Día 2.

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Me despierta Nicolás sacudiendome, y aún no ha  amanecido. Es las cuatro y cincuenta. Me levanto con sueño aún, y comenzamos a  caminar.

Es las cinco y media de la madrugada y ya se empieza a ver el pequeño rastro de luz al este. Al cabo de media hora ya se puede ver del todo, pero el sol todavía no se muestra.
Mientras camino, mi bolsillo vibra, meto mi mano al bolsillo y saco mi celular, un nuevo mensaje. Lo abro y es otra vez una serie de letras y números en desorden, y en la última parte leo: 6 - 3 - 15 - Día dos.
Me sobresalto un poco, empiezo a ver las posibilidades de escapar, de sobrevivir, de saber quién envía estos mensajes, de saber quién es Nicolás, y de saber en que estoy metido.
Le muestro el mensaje a Nicolás, y él sólo logra mencionar que tenemos que apresurarnos.
Pero ¿cuál es la posibilidad de escapar de esta provincia sí somos nosotros dos contra unas cosas, que al parecer son aviones y nos puedes alcanzar en unos cuántos minutos?. Creo que no hay ni una posibilidad de escapar, de seguir con vida, aún cuando Nicolás tiene "poderes", pero ¿nosotros qué podemos hacer?, ¿yo qué puedo hacer?.

Mientras camino saco de nuevo mi celular que cada vez se está quedando sin batería, miro el reloj y marca las seis y cuarenta y cinco. No hay señal, lo cuál impide que pueda llamar y conectarme. Intento ver cuánto saldo tengo, intento enviar mensajes pero no puedo, y eso que a los lejos logro ver unas cuántas antenas, pero no hay señal.
-Ellos lo controlan todo.-Dice Nicolás con voz ronca.
-¿Controlan todo?.
-Sí, controlan todo lo que hay dentro de esta provincia: Santa Cruz. Controlan todo, cada antena de comunicación, no dejan entrar ni salir a nadie ni a nada de esta provincia.
-¿Y cómo pretendes que nosotros salgamos?.
-Eso yo ya veré.
-Eso significa que tal vez no podamos...
-Sí, tal vez no lo logremos, pero ten algo de esperanza.-Esa última palabra lo dice con una sonrisa que no me convence.
-Volviendo al tema de que controlan las antenas de comunicación, quiere decir que ¿nadie sabe lo que ocurrió ayer en la ciudad?.-Digo con un tono de tristeza.
-Exacto, nadie aparte de de nosotros sabe lo que ocurrió ayer. Lo sabe toda la provincia, pero esa información no pasará fuera de estas fronteras. Si otros países o la capital se enteraran de el bombardeo a la ciudad, se armaria un tremendo problema y sería más difícil encontrarte.
-Ya lo creo, pero ¿qué pasó con la presencia del ejército?.
-Hmmm sí, ellos fueron liquidados antes, por eso no intervinieron cuando el ataque llegó.
-¿Los liquidaron antes?.
-Sí, cuando tú saliste de la cafetería, ellos te detectaron al segundo, y anticiparon la probabilidad de que el ejército pondría sus tropas en marcha, pero los liquidaron al encontrarte.
-Realmente los que atacaron la ciudad saben demasiado, y tienen bien marcados sus planes.
-Tal vez sean inteligentes, estrategas, todo lo que quieras pero son un poco lentos. Por eso te estuve diciendo que no nos encontrarán.
-¿Y tú como sabes de ellos?.
-Porque yo vengo...-Se queda callado al percatarse que no puede decírmelo aún.
-Está bien, tengo que esperar a que aparezcan más acontecimientos ¿verdad?.
-Bueno, tal vez sí pueda responderte esta pregunta, pero sólo esta ¿de acuerdo?.
-¡Está bien!.-Digo casi a gritos.
-Muy bien, lo único que te diré es que, las cosas que están ahí arriba bombardeado todo lo que encuentras son de la misma procedencia de donde yo vengo, antes te dije que no sabía nada, pero es mejor no contarte nada hasta que todo este más calmado. Espero lo entiendas Gon.
-Sí entiendo, pero ¿es necesario no contarme nada?.
-Sí es necesario, porque ya te conozco.

Es verdad, el me dijo que nosotros ya éramos amigos, pero cuándo le iba a preguntar sobre eso, el timbre me interrumpió y lo olvidé hasta este momento.
-¿Cómo que nosotros éramos...
-No preguntes más Gon, espera que todo esté calmado.

No pregunto más, sólo sigo caminando con algo de inquietud y tristeza, porque no sé hasta cuándo Nicolás me seguirá olcultando cosas.

Mientras pasa el tiempo va atardeciendo, no comimos nada, sólo tomamos agua del riachuelo que ayer pasamos y ahí descubrimos mi tatuje en el cuello. Me lo toco pero ya no me pica. Es las cinco y nueve y a lo lejos se ve como hay cosas que no logro ver, que están en fila. Nos acercamos más.
-Mira Gon, es una autopista.-Dice Nicolás con cansancio.

Cuando llegamos a la autopista, sólo encontramos los autos y nadie dentro de ellos. Empezamos a revisar cada auto a nuestro alcance, pero no había rastro de nada ni nadie.
-Tomaremos uno de estos autos para salir más rápido de esta provincia.-Dice Nicolás.

Encontramos un auto de color rojo, y nos subimos en el.
-¿Sabes manejar?.-Le digo a Nicolás con un poco de inseguridad.
-Por su puesto.-Dice basilando.
Nicolás al percatarse que no hay la llave para encender el auto, chasquea los dedos pulgar y medio, y el motor del auto se enciende. Empezamos a avanzar lentamente, supongo porque Nicolás no conducía hace tiempo o porque no sabe manejar y me mintio. Luego de un rato, el auto empezó a avanzar más rápido, más rápido de lo normal.
-¿Nicolás estás loco?.
-Sí. Gon tranquilizate, no pasará nada.
-¡Cómo no quieres que me preocupe sí vamos a más de cien kilómetros por hora!.
-Mejor ponte el cinturón.

Me vuelvo hacia donde se encuentra el cinturón, lo coloco en esa pequeña cajita que está del otro extremo, y me aferro mucho a el.
Mientras yo no presto atención a lo que está a mi enfrente, Nicolás sigue manejando y esquivando otros autos que se quedaron sin razón alguna en la autopista.
-Sí seguimos a este ritmo, podremos llegar en la noche a la siguiente provincia: Chubut, así poder encontrar algo de comer y estar un poco más seguros.

Pasan las horas, ya es de noche y tengo mucha hambre. Las luces de la autopista están prendidas, pero una que otra titila, y otras ya no funcionan. Es las nueve y cincuenta y a lo lejos se ve un edificio pequeño, debe ser un control para pasar de una provincia a otra.
-No hay nadie.-Dice Nicolás con un susurro.

Nos acercamos, pero esta vez Nicolás disminuye la velocidad hasta que llegamos a ese pequeño edificio, donde hace parar el auto.
-¿Por qué nos detenemos?.-Digo desesperado.
-Sólo espera un momento.

Nicolás sale del auto y entra a ese pequeño edificio. Aunque aún tenga luz da un poco de miedo.

Nicolás se empieza a demorar, ya pasó diez minutos y no vuelve. Me empiezo a desesperar. Empiezo a mirar por todas partes, por sí algo o alguien aparece. Pasan cinco minutos más, ya no puedo con mi angustia y decido ir a buscar a Nicolás. Abro la puerta del auto y una fuerte ráfaga de viento me azota. Nicolás sale del edificio con una bolsa de tela que brilla en la mano, y me dice a gritos que me suba al auto, por lo cual le hago caso. Vuelvo a subir al auto y empieza a sonar motores en el cielo. Volteo mi cabeza hacia atrás, mientras Nicolás entra al auto y empieza a manejar, y veo no muy lejos luces de colores, como los del avión.
-¿Nos encontraron?.-Digo con un tono absurdo.
-Sí, creo que no debiste de salí del auto.
-Pero tú no me dijiste nada.
-Mejor no hables y dime sí nos persiguen aún.

Sigo mirando esas luces de colores en el cielo, pero se detienen justo encima de ese pequeño edificio.
-¿Aún nos siguen?.
-No, se quedaron encima de ese pequeño edificio.
-Entonces aún no mataron a todas las personas que se encuentran en la provincia de Santa Cruz.
-¿O sea que ya estamos en Chubut?.
-Sí, eso espero.

KadurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora