Capítulo 19

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Unos gemidos lastimeros salieron de lo más profundo del cuerpo de Beth al recibir el impacto de un nuevo golpe

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Unos gemidos lastimeros salieron de lo más profundo del cuerpo de Beth al recibir el impacto de un nuevo golpe.
La sangre corría libre sobre su rostro una vez blanco e impoluto.

Se escuchó un silbido agudo y su agresor cesó, al fin, de maltratarla. Cuando se alejó de su cuerpo, Beth abrió tanto como pudo su boca intentando tomar una mísera brizna de aire. Con cada respiración, sus músculos dolían y gritaban, quejándose.
Con esfuerzo consiguió ladear la cabeza en busca de la dueña de su corazón.

La halló al otro lado del callejón, tendida sobre el frío suelo, con la ropa manchada y medio rota. No tuvo duda alguna de que ella se vería igual.

—Re-Renée... —jadeó su nombre lastimeramente. Pero la francesa no hizo amago alguno de haberla escuchado. No se movía—. Renée...

—Vamos, Renée —rio Charles—. Respóndele a tu amante. Seguro que está preocupada por ti —Pero Renée siguió imperturbable. El chico suspiró ruidosamente—. Levantadla.

Sus compinches tiraron de los brazos de la rubia con fuerza, irguiéndola sobre sus rodillas. La respiración de Beth se atoró en su garganta al ver su rostro manchado de rojo y salpicado de morado. Sus ojos estaban hinchados, tanto, que dudaba si podía ver o no.

—Franklin está muy guapa, ¿verdad? —dijo el chico que sujetaba su brazo derecho.

—Sí, Renée. Ciertamente, el aspecto de tu novia ha mejorado —dijo Charles con tranquilidad —. ¿Tú qué opinas? —Renée clavó sus ojos en su forma temblorosa, pero se mantuvo muda—. ¿No vas a decir nada? —Silencio—. Vaya... ¿Me pregunto por qué? —Silencio—. ¿Será porque no piensas lo mismo que nosotros? ¿Será porque no es tu novia? —se escucharon unas risillas similares a los gruñidos de una rata—. ¿Es por eso? ¿La pequeña Franklin ya no es tu novia? —Renée siguió sin decir nada. Charles compuso una sonrisa macabra—. Bueno... En ese caso, supongo que no te importará si seguimos divirtiéndonos juntos.

Charles se acercó a Beth quién comenzó a temblar agresivamente. Con parsimonia, el chico se agachó a su altura y comenzó a acariciar su cabello.

—Es una lástima —dijo—, que una piel tan bella se haya estropeado de esta forma... —Su mano descendió por su mejilla manchando sus dedos con su sangre—. ¿Sabes?, siempre me he preguntado qué habría debajo de esos vestidos tan caros —El toque sutil de Charles eran como punzadas en el alma de Beth—. Pero sería inapropiado aventurarme de esa forma —Su mano descendió hasta su cuello y más allá deteniéndose sobre su esternón—. Por otra parte, dudo mucho que alguien me detenga —Sus ojos llenos de locura se desviaron hacia Renée. Pero ella ni siquiera pestañeo—. No, me parece que no... —Sus dedos vagaron más allá hasta alcanzar los botones de su pecho.

—P-por favor, n-no... —suplicó sin fuerzas Beth.

—Shhh, tranquila —dijo Charles agrandando su horrible sonrisa. Una segunda mano se sumó a la primera—. No tengas miedo, voy a hacer que lo disfrutes, pequeña —Las náuseas la invadieron al sentir como sus senos eran estrujados con fuerza—. Con suerte, cuando terminemos habré conseguido convencerte de seguir el camino correcto...

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