Capítulo 39: Lealtad

11 3 0
                                    

El tiempo avanza, las piezas se mueven y alianzas se forman. Empieza a correr un rumor en las calles de Spirithia: algunas naciones estarían protegiendo humanos. Pero, ¿qué marcaba este acontecimiento? Escaso conocimiento se tenía sobre el impacto de que un humano desarrollara sincronía elemental y controlara su flujo de alma, ¿cuál era su propósito? ¿Estábamos frente a una nueva carrera armamentista en Spirithia con armas biológicas y los humanos eran las armas? ¿El futuro apuntaba ahora a secuestrar humanos para investigaciones? Eran preguntas absurdas que se escuchaban entre la población y canales de comunicación.

Las provincias más avanzadas miraban todo este tema con curiosidad, las más conservadoras consideraban que se buscaba jugar con temas tabú y que traería consecuencias graves; pero las provincias primitivas o detenidas en el tiempo, por así llamarles, ignoraban completamente la magnitud de la situación. No era algo raro ver provincias con ese pensamiento, Spirithia venía experimentando décadas de retroceso y no parecía que fuese a mejorar en un futuro próximo.

Una de estas provincias llamadas primitivas era la de Cliopetra, quien ostenta el título de la nación más joven de toda Spirithia al tener solo dos mil años de haber sido fundada por su primera y actual reina: Sandiana. Si tuviéramos que describir a Sandiana, la opción más rápida sería compararla con Cleopatra, no hay duda alguna. Pero Sandiana no solo ostenta el título de Reina de Cliopetra, sino que es actualmente la Reina de todo el Reino Tierra. Es la primera vez en toda la historia de Spirithia en que una espíritu joven asume semejante categoría, y es todavía más raro debido a que nunca se llegó a saber a ciencia cierta cómo obtuvo el puesto, pues no es, ni por asomo, el espíritu más poderoso del Reino.

Un niño llegó a parar a manos de Sandiana, un pequeño humano. Ella no hizo muchas preguntas, sabía quién se lo había traído y sabía qué tenía que hacer. Creo que todos sabemos a estas alturas de a quién nos referimos, veamos qué ocurrió un año con Sebastián al año de los sucesos en Edén.

...

-Joven Sebastián, ¡Joven Sebastián! ¡Despierte!

Una voz masculina resuena en una habitación de piedra dentro de un palacio con estructura egipcia. La recámara era la de todo un trabajador: sencilla, sin muchos muebles, una alfombra algo maltratada y dos cestos con comida no perecible para cuando tuviera hambre. En una esquina había grandes jarrones que tenían la particularidad de mantener el frío y el calor, que era usado a modo de horno y refrigerador. Un Sebastián agotado estaba durmiendo sobre su cómoda hamaca, el ruido no lo despertaba en lo más mínimo.

-Joven Sebastián, es la tercera vez esta semana que se queda dormido, ¡NO ME DEJA OTRA ALTERNATIVA!

La misteriosa voz guardó silencio unos segundos, contó hasta tres y atravesó la pared de roca sólida con un solo golpe, destruyéndola y haciendo que las rocas impacten directamente contra un indefenso Sebastián y despertándolo al instante.

-¡¿Qué hice?! ¡Ay, no! No me digas que volví a quedarme dormido, Rashidi.

Rashidi era el sabio más grande de Cliopetra, actuaba como la mano derecha de Sandiana en asuntos sociopolíticos y bélicos, también era el encargado de asegurarse que Sebastián cumpliera con todas las asignaturas que su reina le dejaba en su horario de estudio. Rashidi era un hombre alto, de contextura delgada y moreno. Portaba una falta larga blanca y una pechera dorada decorada con jeroglíficos de color negro. Su barba era blanca, recortada y usaba un sombrero similar al de los faraones.

-Mocoso, Sandiana es muy condescendiente contigo. Si dependiera solamente de mí ya te hubiese mandado a labores de construcción o agricultura de manera forzada. Lo peor es que ni siquiera eres precisamente muy iluminado –dijo Rashidi enojado mientras Sebastián se limpiaba los escombros de su pared.

Spirithia I - AsesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora