Que mierda hago ahora.

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A Hiroki le ardía la mano de dolor, tanto que no podía pensar, pero obligo a su cerebro a planear que mierda hacer ahora.

El dolor había regresado con mucha más fuerza cuando se había dado cuenta de cómo se encontraba su mano, como ya había dicho le era difícil pensar...

Pero ya estaba acostumbrado al dolor y al cansancio.

Se levantó rápidamente de la cama, totalmente desnudo, otra prueba de la presencia de Nao en la noche anterior. Pero eso no importaba en ese momento, fue a donde dejaba cargando su teléfono, encontró rápidamente el número de Kenta.

-¡Kenta soy Hiroki! –Hablo Hiroki intentando aguantar el punzante dolor que sentía.

-¿¡Hiroki, en donde demonios estas!? –Grito Kenta por el teléfono, con un tono de vos muy enojado. -¡El jefe ha estado preguntando por ti, juro por dios que quiere tu cabeza en una maldita bandeja de plata! ¿¡En donde demonios estas!?

-En mi casa. –Dijo Hiroki, pero antes de que Kenta pudiera continuar con sus gritos, Hiroki lo corto de golpe. –Escucha Kenta, dile al jefe que hoy no podré ir a trabajar... me he roto la mano, estoy intentando ir directamente al hospital.

-Espera, espera, ¿De qué demonios estás hablando Hiroki? –Dijo Kenta un tanto confundido como preocupado por su amigo.

-Escucha Kenta, la noche anterior pasó algo, se me termino rompiendo la mano, acabo de despertar, el dolor es insoportable, maldita sea. –Explicaba Hiroki lo mejor que pudo. –Kenta necesito que hables con el jefe y le digas que no podré ir hoy, que estoy en camino a un hospital para que me revisen la mano.

-Okey, okey, entiendo. –Dijo Kenta un poco más calmado. –Pero dime, ¿Qué diablos paso anoche?

-La maldita puta de mi EX-novia encontró mi maldito apartamento y me violo anoche. –Dijo Hiroki furibundo, mientras se ponía unos calzoncillos y tomaba con su mano buena unos pantalones. –Me esposo a los barrotes de la cama y... como mierda digo esto.

-Hiroki, no te preocupes, creo que entiendo... -Dijo Kenta entendiendo a lo que quería llegar su amigo. –Hablare con el jefe y le diré que no podrás venir a trabajar hoy.

-Gracias, gracias en verdad. –Dijo Hiroki mientras usaba una vieja camisa para comprimir su mano, para evitar que sangrara o que se infectara. –Gracias, ahora tengo que colgar, estoy saliendo al hospital.

Para cuando Hiroki colgó la llamada, este se estaba poniendo una camisa y tomaba una bolsa con dinero y en la cual metió su celular.

Salió rápidamente del departamento a la calle, en donde con su mano izquierda hizo señas a un taxi para que este lo recogiera, cuando uno de los vehículos se detuvo frente a él, Hiroki se subió rápidamente al taxi.

-Lléveme al hospital más cercano, por favor. –Dijo Hiroki al conductor, el hombre solo lo miro un momento, para después mirar su mano rota.

-Entendido, mientras me page, no hay problema. –Dijo toscamente el conductor.

-Muchas gracias. –Agradeció Hiroki con una pequeña sonrisa.

El viaje en taxi fue silencioso, Hiroki demasiado ocupado resistiendo el agonizante dolor que estaba sintiendo, mientras que el taxista se mantuvo en silencio, ya que anteriormente ya había llevado pasajeros... en extrañas circunstancias... desde narcos, hasta tipos heridos en una pelea marital, que se podía decir, la vida de los taxistas.

Si tuviera que contar una de todas las anécdotas que le habían pasado a él, o que había escuchado de sus compañeros de trabajo, fue en la que uno de sus compañeros termino convenciendo a un delincuente que se entregara a la policía.

kokujin no tenkousei ntr ru finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora