Qué tal sus vacaciones? —dice Seamus, sonriendo ampliamente. Su cara es una mezcla de entusiasmo y curiosidad, pero su llegada solo agrega ruido a mi mente saturada.

—Bien, Seamus —respondo con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mi frustración. Mi paciencia ya está al límite por el tema del grito, y no quiero seguir discutiendo con Ron. Algo en mi interior me pide alejarme de la conversación, de todo esto. Necesito un respiro.

—Te veo en la cena, Ron —digo, sin esperar su respuesta, mientras empujo a Seamus ligeramente hacia un lado para poder salir del dormitorio. Necesito espacio para pensar, y este cuarto, esta conversación, no ayudan. Salgo rápidamente al pasillo, y por un momento, creo que podré encontrar la paz. Tal vez una fracción de tiempo, solo unos minutos de tranquilidad en los que pueda procesar lo que ha pasado. Pero, antes de que pueda tomar un respiro profundo, Ginny aparece.

Su presencia es como una ráfaga de viento fuerte. ¡Boom! Se planta en la puerta como si fuera un huracán. Sus ojos brillan con una intensidad que solo ella puede tener.

—¡Harry! —grita, casi saltando de emoción. Su tono de voz es agudo, entusiasta, y en un parpadeo, su entusiasmo me hace sentir aún más agobiado.

Suelto un suspiro corto y discreto, uno que ni siquiera intento ocultar. No tengo fuerzas para una sonrisa amplia o para fingir que todo está bien. Solo quiero que se calme.

—Hola, Ginny —respondí, con la voz más neutral posible, manteniendo la mirada fija en el pasillo mientras me intento hacer el más mínimo espacio entre nosotros.

Ella no se detiene, claro que no. No es tan fácil evadirla. Se acerca a mí, con esa energía que no puedo evitar notar, pero también con algo en sus ojos. La preocupación, el interés, esas emociones que nunca logró disimular del todo.

—Me dijeron lo que pasó en el tren. ¿Cómo estás? —su voz es más suave, pero igual cargada de esa energía constante. Puedo ver que está genuinamente preocupada, pero eso solo lo hace más difícil para mí. No quiero hablar de lo que pasó. No quiero hablar de nada. Solo quiero un momento para procesarlo todo.

—Ummm... me parece que Ron te puede contar —respondo, sin siquiera mirarla directamente. Estoy evitando hacer contacto visual, porque sé que si lo hago, será aún más difícil escapar de su mirada. Sé que ella no va a dejarlo ir.

—Sí, pero Ron no lo dirá de la misma manera que tú —responde Ginny, haciendo énfasis en el "tú", como si supiera que yo podría decir algo diferente, algo que ella necesita escuchar. Pero no quiero hablar, no quiero entrar en detalles. Mi mente está abrumada por otras cosas, cosas que ni siquiera puedo entender bien.

Mi paciencia se agota más rápido de lo que puedo soportar. No es nada personal contra ella, pero ya he tenido suficiente por hoy.

—Ginny, quiero estar solo, con permiso —le digo, intentando mantener la calma, pero mi voz traiciona la incomodidad que siento. Me da la sensación de que estoy siendo un completo imbécil, pero no sé qué más hacer. Ella no entiende.

—¿Estás bien? —pregunta, el tono de su voz cambia, se vuelve más suave, casi una súplica silenciosa. Sus ojos brillan de preocupación, y aunque me da lástima, es más de lo que puedo manejar.

—Sí, Ginny, me puedes dejar pasar, por favor —le digo, sin mucha fuerza. Un último intento para que se aleje y me deje respirar. Mi corazón se siente pesado, y una oleada de remordimiento recorre mi pecho, pero necesito que me deje solo.

Ella agacha la cabeza, su rostro se entra en una mezcla de decepción y resignación, y finalmente, se aparta, dejándome pasar. Es un pequeño gesto, pero lo aprecio. Al menos, por ahora, me ha dejado en paz.

Sin embargo, una parte de mí se siente culpable, porque sé lo que realmente pasa. Me duele rechazarla, pero, ¿qué se supone que haga? Siempre fue tan claro para mí: Ginny ha estado interesada en mí desde el primer año, y no es que no me importe, es solo que... no puedo pensar en ella de esa manera. Es la hermana de Ron, mi mejor amigo, y eso lo hace todo mucho más complicado.

—Lo siento, Ginny —murmuro casi en un susurro, como si buscara un consuelo que no encuentro. Pero sé que no hay vuelta atrás.

Salgo al pasillo y cierro la puerta detrás de mí, dejando todo el torbellino emocional dentro. Quiero pensar en lo que sucedió en el tren, quiero entender el grito, pero mis propios sentimientos me atan, y por un momento, me pregunto si alguna vez seré capaz de entender qué quiero realmente.










HOLAAAAAA. En serio no tengo palabras para agradecerles, le están dando mucho cariño a la historia en poco tiempo, se los agradezco de todo corazón, espero que este capítulo igual les guste <3

Enemies To Lovers (Drarry Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora