Capítulo 5

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Grainne abrió la puerta y faltó poco para que soltara el cesto de ropa limpia que cargaba. Miró sorprendida como todo el interior de la cabaña, estaba de lo más pulcro. No pudo evitar lanzar una exhalación de satisfacción. Todo estaba impecable, pisos, trastes, camas...hasta un nuevo fuego despedía de la fogata. Miró a su hija, quien estaba recostada boca abajo sobre el tapete de lana y leía su libro preferido, el de las hadas. Grainne bajó la canastilla y sintió un vuelco en su corazón. Sus ojos le ardieron, pero rápidamente reprimió una amenaza de sollozo. Si, la amaba demasiado, pero no sabía por qué razón no podía complacer a Antonina en lo que deseaba. Tal vez su hermano tenía razón y estaba siendo demasiado estricta con ella. Antonina se volvió de pronto y la miró, sonriente.

−¡Hola mami! –ella cerró de golpe su libro y movió las cejas significativamente.

−Ya he visto que te has esmerado. –Grainne entrecerró los ojos, sonriendo− Algo me vas a pedir, ¿Verdad?

−¡Eres adivina!

Grainne la miró con amor, sintiendo al mismo tiempo mucho remordimiento en su corazón.

−¿Ya no estás enojada conmigo?

−No. –contestó Antonina, adornando el tono de su voz− Pero ya no quiero que también tú estés enojada.

Grainne cruzó una mirada larga con su hija y después ladeó la cabeza.

−Seguramente piensas que soy la peor madre. –repuso ella, con tristeza.

−No, mamá. −Antonina se incorporó rápidamente y fue a abrazarla− Yo no te quiero, yo te... ¡Amo! Pero...

Grainne se mordió un labio para no romper en llanto y sólo siguió aferrándola contra ella.

−Ya sé, quieres que te dé permiso para que pasees todo lo que quieras.

−Ajá.

−¿Pero es que no te has dado cuenta en donde estamos?

Antonina la besó en la mejilla y se encogió de hombros.

−Si, lo sé. Pero tú misma quisiste venir aquí, recuérdalo.

Grainne se separó de Antonina y lanzó una exhalación, dándole la espalda después. Antonina miró a su madre con angustia. No le gustaba que estuviera siempre de mal humor, pero desde que habían llegado al bosque, estaba cada vez peor.

−Pensé que podría, lo juro. Pero no es así. –Grainne regresó a verla− Tú has perdido el año escolar, y yo...ya no quiero estar aquí. ¡La soledad es aplastante!

−Ya cálmate, mamá. –Antonina la miró con angustia− ¿No te gusta para nada el bosque?

−¿Bromeas? –Grainne manoteó en el aire− Sólo quiero que Jarlath entienda que las cosas pasan en este mundo y que no tiene que cambiar su vida tan drásticamente. Sé que perdió a su esposa y a su...hijo, pero...

Antonina bajó la mirada. Ella quería mucho a su tío y habían prometido que estarían un año con él, para apoyarlo. No había pasado ni un solo mes y su madre ya estaba harta. No estaba de acuerdo con eso.

−Tú dijiste que un año. —Antonina musitó en voz baja.

−Sí, sé que lo dije. –Grainne se tocó la frente.

Se hizo un silencio.

−Entonces cumple lo que prometiste.

Antonina habló con voz muy firme, aunque por dentro temía la reacción de su madre. Grainne guardó silencio, mirando detenidamente a Antonina.

EL PORTAL DE DIAMANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora