Ceder

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Perdonen la tardanza.
Estuve algo enferma y sin inspiración.
Pero espero ya retomar el ritmo de las actualizaciones.

En fin, Feliz navidad 😉

Hubo una sensación familiar para ella en cuanto la vio cruzar el umbral. La presencia de esa chica le resultaba totalmente conocida, por lo que no pudo evitar vigilarla desde lejos.

La envolvió una sensación de furia cuando se atrevió a golpear a Hunter, pero había algo de ella que justificaba su comportamiento.

¿Cómo es que la conocía? Quizás había sido una amiga de la dichosa Willow.

La siguió hasta los aposentos del que ahora era su cuerpo, notando como resguardaba las cosas que alguna vez le pertenecieron.

Había una sensación de desasosiego en su pecho, como si le debiera alguna explicación.

“Amity” su nombre llegó a ella de forma espontánea.

Quizá por eso le permitió verla aunque fuera un segundo.

Seguía frustrada de estar sintiendo todas esas emociones ajenas a ella.

Angustia, miedo, nostalgia y cariño. Debería estar llena de pura lujuria pero no era así.

Y eso la atemorizaba.

++

Pasaron un par de días desde aquel incidente, lo más desconcertante para Hunter era que la demonio había mantenido su distancia, presentándose para fastidiarlo solo de repente durante misa.

Buscando descolocarlo, que rompiera “personaje”.

Quizá noto la mirada curiosa de algunos niños pero seguramente se lo estaba imaginando. No podían verla ¿Oh si?

Bien, otra presentación más que agregar a las tantas que ya tenía.

Era cierto que la había visto ligeramente distraída, y el solo hecho de que no lo estuviera acosando como siempre le daba una sensación extraña.

Aunque le costará admitirlo, se había acostumbrado a ello, se había vuelto parte de su rutina.

También no ayudaban sus propios pensamientos intrusivos.

Dudar de su fe se había vuelto una constante, preguntándose cada vez más porque seguía allí.

¿De verdad la irá de Dios iba a castigarlo? En realidad ¿No lo había hecho hacía mucho? Que le quedaba por perder.

—¿Padre Wittebane?—

Su mirada se alzó, encontrándose con la figura de la madre superiora Snapdragon.

La mujer no salía mucho en realidad, pasaba sus días orando, fue toda su vida una monja de claustro, si estaba allí eso era un milagro.

—Madre ¿Puedo ayudarla en algo?—

Los ojos de la mujer lo recorrieron por completo, una sonrisa casi maliciosa se dibujó en su rostro.

—Oh nada, viene a supervisar a las novicias y quise pasar a saludar. Pero mírate, por un momento creí ver a tu difunto tío.

Trato de forzar una sonrisa, pero está no surgió. Todo menos que lo compararán con él, no iba a soportar eso.

La madre pareció darse cuenta, ya que elevó una ceja de manera curiosa.

—Aunque en realidad, los feligreses hablan muy bien de ti, tu tío era un obispo severo, tú eres un padre bondadoso, quizá lo que Caleb hubiera llegado a ser…

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