Spirithia I - Asesinos

Capítulo 18: Elección

-Me encanta cuando todo sale según lo planeado. Y miren, además estamos haciéndolo más rápido de lo que debería ser, sus cuerpos están asimilando muy bien sus elementos –aplaudió Lightwing.

-¡Lo único que estás haciendo es matarnos uno por uno! No sé qué pasa cuando pasamos por esas columnas, pero solo estamos viendo cómo torturas a nuestros amigos –gritó Camila.

-¿Estás cuestionando el destino que los dioses les han impuesto? –dijo Lightwing en un tono que denotaba fastidio -. ¿Osas cuestionar milenios de tradiciones?

-¿Dioses? –preguntó nuevamente Camila.

-¿Creen que entienden a ciencia cierta quién tiene la razón en este rompecabezas que es la vida? ¿Creen que tienen la mínima idea de quiénes son los que mueven las piezas? Ustedes no entienden nada, nunca lo harán, ¿y saben por qué?

Light da la octava palmada, la elegida esta vez fue Camila, quien recibió dos palmadas en el cuerpo, una en su mano derecha y la otra justo en sus ojos, le rompió ambas partes del cuerpo. Salió disparada contra el umbral, pero justo antes de atravesarlo, su mano izquierda chocó contra la columna, rompiéndose la otra mano también. No podía respirar, tenía fracturado el tabique también.

-¡Cami! –grité-. ¡Eres un sádico!

-Les enseño, niños, que esta vida tiene principios, normas; y que deben seguirlas porque son inquebrantables. No tienen que saber quién está a la cabeza, solo tienen que saber que no son ustedes. Así ha sido siempre y así será, por eso el mundo espiritual está como está, porque alguien no entendió lo que era apegarse al guión –Light estaba furioso.

Camila yacía en el suelo, respirando por la boca para tratar de sobrevivir, no podía ver, gritaba que se había quedado ciega, quería tocarse el rostro pero le era imposible con sus manos en ese estado.

-¡¿Qué quieres lograr con esto?! –Camila lloraba de frustración, se retorcía del dolor y la asfixia de no poder respirar correctamente.

-Darte la mejor lección que puedo sobre el ser humano. Ustedes, niños, como todos los seres humanos, solo sirven para destruir, todo lo que tocan o inventan lo barnizan con un falso altruismo, en el fondo todos quieren algo a cambio. Esto, niña, es el destino, que quede claro que tú estás destinada a destruir como todos los demás –Lightwing la miraba fijamente en el suelo.

Los huesos de Camila comenzaron a acomodarse lentamente, la pobre no tenía otra opción más que seguir moviéndose bruscamente por el dolor. Su tabique se encajó solo y sus ojos se abrieron de entre toda la sangre que los cubría.

-¿Qué pasa? Están abiertos, pero está todo borroso –pensó Camila, quien toda la vida había gozado de una vista perfecta.

-Eso es lo que eligieron para ti, pequeña. Hay cosas que es mejor que vean por su cuenta; pero al parecer, sería muy peligroso si tú lo hicieras. Tú debes ser materia, no puedo saber de qué clase, pero serás peligrosa, ya lárgate –mandó Lightwing, quien lanzó una palmada que se llevó a nuestra amiga, por la escalera del centro.

-Si Mariela hubiese visto esto, lo hubiese matado, o al menos lo hubiese imaginado –pensé.

-Es probable –me respondió Lightwing. Había olvidado que podía meterse en nuestras cabezas.

-Tú eres el siguiente –Lightwing señaló a Sebastián, era extraño pues siempre nos había tomado por sorpresa y nos mataba la incertidumbre.

-P-pero, ¿por qué yo? Digo, ¿por qué todos nosotros? ¡No es justo! Lo que nos estás haciendo es horrible, no puedes solo torturarnos y amenazarnos con esto –Sebastián le increpaba a Lightwing, él estaba convencido de que aún tenían una esperanza de salir de ahí así no hayan podido sobrevivir todos.