Capítulo 11

34 33 4
                                    

Aquella mañana de principios de junio amaneció extrañamente fresca y con un cielo encapotado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella mañana de principios de junio amaneció extrañamente fresca y con un cielo encapotado. Pese a que el clima invitaba a guarecerse en casa, el grupo de amigos se reunió en el parque de Saint John para pasar algo de tiempo juntos, pues hacía días que no se veían. Sentados en los bancos de madera, los jóvenes se dedicaron a hablar del tiempo y de las últimas novedades que habían acontecido tanto en sus vidas como en la ciudad.

-Tu primo es idiota, Ralph -comentó Thomas mientras mordía una ramita.

-¿Qué me vas a contar que no sepa, Thomas? -bufó Ralph.

-A veces me sorprende que seáis familia -soltó Beth-. Con lo amables y simpáticos que son tus tíos...

-A lo mejor es adoptado -dijo Renée con la vista fija en su inseparable cuaderno.

-Ojalá... -soltó Ralph-. Supongo que en todas las familias hay una oveja negra.

-Eso tenlo por seguro, yo soy una... -dijo Beth. La francesa la miró de reojo y chocó uno de su hombro con el suyo-. ¡Ay!

-No digas eso -la regañó por lo bajo Renée.

-Eres una bruta... -le respondió Beth de igual forma, sobándose la zona golpeada.

Renée compuso una tenue sonrisa antes de centrarse nuevamente en su trabajo.

-Y, encima, tiene a sus padres en un sinvivir -siguió hablando Ralph sin prestarles atención-. Y a mi madre también.

-¿Y eso? -preguntó Sally trenzando su cabello.

-Él y su séquito se están dedicando a hacerle la vida imposible a quien ellos creen que "sobresalen" en la sociedad.

-¿Los que "sobresalen" en la sociedad? -inquirió Thomas lanzando el palito lejos.

-Ya sabéis: los entraditos en carnes, los tímidos, los que son más pequeños que ellos, los... -carraspeó-. Los que tienen gustos diferentes.

Silencio. Ninguno necesitó que dijera nada más.

-Los otros días escuché algo sobre eso cuando fui a comprar el pan -habló pausadamente Sally-. Al parecer, Charles le dio una paliza a Michael Harrison.

-¿Por qué? -preguntó Beth.

-Porque, al parecer, lo habían visto abrazando a otro chico.

-Peter Wood, su mejor amigo -comentó Ralph. Los demás le lanzaron miradas interrogantes-. Yo también he escuchado ese rumor -explicó.

Thomas soltó una risotada.

-Menuda chorrada... ¿Es que ahora los hombres no pueden demostrar afecto a sus amigos? -El chico se levantó del banco y se acercó a Ralph-. ¡Ven aquí, Ralph! -Después, pasó un brazo por encima de sus hombros sin darle tiempo al joven a reaccionar y comenzó a gritar: ¡CHARLY ROBINSON, LLAMA A LA INQUISICIÓN QUE AQUÍ HAY DOS HOMBRES ABRAZÁNDOSE!

DONDE CRECEN LAS FLORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora