Grainne sentía como su hermano le infundía confianza al tomarle de la mano, mientras terminaban de atravesar el bosque solitario. Pronto se dejó ver ante ellos un hermoso y verde valle que ni la más sobresaliente imaginación podría recrear. Jarlath se preguntaba si ese bello paisaje seguía perteneciendo a su mundo o ya estaban en tierra de las hadas, pero entonces Alpha volvió la mirada hacia él y negó con la cabeza muy levemente.
−Estoy perdido, si esa mujer puede leer mis pensamientos. –refunfuñó él, en voz baja.
Grainne miró a Jarlath y sonrió, asintiendo.
−Pues que sean buenos pensamientos... ¿Vale?
Él ya no contestó y se limitó a seguir caminando. De pronto, Alpha se detuvo y después cerró los ojos unos momentos. Edrev y Gris se colocaron a sus costados, revoloteando sus alas. Edrev no había tenido tiempo de analizar las cosas, pero le había resultado una gran sorpresa, cuando en su trayecto hacia la cabaña, el portal brillante había aparecido repentina y oportunamente frente a ellas, llegando a la dirección exacta donde se encontraban los terrenales en el río. Era como si le estuviera mostrando a Alpha lo que tenía que hacer. ¡Era muy extraño! La princesa había atravesado el portal, pero no le había arrancado ningún gesto de admiración... ¿Por qué?
Un ruido la sacó de sus pensamientos y entonces Edrev reparó como las manos de los hermanos terrenales se entrelazaban, porque se comenzaba a escuchar un ruido muy raro, alrededor de todos. Grainne abrió la boca, cuando delante de ella iba apareciendo una figura en especial. Era una gama de colores envuelta por un humo ligero que poco a poco se fue disolviendo. Los colores eran muy brillantes y se movían en forma circular hasta crear un enorme portal. Luego las tonalidades desaparecieron, para ser remplazados por una brillantez inusual.
Jarlath levantó una mano para tapar su rostro, porque pensó que ese brillo podría ser cegador. Grainne hizo lo mismo, pero descubrió que ese resplandor no le ocasionaba ninguna molestia. Sí, podía ver esa puerta que irradiaba luz de manera espectacular, entonces lo contempló fascinada y codeó suavemente a su hermano.
−¡Mira, Jarlath! ¡Es hermoso!
−¡No lo veas! –exclamaba él y apretaba más la mano sobre su rostro.
−¡Míralo, Jarlath! Yo nunca había visto cosa más maravillosa. Esto es... ¡Increíble!
−¿Es este el portal del que me han hablado? —preguntó Alpha, sin dejar de verlo.
Su rostro estaba deslumbrado y sonreía feliz.
−¡Sí! −contestó Edrev− Pero antes ya había aparecido cuando...
Pero luego se calló, entendiendo que era la primera vez que Alpha lo veía. Luego no pudo decir nada, porque Jarlath seguía hablando a regañadientes. Grainne le quitó la mano de sus ojos y entonces él se quedó paralizado ante la escena. Si, era muy hermoso. Su hermana tenía razón... ¡Era simplemente asombroso! Los brillos del portal repiqueteaban constantemente y en el centro había una forma de remolino color blanco. Ya no tenía duda que era la entrada al mundo de fantasía donde pertenecía esa mujer.
−¡Este es el portal brillante, princesa! –Edrev señaló e hizo una reverencia− La puerta principal del mundo bajo las olas.
Edrev lo aseguró, más no tenía la certeza de que eso era verdad, ¡Pero qué importaba! Estaba tan feliz de ver contenta a Alpha, que una mentirilla estaba por demás. La miró de reojo y la princesa continuaba sonriendo de manera radiante. Edrev se hizo a un lado, pensando que ya nada le asombraba de la princesa. Aunque Alpha ignoraba la mayor parte de lo que ella significaba, Edrev sabía perfectamente que sus poderes estaban emergiendo a pesar de estar condenada y había algo más, ¡El portal se estaba apareciendo con más frecuencia! Era como si tuviera vida propia y no entendía la razón.
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EL PORTAL DE DIAMANTES
FantasiaJarlath Gallagher, Arquitecto irlandés, sufre la pérdida de su esposa e hijo en el día del alumbramiento. Para superar su dolor, decide realizar el sueño de Bianca, el cual es tener una cabaña dentro del bosque. Jarlath la construye y decide vivir...