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Por qué una mujer como ella mentiría. 

Pero lo más extraño es cómo es posible que una mujer como ella esté soltera. 

Estos pensamientos iban y venían en la mente de Noah. 

Terminó su jornada y regresó a la casa donde residía. 

Fue al jardín donde se puso a fumar. 

Por qué una mujer como ella estaría soltera. 

No lo entendía. 

Miró la casa destartalada de madera del jardín. 

Se acercó y aunque dudó, tocó la puerta. 

La cara tímida de Cloe apareció. 

- señor... 

Noah se la quedó mirando fijamente con expresión seria. 

Ella bajó la mirada. 

Estaba claro que no estuvo bien mentirle en la entrevista. 

- ¿podrías ofrecerme una taza de té? - preguntó el capitán. 

Pero los ojos de ella pasaron de él a la gran casa. 

- no es correcto... 

Por supuesto que no lo era. 

- he pasado por alto una mentira por usted - soltó de golpe. - merezco al menos una taza de té 

Ella abrió los ojos sorprendida. 




- su casa es muy pequeña - dijo el alemán mientras sorbía una taza de té. 

Cloe, sentada delante de él, permanecía contraída de timidez e incómoda con una taza entre las manos. 

- ¿los señores de la casa están? 

Ella niega con la cabeza lentamente. 

- están en la casa de unos amigos suyos - explicó escueta sin mirarle. 

Noah suspiró mirando alrededor. 

- esta es una gran casa, ¿no cree? 

Ella asintió tímida. 

- y sin embargo, usted parece vivir en un corral - suelta serio. 

Cloe reaccionó a sus palabras y le miró sorprendida.

El capitán le mantiene la mirada serio. 

- súmale que la tratan como si fuera un perro y el hecho de que no está casada hacen que me intrigue cada vez más por usted señorita Caron - deja la taza en el plato. 

Cloe le miraba asustada. 

- por qué no está casada y por qué soporta las condiciones de esta casa 

Los ojos de ella temblaban. 

Bajó la mirada a su taza. 

Noah suspiró. 

Estaba claro que no se lo iba a decir. 

Y cada estaba más en su límite. 

Y eso a Noah le frustraba. 

- si no me lo quiere decir ahora, no lo haga, sin embargo, iba en serio eso de que tener una convivencia decente 

Ella arrugó un poco las cejas mirándole. 

Un capitán alemán se enamora de un criada francesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora