Noah fumaba inmerso en sus pensamientos mientras el resto del ejército alemán celebraba con gusto la ocupación a Francia.
Todavía quedaba mucho por hacer.
Francia no caería tan fácilmente.
Pero con Paris siendo alemana, ya es un gran comienzo.
- ¡dónde están las putas francesas! - gritaban enloquecidos de alcohol varios soldados de bajo rango.
Noah no quería estar ahí, no le gustaba ese ambiente, pero debía estar por sus hombres y por el respeto que se debe ganar.
No hace mucho, él fue un soldado raso como ellos.
Ahora era un jodido capitán.
Suspiró viendo la fogata que han montado en medio de la plaza del pueblo francés que han ocupado.
A Noah le parecía acogedor en cierto sentido.
Típico pueblo donde la gente hace su vida y nada más.
Tranquilo, calmado.
Hasta que llegaron ellos.
Se veían franceses mirando aterrorizados y escondidos tras sus cortinas por las ventanas de sus casa.
Estaba claro que no eran bienvenidos.
Además, el pueblo alemán en guerra solo sabe imponer su orden de una forma.
Sembrando el terror.
Ese mismo día, al llegar la tropas al pueblo, se reunió al pueblo francés a la gran plaza donde se les comunicó que Francia había sido invadido por Alemania y las pautas que se deberían tomar a partir de ahora, como deber ceder su residencia a los diferentes soldados alemanes.
Era comprensible el rechazo de los franceses a ellos.
Era comprensible el comportamiento de los señores Saunt.
Era comprensible la forma en la que le miró la señora Cloe.
Noah suspiró de nuevo.
Se sorprendía pensando en esa mujer.
En cómo cocinaba distraída y lo deliciosa que estaba su comida.
Tiró el cigarrillo apagado al suelo.
En eso se oyen gritos de mujeres, gira la cabeza y ve soldados alemanes arrastrar de los pelos a un par de mujeres francesas mientras lloran.
Las iban a forzar.
Noah se levantó y fue hasta ellos.
En un perfecto alemán y tono más que intimidante se dirigió a sus subordinados.
- soltadlas - ordenó quitándose el guante.
Los soldados hicieron caso al instante y se colocaron firmes.
Toda la fiesta se detuvo siendo ellos el centro de atención.
Noah miraba a sus soldados con asco y les propinó dos guantazos a ambos.
Escupió.
- no llevamos un puto día y ya queréis meter vuestras pollas en sucias francesas, ¡NO! - gritó haciendo temblar a los borrachos soldados. - respetad la bandera, ¡respetad nuestra raza!
- ¡¡sí, señor!!
Noah se los quedó mirando por varios segundos.
Debía ser así.
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Un capitán alemán se enamora de un criada francesa
RomanceNoah es un teniente alemán temido por cualquiera que le conozca. Es poderoso y terrorífico, leal a sus ideales. Es enviado a Francia, donde los soldados de su escuadrón en una noche de juerga, le traen a una pobre chica francesa para que disfrute...