Acercamiento

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Perdonen la tardanza ~

La había visto desaparecer, pero aún sentía su presencia. 

Era extraño de describir, cómo sentía una mirada siempre posada en él. 

Sabía que aquel era su castigo por ceder a la lujuria, por haber condenado el alma de Willow junto con la suya. 

Eso era lo que más le dolía, verla convertida en eso… Y que ni siquiera recordara su pasado. 

Pasó el resto del día distraído, haciendo con diligencia sus deberes en la parroquia, pero siempre consciente de que era vigilado.

Parecía que el agua bendita había funcionado un poco, pero no con demasiada eficiencia.

La noche cayó de vuelta y se internó en sus aposentos, sintiéndose nervioso.

Volvería a estar solo, lo cual significaba que cierta diablilla seguramente aparecería.

Se sorprendió de que la idea no le parecía del todo mala, e inmediatamente se reprendió. No podía estar cediendo tan fácilmente.

Dejó escapar un suspiro mientras cerraba la puerta detrás de él.

Su mirada vago de inmediato por la habitación. Aún no había rastro de su nueva acompañante. 

¿Quizá se había dado por vencida? Una risa de incredulidad se escapó de sus labios, eso no era posible, si aquella criatura tenía aunque fuera un poco de Willow, era bastante obvio que ese no sería el caso.

—Oh… No sabia que tenia una risa tan linda Padre—

Y allí estaba, materializandose de la nada. Mantenía aquella sonrisa socarrona en el rostro, pero Hunter habría jurado que por un momento había visto un brillo de nostalgia en sus facciones.

—Deberías de reir mas seguido…— Estaba sentada en la orilla de su cama, sus piernas cruzadas con los muslos expuestos, sabiendo perfectamente que su mirada no podría evitar posarse en ellos.

Además estaba esa cuestión, ese comentario. No, Hunter no solía siquiera sonreír a menos que se obligara al dar la cara a un feligrés. muy dentro de él seguía el estigma que alguien hacía mucho había implantado, que aquello era una mera debilidad.

Solo Willow había sido capaz de arrancar sonrisas de su parte, y tal parecía, que seguía haciéndolo.

Hunter intentó ignorarla, desviando la mirada y comenzando a cambiarse la sotana por su ropa para dormir.

Supo casi al instante qué había sido una mala idea. 

Podía sentir la mirada pesada de la chica sobre él, devorándolo con esta, sus ojos deteniéndose en cada rincón de su cuerpo. 

¿Así era como se sentía ser deseado? Era extraño, incómodo, pero de alguna manera no era un mal sentimiento.

Darse cuenta de esto le hizo regañarse mentalmente, dándose cuenta de que estaba cediendo con más facilidad de la que debería.

Se apresuró a ponerse la ropa de cama y escuchó un quejido de parte de la chica, un claro puchero dibujado en su rostro.

Estuvo a punto de preguntar el motivo, pero se detuvo. “Ignorala, ignorala” se repetía a sí mismo, aunque fuera casi imposible.

Se subió a la cama y se metió bajo las sábanas, casi como un niño buscando su protección.

Una risa divertida resonó por la habitación y después de eso todo se quedó en silencio. 

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