Aparición

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—Padre, debo confesar que he pecado. 

La dulce voz llegó con un susurro a sus oídos. 

Normalmente no se suponía que prestara atención a quien pertenecía, pero aquel tono era inconfundible. 

Hunter trago saliva, obligándose a concentrarse en sus deberes como padre. 

—¿Cuales son tus pecados hermana? 

Hubo un momento de silencio. La joven del otro lado pareció dudar antes de responder. 

—Creo… Que estoy teniendo pensamientos impuros, sentimientos por alguien que no debería padre…. —

Respiró hondo, sintiendo las palmas de su mano sudar, sus propias dudas y sentimientos surcando su mente. 

No, no debía ser tan débil, había decidido dedicar su vida al señor, no podía flaquear tan fácilmente. 

—Debes recordar porque elegiste esta vida hermana, deja de lado las tentaciones así como Jesús rechazó las tentación del demonio. 

Hubo una pequeña risa, casi imperceptible, algo irónica. 

—¿Por qué la elegí? Yo no… Esta bien padre—

El silencio volvió, Hunter casi creyó escuchar los latidos de su corazón acelerado. 

—Quizá la vida de Monja no es para mi…y me gustaría pensar que hay más que el sacerdocio para usted… 

—¿Hermana Park? 

La oyó levantarse, el pequeño espacio entre ellos siendo sofocante de alguna manera. 

—Espero en verdad sea feliz haciendo esto Padre Wittebane. 

Escucho la puerta del confesionario abrirse, los pasos susurrantes de la chica alejarse y las propias dudas dando vueltas en su mente. 

~~

—¿Puedes repetirlo? —

Se esforzó por no balbucear, porque su tono fuera calmado, pero tuvo que ocultar sus manos detrás de su espalda, un ligero temblor apoderándose de ellas.

La hermana delante de él pareció adjudicar su estado a la noticia en general. Sin notar nada más allá. 

—La hermana Park… No Sabemos precisamente como, pero la encontramos sin signos vitales esta mañana en su habitación. 

—Entiendo… qué Dios la tenga en su gloria. 

—¿Padre? Deberíamos hacer los preparativos para su funeral. 

—Si, por favor encargate de lo necesario. 

Después de una ligera inclinación, la mujer lo dejo solo nuevamente, solo con sus pensamientos. 

Una sola lágrima resbaló por sus mejillas. 

¿Ese era el castigo divino por sus pensamientos impuros? 

Tanto él como Willow, (porque si, en privado la llamaba por su nombre, una familiaridad a la que nunca debieron llegar) habían cruzado un límite. 

Aún podía recordar su dulce sonrisa, la forma en que sus ojos verdes, como una bella esmeralda, se clavaban en él cuando daba la misa matutina. 

La habia hecho dudar de sus votos, casi le había hecho pensar que quizá valía la pena arriesgarse. 

Pero allí estaba el resultado de sus dudas. El señor había dejado caer su furia sobre ellos, se había llevado a Willow por osar dudar de su palabra y lo había dejado con la pena para lidiar completamente solo. 

—Perdoname señor, concédele la paz eterna y Permíteme enmendar mis errores… 

Rezo y suplico en soledad. Jurandose a sí mismo no volver a caer en las tentaciones, nunca más dudar de su Fe por el señor. 

~~

Fue solo un par de semanas. Ese fue el tiempo antes de que aquella presencia comenzara a manifestarse en su habitación. 

Al principio era casi indetectable, solo la sensación de estar siendo observando. 

Después, creo observar unos ojos vigilandolo en la oscuridad. 

Lo atribuyó a sus sueños, a su propia culpa carcomiendolo de noche. 

Pero entonces, una de esas noches despertó, una risa dulce que recordaba a la perfección inundó la habitación. 

Se levantó sobresaltado, buscando a su alrededor, sus ojos acostumbradose a la oscuridad. 

En la esquina de su cama se dibujaba una silueta. Era la forma de una mujer. 

Lo primero que distinguio fueron aquellos ojos verdes, ojos que nunca en su vida podría olvidar. 

Brillaban como los de un gato en medio de la oscuridad de la noche. 

Su cabello corto estaba descubierto y un par de cuernos surgían de este, destacando. 

Nunca antes la había visto sin su túnica, pero ahora la ropa que llevaba era escasa, una simple prenda cubriendo sus partes más íntimas. 

Había una cola saliendo de su parte trasera, una que se movía rítmicamente a los lados. 

El calor subio hasta sus mejillas y comenzó a rezar sin poder evitarlo. 

—¡Oh! Hasta que despiertas bello durmiente. 

Su voz era juguetona, empalagosa. 

Comenzo a gatear a través de la cama, hacia el. 

—¿H-hermana Park?

La joven rodo los ojos, negando decepcionada. 

—¿Hermana Park? ¿Luzco para ti como una mujer dedicada a Dios? —

Hizo una mueca de asco, para después soltar una sonora carcajada. 

Se detuvo frente a el, sentándose a ahorcadas sobre sus piernas. 

Hunter trato de retroceder, su mano aferrándose a la cruz qué colgaba de su cuello. 

—¿Porque tan asustado padre? Pareces un buen chico… Dejame corromperte. 

La criatura frente a el se relamio los labios, sus ojos brillando con una lujuria indescriptible. 

—Demonio… ¡estas en lugar santo! No deberías tener acceso a este lugar. 

La criatura del averno qué había tomodo la forma de su querida Willow lo miró nada impresionado. 

—No me parece tan santo en realidad. 

Se movió sobre su regazo, arrancando un sonido totalmente impudico de su parte. 

Se llevó una mano a los labios, avergonzado por lo que acababa de suceder. 

—No, no, dejame oír más… Dejame arrancar esos dulces sonidos de tus labios… cede ante el deseo que veo en lo profundo de tus ojos, ¿Quieres tocarme no es así? Hazlo, sacia tu sed con mi cuerpo… 

Su corazón latía desendrando en su pecho, su cordura pareciendo desparecer lentamente. 

—¡No! 

Se levantó de golpe de la cama, tirándola de su regazo. 

Willow lo observo incrédula, para después soltar otra carcajada al aire. 

—¡Vete de ahí demonio! ¡Alguien como tú no me hará dudar de mis creencias! Mis votos son sagrados, mi cuerpo le pertenece al señor. 

Comenzo a rezar en voz alta, pero aquella Sucubo no desaprecio, simplemente lo miró atentamente, relamiendose los labios. 

—Serás todo un reto Hunter Wittebane —

Pareció turbarse al oír su nombre completo, lo cual arrancó una sonrisa de satisfacción de sus labios. 

—Prepárate, esta no será mi última visita. 

Dicho esto se desvaneció en el aire. Dejando a un joven Padre aturdido y extremamente confundido. 

No nos dejes caer en TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora