Cartas

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“Amy

Me alegra saber que te encuentras bien.

Después de lo ocurrido, me preocupaba que las cosas tomaran un mal rumbo.

¿Qué tal la libertad? 

Espero que estes disfrutando de tu nueva vida, extraño tenerte en el convento, pero se que eres mucho más feliz ahora.

Por favor, no dejes de escribirme.

con cariño

Willow”

“Amy

Siempre es un placer saber de ti y Luz, me temo que la vida aquí es bastante repetitiva.

No hago más que orar y representar mi papel.

La única novedad es que llego un padre nuevo, es bastante joven y apuesto (Aunque se supone no debería fijarme en ello), pero además también es bastante agradable, quizá después de todo tenga un poco de compañía.

Willow”

“Hunter no es para nada como lo imagine, es divertido y tiene ideas bastante revolucionarias para un religioso.

Hemos convertido el jardín en nuestro refugio.

Se lo que vas a decirme y lo se, pero no tiene nada de malo admirarlo, después de todo, no es un sentimiento correspondido”

“Quizá… solo quizá sea correspondido. 

He notado miradas, sonrojos. ¿Seré yo volviéndome loca?

Hay mucho más en el que nadie nota, mucha nostalgia, mucha tristeza en su interior.

Es como yo, atrapado en esta vida sin remedio.”

“¿A si que tu padre por fin tomó acciones legales contra Odalia?

Vaya, es bueno saber que estás a salvo.

Yo… Amity, creo que me enamoré. Esto es grave”

“Amity

Recuerdo aun cuando me hablaste de Luz, el fuego en tu mirada y la determinación de cambiar las cosas.

Me hiciste creer que todo era posible si se deseaba con fuerza, que el amor siempre triunfa al final.

Es triste que no sea así para todos.

Ya no lo soporto, verlo sufrir cada día, aferrado a una vida que solo lo reprime. Aunque me ame, nunca será capaz de admitirlo.

Tu tuviste el valor de hacer algo drástico, escapaste del convento, seguiste a tu corazón.

Mis opciones son mucho más limitadas.

Gracias por tu amistad Amity, fuiste la única amiga real que pude tener en estas paredes.

Con cariño

Willow”

++

¿Quién era ella? ¿Por qué hablaba de Willow?

Trago saliva mientras notaba aún el ardor, un ligero sabor metálico en la boca, quizá se había lastimado por dentro también.

No importaba, el dolor siempre era un buen catalizador para aclarar su mente.

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