Capítulo 33: ¿Empate? Parte 1

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Me sentía dentro de las páginas de uno de los cómics que me gustaba leer de niño. No reaccioné hasta que Logan me asestó una palmada en la nuca. Había quedado anonadado por cómo dos simples espíritus podían enfrentarse con todas sus fuerzas contra decenas de Secretarias. Años después entendí el por qué, pero en aquel momento todo lo que se me había dicho hasta ahí de Spirithia parecía mentira.

Artemina podía saltar en el aire como un rayo y podía disparar flechas tan rápido que nuestros ojos apenas seguían su ritmo.

Lunerva, por su parte, se encargaba de protegerse a sí misma y a su compañera con unas burbujas que tenían tentáculos como los de una medusa, los cuales se encargaban de atacar a distancia al mismo tiempo que evitar que reciban daño innecesario. Estaban perfectamente sincronizadas en combate, como si hubiesen ensayado para este preciso momento. Las Secretarias, pese a tener distintos elementos, se veían opacadas ante el imponente rayo y la impredecible agua.

Nos ocultamos detrás de unas rocas porque nos resultaba imposible ir más lejos sin correr riesgo alguno. Aun así, para Claudio, Kim, Logan e incluso para mí, muy en el fondo esto era un placer visual de muy mal gusto.

Artemina salió velozmente de su burbuja y empezó a atacar cuerpo a cuerpo a un grupo de Secretarias. A su vez, Lunerva inició una lluvia que no solo maximizaba la fuerza de su compañera, sino que la usaba para que cayeran pequeñas medusas en las Secretarias y así poder aturdirlas como con sus anteriores oponentes. La asesina de agua se encargaba de desestabilizar al equipo, mientras que la brutal asesina de electricidad sacaba su lado más violento en lo que sería una masacre con todas las letras.

Las guerreras divinas opusieron resistencia evaporando la lluvia y creándoles cascos de acero a sus hermanas para evitar ser paralizadas. Para evitar ser golpeadas por los ataques de Artemina, la armadura que llevaban puesta fue convertida a material de hule y no sentir el impacto de la electricidad, pero:

— ¿Saben cuál es el error de los Espíritus Originales que dependen tanto de sus elementos y creen estar por encima de los espíritus normales? –exclamó Artemina.

Dio un salto largo en el aire y se acercó tan rápido a una Secretaria que ella apenas pudo reaccionar antes de que la asesina le asestara un golpe mortal en el estómago tan fuerte que perforó su abdomen haciéndole un orificio.

— ¡QUE OLVIDAN QUE CUALQUIERA PUEDE APRENDER A DAR UN BUEN GOLPE!

La asesina generó una explosión de energía que encegueció a todas las guerreras unos segundos. Lunerva aprovechó ese momento para atarlas con látigos de agua y les rompió las piernas para que no tuviesen más oportunidad ni de volar ni de andar. Sabían que no podían matarlas, así que su estrategia desde un inicio fue evitar que usaran su potencial al máximo.

— ¡Y ahora, damas y caballeros, para el toque final de este asedio a Edén, una muestra de lo que Apocryphe es capaz! Ilektrum... ¡Vroyua!1

Artemina lanzó dos chasquidos al aire que resonaron en todo el lugar. El cielo oscureció abruptamente y comenzó a llover, pero no era agua, era, ¿electricidad líquida?

—Nunca dejas de sorprenderme, Arte. Cada estupidez que aprendes es más creativa que la anterior –sonrió Lunerva.

Las asesinas voltearon hacia nosotros y nos dijeron que miráramos a nuestro alrededor. Todas las guerreras habían sido diezmadas y estaban más interesadas en protegerse que en defendernos a nosotros como en un inicio. Tenían razón, nos hicimos dispensables en el momento más crítico. El ambiente se hizo peligroso y la tormenta eléctrica que se veía al fondo estaba siendo atraída por toda la energía que emanaba de aquí.

Spirithia I - AsesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora