Edrev cruzó una mirada con Gris y luego las dos fijaron la vista en Alpha, que se pasmó.
−¿Creen que yo he mandado llamar a ese gigante? Ustedes lo vieron antes que yo. –Se quejó Alpha, colocando una mano sobre su cintura.
−Edrev me acusa, pero sabe bien que... nosotras –Gris enfatizó la última palabra− no podemos crear gigantes. Yo sólo lo describí, pero yo...no...
Gris se calló y Alpha borró su sonrisa, porque no entendía nada. Mientras tanto, Edrev se ponía pensativa unos momentos.
−¿Tenías miedo, princesa? –preguntó Edrev.
−¡Muchísimo! –Alpha asintió varias veces− Sólo pensé que tenía que escapar.
−Entonces la única explicación es que tú fuiste la que creaste al gigante con tu mente.
Silencio.
−¡Pues que mente tan poderosa! –expresó Gris.
El semblante de Alpha se ensombreció y guardó silencio.
−Lo que no me gusta es el sentimiento que lo ha ocasionado. –expuso Edrev y sobó su barbilla− Me pregunto si estando relajada, también puedes crear cosas.
−Creo que no haré ninguna prueba más. –puntualizó Alpha con el índice y negó con la cabeza− Ya he tenido demasiadas sorpresas por hoy.
−Tiene razón la princesa, Edrev. Olvidemos eso. Por lo pronto, te llevaremos a nuestro hogar y te daremos la bienvenida como te mereces.
Edrev asintió, pensando que por fin Gris había dicho algo sensato. Tiempo después, las hadas y la princesa Alpha descendían en otro lugar del bosque. Ella se quedó inmóvil al contemplar ese inmenso e impresionante árbol que era muy alto y frondoso. Sus ramas espesas se movían suavemente con el viento. Gris corrió hacia el tronco y lo tocó, entonces de manera automática comenzó a iluminarse tenuemente. La luz provenía de diminutas ventanas que estaban cerradas y empotradas alrededor de todo el contorno del tronco. La puerta principal que era la única entrada al interior del árbol, medía aproximadamente sesenta centímetros. Alpha se vió a sí misma y luego miró a las hadas con gesto de preocupación. Edrev y Gris sólo sonrieron.
−Este árbol es mágico, princesa Alpha. Sólo siente su energía y serás parte de él. Tócalo, anda.
Alpha se retrajo un poco sin dejar de verlas, pero después hizo caso y se acercó despacio. Extendió su mano y entonces palpó la dura corteza del árbol. Alpha miró hacia arriba para percatarse como luces de varios colores comenzaron a centellear. Edrev se abrazó de Gris y lanzó un suspiro de satisfacción. Todo el árbol junto con sus ramas se iluminaba maravillosamente y la puerta principal se abrió en un santiamén. Casi de inmediato, un rayo de luz salió con fuerza y chocó directamente con el cuerpo de Alpha. Ella recibió la descarga sin moverla ni un poco. Las hadas nbenshir aguardaron expectantes. Cuando el rayo desapareció, el cuerpo de Alpha había sido reducido al tamaño de las otras hadas.
Gris ahogó un grito y el semblante de Edrev era de pura felicidad al constatar que el árbol reconocía a Alpha como hada de alta jerarquía y era digna de entrar a su hogar, porque no cualquier clase de hada podía hacerlo. La princesa reparó en su estatura y sonrió con beneplácito. Quería abrazar a Edrev y a Gris, pero ellas sólo la contemplaban sonrientes sin ninguna intención de querer hacerlo, así que Alpha se reprimió y sólo lo hizo consigo misma, sobándose los brazos...pues tenía frío.
−¡Es la princesa Alpha, chicas! –Edrev gritó, alzando el rostro− Está de visita en nuestro hogar... ¡Preparemos una gran fiesta!
Alpha miró complacida como decenas de cabezas se asomaban por todas las ventanas. Hadas de hermosas de cabelleras de todos tipos y colores, vitoreaban y gritaban felices. La algarabía dentro del árbol no se hizo esperar. Aplausos, reverencias, sonrisas y hasta regalos recibía Alpha a su paso. Ella estaba anonadada y muy contenta, pensando que su soledad ya era cosa del ayer. Ahora estaba acompañada de seres como ella, que la apreciaban. Mientras preparaban la cena de gala y las bailarinas se movían con sus mejores danzas, afuera iba llegando la noche, apagando lánguidamente la luz de los caminos del bosque.
ESTÁS LEYENDO
EL PORTAL DE DIAMANTES
FantasyJarlath Gallagher, Arquitecto irlandés, sufre la pérdida de su esposa e hijo en el día del alumbramiento. Para superar su dolor, decide realizar el sueño de Bianca, el cual es tener una cabaña dentro del bosque. Jarlath la construye y decide vivir...