Capítulo 41: Iniciación

22 3 1
                                    

Doce provincias, doce reinos, doce elementos. Los doce niños estaban repartidos por Spirithia pasando en su mayoría como espíritus cualesquiera, viviendo vidas medianamente normales, intentando pasar desapercibidos. En el caso de Alex, nuestro espíritu de luz fue llevado de la mano de su maestro a la provincia de Drogma, una de las más conservadoras en algunos aspectos, pero también una de las naciones con mayor calidad de vida. Ahora, veremos no solo su evolución durante sus primeros meses, sino que entenderemos un poco más a detalle sobre los ya anteriormente mencionados linajes, la clave para entender mejor el mundo de Spirithia.

...

Ah, hola. Tiempo sin hablar directamente. Esto de ser una combinación entre narrador de memorias y maestro de ceremonias es bien agotador, incluso confuso. ¿Han notado que es raro tener que narrar lo que les pasa a 12 personas distintas al mismo tiempo? Si esto fuera un libro, el autor tendría que disculparse públicamente por hacer semejante estupidez, luego recuerdo que técnicamente yo sería el autor y se me pasa.

Drogma, la verdad no todo fue malo en esa provincia, el entrenamiento de Drago era brutal... pero la comida era deliciosa, el truco está en no preguntar qué animal estás comiendo.

En fin, necesitaba un respiro, esto es más difícil de lo que pensé, compactar tantos recuerdos, tantas emociones, ¿cómo hace Kimberly para tolerar esto todo el tiempo? Y, hay algo más... hay recuerdos sueltos, no sé, no se sienten como de nosotros, como si hubiera recuerdos de otras personas, aunque no entiendo cómo ni por qué, tal vez solo deba concentrarme. Nos vemos, me está gustando este viaje hasta ahora, espero que a ustedes también.

...

Drago y yo estábamos en una zona descampada, alejados de la zona urbana, era un antiguo campo de entrenamiento de soldados, las barracas ya estaban casi en ruinas y la vegetación había reclamado nuevamente lo que le pertenecía. Ya tenía un año aquí y finalmente había dominado todo lo básico sobre el control elemental, bueno un poquito intermedio, para presumir.

No obstante, Drago sabía que mis habilidades en combate cuerpo a cuerpo eran todavía mediocres, por lo que me trajo a entrenar en combate de espadas. Tenía demasiados problemas para maniobrar, la espada que me dio Drago pesaba mucho, se suponía que mi cuerpo ya debió haberse adaptado y tendría una fuerza superior, pero no lo notaba en lo absoluto, seguía cansándome fácilmente.

Mi maestro me daba pautas para mejorar mi estilo de combate, siempre me repetía que no me esforzara tanto en imitarlo porque acabaría siendo mediocre, pero era imposible hacerlo de todos modos, era tan rápido con sus lecciones que solo me quedaba tratar de memorizar y luego ejecutar. Era sumamente estricto, pero supongo que efectivo.

-¡Muchacho! Quiero ver tu progreso con eso. Muéstrame tu arma elemental –exclamó Drago, quien imbuyó su espada con luz y la convirtió en una mezcla de sable medieval con espada de La Guerra de las Galaxias.

-No será perfecto, pero... -respondí, para luego hacer lo mismo que mi maestro, solo que algo más tosco.

Mi espada no era perfecta, había agujeros en la luz, no podía cubrir totalmente mi espada y por ratos se apagaba, pero finalmente luego de concentrarme unos segundos logré completarla para usarla en combate.

-Aceptable, pero no sirve de nada lograrlo si no puedes ser constante. ¡Vamos!

Drago se lanzó hacia mí con una estocada, era experto en esgrima y otros combates con espadas y sables. Podía esquivar, pero me era imposible contraatacar, simplemente no lograba hacer ambas cosas al mismo tiempo porque si dejaba de hacer lo primero terminaría con algo atravesado al cuerpo. Solo me quedaba retroceder y jugar a las traes con él, intentando no ser atrapado.

Spirithia I - AsesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora